sábado, 25 de junio de 2022

Dorothy Parker

 

Escritora y crítica estadounidense, importante intelectual de los años veinte, nace en el estado de Nueva Jersey el 22 de agosto de 1893, con el nombre de Dorothy Rothschild judía de nacimiento, neoyorkina por elección, aguda en su análisis de una sociedad invadida por los estereotipos impuestos que ella expone con brillante agudeza en su escritura, su trabajo va de 1922 a 1958. Una vez que se casa con Edwin Pond Parker II, un atractivo corredor de bolsa de quien obtiene el apellido, se convierte en Dorothy Parker, aunque se divorcian al poco tiempo toda su vida conservó ese nombre.

     Es fundadora de la mesa redonda de Algonquin, llamado así porque sus reuniones se llevaban a cabo en el Hotel del mismo nombre, estas frecuentes tertulias convocaban a un grupo de intelectuales (el columnista Franklin Pierce Adams, el humorista y actor Robert Benchley, probablemente el mejor amigo de Parker; el columnista deportivo Heywood Broun, el dramaturgo Marc Connelly, la periodista feminista Ruth Hale, el dramaturgo y director George S. Kaufman, el productor de Broadway Brock Pemberton, el editor del The New Yorker Harold Ross, el escritor y dramaturgo Robert E. Sherwood, el publicista John Peter Toohey y el crítico y periodista Alexander Woollcott. Otros miembros se movían más libremente y participaban de un modo más ocasional: las actrices Tallulah Bankhead, Blyth Daly, Eva Le Gallienne, Margalo Gillmore, Estelle Winwood y Peggy Wood, los dramaturgos Noël Coward, Edna Ferber, Donald Ogden Stewart, Beatrice Kaufman; las escritoras Jane de Grant, Margaret Leech y Alice Duer Miller, la ilustradora de revistas Neysa McMein, los humoristas Harpo Marx y Frank Sullivan y el compositor Deems Taylor) en dichas reuniones se abordaban temáticas diversas, pero de importancia vital para el entorno cultural de la época.

   Sus primeros trabajos se publican en Vanity Fair, donde se encarga de una columna sobre crítica teatral, los rasgos de su escritura se distinguen por una postura sarcástica e ingeniosa, mismas razones que le hacen salir de ese empleo, claro, en una revista femenina de los años veinte eran otros temas los que se esperaban de una mujer,  y no los que ella desarrollaba y le daban la cualidad de transgresora decidida a tratar temas como el alcoholismo, el aborto, la infidelidad, y un tema todavía más espinoso, la política. Más tarde se integra a la platilla del New Yorker referente de toda una época de grandes plumas, ahí escribe desde 1926 y hasta 1955, en ella se vuelve un referente de sarcasmo y critica puntual sobre los vicios sociales, sin embargo, su más importante faceta fue como cuentista, logrando una extensa producción formada de siete volúmenes entre los relatos que sobresalen están: “La gran rubia”; reconocido con el galardón O Heny como el cuento más sobresaliente de 1929; otros ejemplos son: “Estuviste perfectamente bien”; “Nivel de vida” o “El permiso maravilloso” cuya narrativa evidencia las posturas sociales llenas de vicios y prejuicios en donde la manipulación, las mentiras y los aspectos tristes y cómicos del sueño americano son retratados, como gran observadora de su entorno deja en claro los cambios que trae consigo la Segunda Guerra Mundial en su país.

    Es también destacable su participación en la lucha por los derechos civiles, el impulso al reconocimiento de las diferencias, mismos que la alejan de Hollywood en donde tuvo alguna participación como guionista. Su compromiso político también la lleva a la Guerra Civil Española. Pero por supuesto, ¿Cuándo ha sido bien vista la crítica en torno a las realidades sociales, a las apariencias de clase, al racismo enraizado de una sociedad poco sensible? Todavía no hay un ejemplo de ello, seguro que por tal motivo después de dicho enfrentamiento bélico su obra pasó al olvido, sus últimos años fue la protegida de la millonaria Gloria Vanderbilt, que la apoyo económicamente hasta el último momento.

     Dorothy Parker muere el 7 de junio de 1967, su partida apenas si sorprendió, murió sola, en una habitación de hotel junto a su perro y una botella de alcohol, alguna amiga organizó su sepelio, que resultó ser todo lo que ella no hubiera querido, donde gente del ambiente cultural hizo su presencia para cumplir con una postura falsa, digna de uno de sus cuentos, cumpliendo con la falsa tarea de cubrir las apariencias. Fue incinerada, sus bienes fueron donados al movimiento de Martin Luther King y la NAACP (Asociación Nacional para el Desarrollo de las Personas de Raza Negra) y como una mala anécdota, la supuesta amiga no se hizo cargo de la urna, por veinte años nadie reclamó sus cenizas, finalmente la NAACP compra una tumba para sepultarla en Baltimore, en cuya lapida se escribe el epitafio que ella misma había pedido, “Perdonen por el polvo”.

    Es a finales de la década de los setenta cuando se comienza a reconocer el aporte tan importante que hizo a la literatura por su visión audaz y realista de una sociedad centrada en las simulaciones, llena de vicios y aferrada a los prejuicios raciales. Su obra en español ha sido poco difundida, parte de ella se encuentra en las antologías Narrativa completa; Colgando de un hilo y Poemas perdidos. ¿Buscas una lectura irreverente, acida, que cuestiona las llamadas buenas costumbres y los roles de género? Encontrarás todo ello en su trabajo literario.

 


Fuentes consultadas

https://elpais.com/diario/2003/03/15/babelia/1047689414_850215.html. 

https://lecturassumergidas.com/2016/01/29/dorothy-parker-una-rebelde-dama-neoyorquina/

https://elpais.com/elpais/2016/03/17/eps/1458236661_057362.html


jueves, 28 de abril de 2022

Wallada

 

“Yo ¡por Dios! merezco la grandeza” es una frase que eterniza Wallada bint al-Mustakfi, poeta y princesa Al andalus (actual Córdoba), nacida en el año 994 en el seno de la familia del undécimo califa Muhámmad III y Amin’an, una esclava cristiana. Desde pequeña mostró interés por el aprendizaje y pasión por las letras, es uno de los pocos casos de poetisa en un contexto cultural dominado por los hombres. Su educación fue amplia a pesar de las intrigas del palacio y apoyada por su posición social. Su padre muere cuando ella cumple los 17 años, sin descendencia masculina es Wallada quien hereda y sale de la realeza, el status de su madre determina esta situación. Entonces se mantiene soltera e independiente de toda tutela masculina, dicha forma de vida le trajo duras críticas ya que en ese momento histórico no era bien visto que una mujer se relacionara con hombres que no fueran de su círculo familiar, normas culturales establecidas a las que se suma el control del esposo, vivir de otra forma era un agravio a la virtud.

     Con el dinero de la herencia compra un Palacio y monta un salón literario en el cual se hacen tertulias, se conversa de letras y poesía, ofrece instrucción a las hijas de familia e incluso a las hijas de esclavas, muestra un continuo apoyo a la mujer, a pesar de las críticas. En dicho espacio literario acuden importantes intelectuales de la época con ellos debatía con total libertad, seguro por eso su fama de mujer culta y sabia, pero ante ciertos sectores fue escandalosa su conducta. 

     Pero volvamos a la frase con la cual comencé a hablarles sobre ella: “Yo ¡por Dios! merezco la grandeza” es parte de uno de sus poemas de resentimiento en contra de un amante escritor que le es infiel con una esclava, y del cual escribe entorno al amor que sentía, pero también sobre el desamor y el despecho, esta tremenda frase es una orgullosa reacción ante el hombre que la engaña. Sobre él, cuenta la leyenda que buscó por años el perdón de Wallada sin lograr acercarse nuevamente a ella. Sin embargo, esta frase también se ajusta a las razones por las cuales fue digna de grandeza, a pesar de ser hija de una esclava, a pesar de ser soltera, a pesar de romper en cada tramo del camino el molde establecido y aplicar ideas revolucionarias, por estas y más razones alcanzó la grandeza. La mayor parte de su obra es inédita, en las fuentes árabes sólo se conservan ocho poemas cortos, que son claramente sátiras en torno al amor, el desamor y lo que sigue, que debe ser el odio. Los últimos años de su vida vivió bajo la protección del poeta Ibn Hazm, su eterno enamorado quien la cuidó hasta el final. Fallece con más de 80 años el 26 de marzo, la poetisa que bordaba en la ropa que vestía sus propios versos:

Yo ¡Por Dios! merezco la grandeza

Y sigo orgullosa mi camino.[1]

 Muere el mismo día de la caída de Córdoba en manos de los almorávides, linaje contrario al de su padre. En el año 2000 fue publicada por primera vez su biografía llamada La última luna. 

 


jueves, 14 de abril de 2022

Marvel Moreno

 

La escritora Marvel Luz Moreno Abello nace en Barranquilla, Colombia el 23 de septiembre de 1939, como parte de la alta sociedad barranquillera de esa época, fue la primera mujer en la facultad de Economía de la Universidad del Atlántico; esposa de un periodista escritor que tenía relación con todos los artistas e intelectuales del momento. Llega a París en 1969 sin estudios terminados, mantiene su participación en el mundo de las letras en la revista Libre, se le considera tan importante como Gabriel García Márquez, actualmente se impulsa su reconocimiento como escritora colombiana, visionaria y a contracorriente, poco se ha estudiado su obra y la influencia que deja en la literatura femenina.

     Su paso por la literatura es como el de una escritora maldita, o fue su preferencia estar al margen, tuvo relación con los artistas del Grupo de Barranquilla, publicó durante el Boom Latinoamericano y además el post Boom, pese a ello no es mencionada en ninguno de estos nichos. Su primer cuento publicado es “El muñeco” año 1971 en la revista Eco. En 1975 publica su segundo cuento, “Oriane, tía Oriane”; en 1976 participa en una antología con el cuento “La sala del niño Jesús”.

    Su siguiente publicación fue en 1980 con un libro de cuentos Algo tan feo en la vida de una señora bien. Sin haberse reconocido como feminista es una digna representante de ese movimiento que busca dignificar la participación de la mujer desde la literatura, en este caso, su primera novela, En diciembre llegaban las brisas se publica en 1987, fue ganadora del premio Grinzane Cavour que otorga la región italiana de Piamonte al mejor libro extranjero, así mismo finalista del Premio Literario Internacional Plaza y Janés.

     En 1992, su segundo libro de cuentos El encuentro y otros relatos, donde está incluido el cuento Barlovento. Y un año antes de su partida publica Las fiebres del Miramar en 1994. Sus obras póstumas son publicadas una en 2001 la recopilación en el libro llamado Cuentos completos, seleccionados por editorial Norma y cuatro años después sale a la luz su última novela guardada por sus familiares 25 años, sólo puede justificarse tal tardanza si se reconocieron elementos autobiográficos, a pesar de la tardanza es posible ver la presencia de algunas personas que formaron parte de su vida. La novela El tiempo de las amazonas mantiene el estilo y la búsqueda iniciada años atrás

      Su visión filosófica de la vida y su firme presencia detallada a la mujer que siente, que piensa, que expone el mundo como la protagonista que es, capaz de exponer el machismo, la homofobia, la sexualidad, la violencia de género de esa sociedad en la que creció. Sobre En diciembre llegaban las brisas tal novela tuvo una segunda edición treinta años después, en ella se narran tres historias, las protagonistas recorren los motivos y las consecuencias de los comportamientos masculinos que son el reflejo de una sociedad patriarcal todavía vigente.  

     El trabajo que realizó teje historias representadas por mujeres protagonistas, valientes y dispuestas a ir en busca de la libertad, Luz Mery Giraldo asegura: “El proceso narrativo muestra en la mayoría de los relatos una metamorfosis del rol femenino, ya que la mujer asume su identidad, ha cumplido un proceso, acepta su historia y se desempeña según las leyes y el dinamismo del mundo contemporáneo. De sujeto de búsqueda, indagación y crisis, pasa a sujeto de desencanto que acepta su pasado, la identidad de su cultura y las contradicciones de la realidad”.[1]    

    Como se enuncia anteriormente el contexto en el cual crece la escritora le da forma a su participación en un ámbito todavía cerrado a la participación femenina, ello es vital para comprender la relación primordial entre la artista y su obra, la enunciación y el género, cuya actitud determina la recepción de su trabajo, por lo regular narrado en tercera persona, acudiendo a este apoyo para hacer presente la voz universal en el arte, aunque apegada a lo feminista de forma más profunda y analítica. En una entrevista expresa que el territorio del arte debería ser neutro, así lo dice; “Comparto la opinión de Juan Goytisolo y de Virginia Woolf, el buen escritor es andrógino”[2] Sin embargo, los elementos de su obra si plantean historias en donde la mujer se apodera del escenario y transgrede las imposiciones de la cultura y experimenta un rompimiento con el deber ser, derribando así los roles asignados.

       ¿Si la obra que crea es tan importante y visionaria porque no tiene el reconocimiento qué se merece? Sus amigos más importantes y quienes fueron asignados como sus albaceas aclaran esta duda con un resumen muy conciso: “Desconocida por el gran público, ignorada por los medios de comunicación, tergiversada por los editores, enviada y censurada por la cultura oficial y de régimen, objeto de altanero esnobismo incluso de sus compatriotas famosos, hostilizada por la familia, aislada por la enfermedad, asediada por la pobreza, con todos estos, para nada pocos obstáculos, suscita estupor que haya logrado publicar tres libros en vida”[3]. Sin duda, creadora superior abatida por la desgracia y la enfermedad, muere el 5 de junio de 1995, a los 55 años víctima de lupus en el París en donde se exilió, publicó, y creció como escritora por más de veinte años.





[1] Luz Mery Giraldo B.  Los relatos de Marvel Moreno: Mirar, narrar, despedir el Edén, Universidad Javeriana, Bogotá.

[2] Mercedes Ortega Gonzalez-Rubio, Cartografía de lo femenino en la obra de Marvel Moreno, Universidad del Norte Editorial, Barranquilla, 2019, 352.

[3] Daniel Pardo, “La insólita historia de Marvel Moreno, la escritora colombiana "tan importante como García Márquez" cuya obra fue desconocida durante años” BBC MUNDO, 1 de febrero 2020, https://www.bbc.com/mundo/noticias-51243682 

domingo, 20 de febrero de 2022

Josefina Vicens

 





¿Cuántos libros debe publicar una escritora para ser reconocida? ¿Cuánta carrera intelectual se debe cumplir para alcanzar los requisitos de ser considerada artista de las letras? Claro que son preguntas retóricas porque el trabajo de las mujeres creadoras toma rumbos siempre marcados por su condición existencial, en este caso Josefina Vicens es un brillante ejemplo de una ruta alterna para llegar a la literaria. Ella fue escritora, guionista, crítica de cine, cronista taurina, periodista mexicana nacida en Tabasco el 23 de noviembre de 1911, su madre mexicana, su padre español y la necesidad de integrarse al mercado laboral para ayudar con la familia la hacen concluir una carrera comercial, así que su ocupación literaria fue hecha de forma autodidacta. Casada con un amigo homosexual, como parte de una muy buena fachada para ambos que tenían preferencias sexuales diferentes a la mayoría.

     Los años laborales la llevan a emplearse como secretaria en las oficinas de Transportes México-Puebla, para luego integrarse con el mismo puesto en el Departamento Agrario cuya estancia la hace entrar en contacto con el sitio donde trabajaría posteriormente, la Confederación Nacional Campesina, en ella ejerce el cargo de Secretaria de Acción Femenil que dio lugar a las ligas femeninas y desde esa tribuna comenzó a impulsar la igualdad de condiciones en el ámbito laboral, por esta ruta es como llega a la Academia Mexicana de Artes y Ciencias, ya como una reconocida guionista y después con un puesto en la Sociedad Nacional de Escritores de México, para el cual se sumó su experiencia en el periodismo como es notorio su desempeño laboral no comienza en el área literaria, sin embargo, parte de su trabajo en cada uno de sus empleos fue escribir y analizar. En su basta trayectoria emplea seudónimos masculinos para publicar crónicas taurinas bajo el nombre de Pepe Faroles; luego los artículos sobre política los firma como José García y los temas sobre feminismo se los deja a Diógenes García, como jugando con su identidad la peque, como le llamaban, recurre a muchos nombres para registrar su ingreso al trabajo, un día era Cleopatra, otro Ana Karenina y por medio de este uso del lenguaje busca sacar de las necesidades laborales el registro de los nombres en la entrada al trabajo.

     Con su particular estilo desarrolla temas que le importan y en el contexto literario centra su atención en la identidad, tal vez para desentrañar una parte de ella misma. Su estilo no cabe en ninguna corriente literaria del siglo XX.  Sus dos únicas novelas están separadas por 24 años la primera fue El libro vacío (1958) por la cual recibe el premio Xavier Villaurrutia ese mismo año de la publicación, en este trabajo el personaje principal hace un recorrido por sus vivencias para liberar la frustración que lo habita debido a su obsesión por la escritura, y haciendo un repaso de sí mismo el protagonista dice:

Recuerdo, por ejemplo, mi decisión de ser marino. Nada en el mundo me hará cambiar de idea -pensaba yo entonces-. (…) Mi padre, en cambio, pronunció un dramático discurso del que sólo pude entender que yo era el único hijo hombre, la esperanza de su vejez y el protector de mis hermanas. Recuerdo que a medida que mi padre hablaba me invadía una especie de asfixia: por lo que sentí el horror de estar encarcelado, condenado sin remedio[1]

     Se trata de una novela que acumula los deberes de los hombres, pero también de las mujeres y los desarrolla en una brillante muestra de identidades presentes en los años 50 dentro de la sociedad mexicana. Sobre Los años falsos (1982) la muerte es un tema presente, como un hilo conductor apoyado de la soledad, la lucha de géneros y, sobre todo, la imposibilidad de alcanzarse a sí mismo, otra gran escritora opina sobre esta obra: “Desentraña la artificialidad de la realidad. Habla de cómo nos hacemos en la infancia, de cómo suena el lenguaje y se leen los gestos de los demás a los ocho, diez, doce años. De como nos enseñan a querer, a entender, pese a que dentro de nosotros hay una sabiduría que se va viendo maniatada, asfixiada. De como la vida, que sabemos maravillosa, con una fresca naturalidad, se convierte en una barroca mediocridad”[2]

    Así que, de vuelta a las preguntas iniciales, las respuestas son muy amplias, pero básicamente el número de publicaciones no hace imprescindible la obra de una escritora y tampoco la carrera con la cual decide conseguir recursos para cubrir sus necesidades, lo importante para que una escritora se distinga siempre será la búsqueda de una perspectiva que permita plantear un tema mucha veces utilizado, pero desarrollado de forma fenomenal y sorprendente, tal cual lo hizo Josefina Vicens, quien fallece en la ciudad de México el 22 de noviembre de 1988.








[1] Josefina Vicens, El Libro vacío, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, p.73.

[2] María Luisa Puga, “El hecho brutal en la escritura de Josefina Vicens” Hojas Sueltas, revista trimestral, México, 1984. Núm.14,


jueves, 3 de febrero de 2022

Ana Teresa Torres

 


Novelista, investigadora, cronista, psicóloga  y profesora venezolana nacida en Caracas el 6 de julio de 1945, pasa sus años de adolescencia en Madrid, después de la muerte de su madre, pero en 1964 vuelve a Caracas y se gradúa en psicología en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) es fundadora de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas, por varios años ejerce dos profesiones, hasta que con “Retrato frente al mar” recibe el premio de cuentos anual del diario El Nacional en 1984 y se decide por la escritura.

      A partir de entonces cosecha un buen número de reconocimientos que sólo confirman su destacada importancia en el arte verbal, todo su trabajo literario centra la atención en la voz femenina en medio de diversos contextos históricos, así como en la naturaleza social de la sociedad caraqueña. Su primera novela es El exilio del tiempo escrita en 1990, a esta le siguen Doña Inés contra el olvido publicada en 1992, novela histórica que recibe el premio Pegasus de literatura 1998 a la mejor novela venezolana de la década, la autora ha reconocido que se inspiró en la obra Noticias del imperio del mexicano Fernando del Paso. En ella se da a la tarea de inspeccionar por medio de su personaje principal, Doña Inés, su acercamiento a la historia de su natal Venezuela, acentuando el papel de la mujer en los procesos históricos ante lo cual dice: “El problema no se mitiga escribiendo una novela en la cual la protagonista sea una heroica y maravillosa mujer. No, no tiene nada que ver con eso. La historia de la que estoy hablando no es de las grandes batallas, ni de las independencias y revoluciones, a la que tan aficionados somos los latinoamericanos. La historia es ese tejido social que atraviesa la reproducción y creación cotidiana de la vida que ocurre todos los días”.[1]

     Estos rasgos en su narrativa se ubican dentro de los discursos de la intrahistoria definida esta: “Como una visión de la historia desde los márgenes del poder y tiene como protagonistas a personajes cuya tensión entre espacio de experiencia o habitus y horizonte de espera resulta en una conciencia del subalterno de un pasado y de un futuro muy distante a los de la historia oficial”.[2]  Después su libro Malena de cinco mundos escrita en 1997 juega con el tema de la reencarnación y lleva a su personaje por cinco momentos históricos; en 1999 Los últimos espectadores del acorazado Potemkin es merecedora del premio municipal de narrativa del Distrito Federal y es finalista del certamen Rómulo Gallegos; el libro donde se recopilan sus ensayos A beneficio de inventario es publicado en el 2000 y en 2001 publica la novela erótica La favorita del señor; ese mismo año recibe el prestigiado Premio Anna Seghers otorgado por su amplia trayectoria e importancia.

     En el año 2006 publica su novela distópica Nocturama, donde centra su atención en la identidad desgarrada de Ulises Zero en medio de un infierno citadino, sombrío, sin memoria. Hay análisis de esta novela que ven claramente una alegoría decadente de la nación venezolana en sus alusiones, con un futuro poco prometedor. Dos años después, en 2008 nos presenta una saga policial llamada La fascinación de la víctima, como muestra de su gran versatilidad imaginativa, pero sin dejar de lado sus temáticas centrales.

      Sobre la historia de las ideas de su país escribe en 2009 el libro La herencia de la tribu. Del mito de independencia a la Revolución Bolivariana su aporte en este trabajo analiza con base psicológica aspectos político-histórico que busca desentrañar las causas de las actuales circunstancias políticas del pueblo venezolano en las cuales se entremezclan el mito bolivariano y el mito democrático pero sobre todo remarca la importancia que tuvo el discurso chavista en el convencimiento de la población que lo siguió, el desencanto de la clase media, y el éxodo de un porcentaje importante de población trabajadora. La escribana del viento es una novela del 2013 centrada en un acontecimiento ocurrido en el siglo XVII en contra del obispo fray Mauro de Tovar.

    Esa misma voluntad extrema en su comprometida escritura se complementa con sus artículos en prensa y diversas acciones de resistencia de la sociedad civil en la asociación “Gente de la cultura” y “Pen Venezuela”, frente al régimen instaurado en su país, parte de esa aportación es su emblemático libro Diario en ruinas que va de 1998-2017 y cuya característica es acercarnos a la realidad venezolana por medio de su crónica bien condimentada de realismo en torno a la situación política de esa nación. En este libro ella va narrando desde las elecciones de 1998, como el ambiente y la expectativa que se crea en torno al régimen chavista se va transformando en algo más allá del aspecto dictatorial, hasta llegar al totalitarismo mafioso que ignora toda institución existente para instaurar un descarado saqueo en manos de unos pocos. En Diario en ruinas reflexiona:

 No sé si alguien habrá llevado la cuenta de todas las instancias creadas desde 1999; de todos los ministerios, viceministros, estados mayores, de todas las misiones, propósitos, proyectos, iniciativas, estructuras y subestructuras urbanas y rurales arrumbadas y olvidadas en el gran archivo de la nada. Valdría la pena el listado, por ejemplo, la ruta de la empanada, las arepas socialistas, o el cultivo organopónico (o hidropónico) en la avenida México de Caracas y también el eje Orinoco-Apure; el proyecto bandera de Jorge Giordani. Nadie cree ya en nada de eso. [3]

     Ana Teresa Torres demuestra con su trabajo la responsabilidad de los intelectuales frente a los movimientos sociales que agobian una sociedad, y por lo mismo comenta: “El compromiso del escritor radica en que es un ciudadano. No tiene una obligación distinta a la del resto. En nuestro caso, que es el que nos interesa ahora, creo que, en general, los intelectuales han demostrado mucho compromiso, han tenido una actuación permanente con respecto a la situación del país”.[4]

    El pesar que vive su gente lo retrata como fiel reportera de los días que agobian Venezuela por la meritocracia y la elite corrupta urgida por apoderarse de los recursos naturales: en uno de sus escritos y firmado por muchos otros escritores “Libertad bajo palabra. Gente del Libro” en El Nacional el 19 de julio de 2017 nos recuerdan: “Nos encontramos, insistimos, en los días más difíciles de la República. Las enfermedades han regresado a las salas de nuestras casas; la miseria humana recorre nuestras calles y avenidas, mostrando lo peor de nosotros mismos. Pero aun en este tiempo, nos sostenemos en las luchas libradas a través de la palabra por nuestros ancestros […] Es necesario enfrentar la militarización de la sociedad, a los arrebatados de siempre en nuestra historia, los peores entre nosotros”. [5] No dudes en aproximarte a su palabra, a su reflexión y análisis, porque estarás acercándote a un conocimiento más real y fundamentado sobre una de las realidades más golpeadas de nuestra América Latina. 

 




[2] Luz Marina Rivas, La novela intrahistórica: Tres miradas femeninas de la historia venezolana. Ediciones el otro, el mismo. Mérida Venezuela, 2004. p.88.

[4] Diego Arroyo Gil, Entrevista con Ana Teresa Torres, ¿“Cómo se recompone una sociedad que se ha acostumbrado a que cualquier crimen es posible?” Runrun es. Jul. 05,2016.https://runrun.es/investigacion/269278/ana-teresa-torres-como-se-recompone-una-sociedad-que-se-ha-acostumbrado-a-que-cualquier-crimen-es-posible/


domingo, 16 de enero de 2022

Briceida Cuevas Cob

 


¿Cómo será nacer en una realidad que no tiene determinada el estilo de vida neoliberal de crecer, estudiar, terminar una carrera y conseguir un empleo con horario establecido, o ampliado de acuerdo con las exigencias de la empresa? y así hasta obtener los beneficios de un contexto creado en torno al dinero con el cual llegará la casa, el auto, el estatus para consumir una y mil veces lo que la publicidad nos salpica en la cara a través de los medios de comunicación. Es muy seguro que eso no es algo que las comunidades indígenas tengan presente, hoy nos acercaremos a una escritora en lengua originaria, apenas como una introducción a este estilo y género.

     Ella crece dentro de una comunidad maya, ahí siembra su identidad con cada relato y enseñanza de los ancianos, de las historias propias de todos los representantes mayas en su vida y en su historia. Florece aferrada a la tierra, sus ciclos, sus raíces con la naturaleza y la veneración de ella: el sol, la lluvia, los frutos de su cosecha, el viento, la enorme influencia de todo ello da forma a su cosmovisión.

     Briceida Cuevas Cob nace en Tepakán, en el estado de Campeche el 12 de julio de 1969, hizo estudios de comercio, fue asesora lingüística en el Instituto Estatal de la Educación para Adultos (IEEA) como responsable del programa de alfabetización, además es una de las fundadoras de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas de México espacio por medio del cual se impulsa la resignificación de las identidades de los pueblos indígenas y su representación en la literatura. En México tenemos poetas: mayas, zapotecas, nahuas, tsotsiles, mixtecas, otomíes, purépechas, mazatecas, seris y yoremes. Ella tiene en su bibliografía los libros El quejido del perro en su existencia de 1995; Como el sol publicado en 1998; Del dobladillo de mi ropa poemario publicado en 2008 y Escribiendo la lluvia de 2011.  

     La poetisa Briceida Cuevas Cob escribe en su natal lengua maya yucateco, su poesía es breve por lo regular, con ella da a conocer sus inquietudes, sus cotidianidades, sus modos de ver el mundo que construye en torno a su herencia, mezcla la forma de la tradición oral con la forma de escribir de esa comunidad para dar origen a su estilo:

                           Muestra la casa sus costillas

                          humedecidas por el frío.    

                          De sus cabellos de palma

                          gotean resquicios de alegrías.[1]

 Claro, en la literatura de los pueblos originarios la naturaleza es un escenario primordial en sus metáforas y figuras retóricas cuya presencia deja en claro una forma de ver diferente a la que conocemos en la ciudad. En su memoria se abrigan los detalles que el viento le da a conocer en cada parte de sus etapas, en su historia tan golpeada, en su discurso nutrido de los relatos ancestrales y cada una de las criaturas que forman ese entorno. Otros instrumentos empleados para su poesía son son símbolos destacados en su cultura: el sol y la luna:                       

                           Pinta la luna las tumbas del camposanto

   que ha comenzado a masticar la maleza.

   El búho

   ensaya un canto a la vida.

   Se niega a presagiar su propia muerte[2].

     Pero sin duda, en la poética de Briceida persiste la voz femenina, el sentir de mujer es su más importante figura ontológica por medio de la cual niega y a su vez reafirma su presencia abrazada a los versos donde se ve la analogía con la tierra y algunas menciones sobre estereotipos determinados desde el patriarcado y la religión dogmática:

   ¿dónde te hallas cuando al parir se desprenden

   con dolor mis entrañas?

   ¿Dónde te encuentras, Eva?

   ¿Desde qué nube acechas a que me resbale

   por la cáscara del plátano que tiraste

   en mi camino?[3]

          Como nos han aclarado los estudios etnológicos el pensamiento indígena se aleja de la lógica gestada en la sociedad que conocemos, podemos verlo claramente en la poesía de Briceida pintada de creencias, mitos, rituales, lo intuitivo y lo fundacional donde cada elemento natural es parte vital y mágica en cada momento, todo ello se lleva a las palabras valoradas como un medio significativo cuyo efecto vigoriza el pasado, el presente y el futuro:

   Me pica y repica la lengua ortigosa de las mujeres.

   ¡Qué me importa!

   ¡No siento dolor!

   Me inserta y reinserta en la espalda sus ojos chukumes*[4] los

   [hombres.

   ¡Qué me importa!

   ¡Yo te amo con mis huesos!

   ¿Qué diablos me importa si tu amor va hasta el infierno,

   si a tu lado voy?[5]

     Briceida Cuevas Cob es una representante de la amplia lista de mujeres indígenas en la literatura, que con fuerza y determinación prueban su brío apoyadas por editoriales estatales o emergentes para recorrer el camino junto a sus versos y permitirnos a los mestizos conocer sus propuestas y cosmovisión.


  

[1] Cuevas Cob, Briceida, Ti’ u billil in nook’/Del dobladillo de mi ropa, México, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas., México 2008. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/37201/letras_cdi_dobladillo_ropa.pdf

[2] Ibíd.

[3] Cuevas Cob, Briceida, Je’ Bix k’in. Como el sol, México, Instituto Nacional Indigenista, Letras mayas contemporáneas, 3ra serie, vol. 1, 1998.

[4] Cierto espino grueso como tachuelas.

[5] Cuevas Cob, Briceida, Ti’ u billil in nook’/Del dobladillo de mi ropa, México, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas., México 2008. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/37201/letras_cdi_dobladillo_ropa.pdf  

 


sábado, 8 de enero de 2022

Yoko Ogawa

 

En la actualidad los obstáculos a los que se enfrenta la mujer japonesa se confirman en sus rutinas, dentro del seno familiar y en todas las relaciones sociales, como ejemplo, ella necesita demostrar más que cualquier hombre para adquirir lo mismo y su éxito exige muchas pérdidas, a las cuales los hombres no tienen que hacer frente. Si una mujer no cumple las características que la sociedad entiende como femeninas, su respeto se ve amenazado, así como su valor y autoestima. La vinculación de la mujer con la sumisión o la maternidad obstaculiza a quienes se oponen a depender de un hombre o a quienes no desean ser madres o quieren abortar, de hecho, las mujeres que han logrado una carrera profesional provienen de familias de nivel sociocultural alto.

     Por ello, abordar temáticas de la literatura japonesa es dejar expuesta la desigualdad, en la aportación hecha por la narrativa femenina se revela esta situación en cuestiones de género. La historia de Japón está influenciada por el sintoísmo, el budismo y el confucianismo que condicionó el pensamiento y las costumbres, ubicando a la mujer en un plano inferior al hombre al preservar una imagen impura de ella, siendo esto un freno pues hacen frente a múltiples problemas, no sólo para superar las barreras laborales que siguen prevaleciendo, sino para luchar contra todos los estereotipos que se han creado en torno a sus cuerpos, caracteres e incluso en la forma de llevar sus vidas.[1] Lo antes dicho, nos permite acercarnos a esta escritora, conocer un poco sobre su postura transgresora dentro de dicha cultura. 

     Yoko Ogawa nace el 30 de marzo de 1962 en la prefectura de Okayama, se gradúa en la Facultad de Literatura de la Universidad de Waseda en 1988, cuenta con una amplia trayectoria durante la cual ha sido reconocida por varios de sus trabajos, con su primera publicación, Desintegración de la mariposa ganó el Premio novato de Literatura en 1988; El embarazo de mi hermana obtuvo el Premio Akutagawa en 1990; La fórmula preferida del profesor el Premio Yomiuri de literatura en 2004; Premio Tanizaki por La niña que iba en hipopótamo a la escuela en 2006; Premio Shirley Jackson por La piscina en 2008; Independent Foreign Fiction Prize por Revenge: Eleven Dark Tales en 2014 y cuya traducción al español aún no se realiza, de hecho eso es algo que se observa en cierta literatura japonesa femenina con temáticas que denuncian su cultura, las traducciones al español no son tan frecuentes a pesar de que pueden fácilmente encontrar un mercado potencial en Latinoamérica y los libros traducidos suelen ser de elevado costo.

     El trabajo literario de Yoko Ogawa revela un tono crítico en la voz de sus protagonistas, rebeldes, atípicas y modernas que representan las ideas, situaciones y el objetivo de muchas mujeres japonesas, por lo regular en contextos relacionados con su feminidad como la maternidad, las relaciones de pareja, así como las aspiraciones y verdaderas inquietudes relacionadas con la identidad. Su obra mantiene elementos ficticios muy importantes por medio de los cuales derriba modelos y cuestiona los roles asignados, en contraparte con la independencia de la mujer y lo que esto genera, dando evidencia del desamparo en el contexto donde viven.

     Es tal la ofensa al romper las formas establecidas que las relaciones de familia se quebrantan sin duda, antes que aceptar algo fuera de lo señalado, un ejemplo, en su libro La fórmula preferida del profesor la autora escribe: “Aunque a ambas nos unía el hecho de ser madres solteras, o precisamente por eso, no hubo modo de apaciguar el enfado de mi madre. Era una indignación transida por gritos de dolor y de pena. Su emoción era tan violenta que yo era prácticamente incapaz de saber cómo me sentía realmente. Pasada la vigésimo segunda semana de embarazo, me marché de casa. A partir de entonces, perdí todo contacto con ella.”[2]

        Dentro de la industria del entretenimiento en las historietas o manga se puede ver esa sociedad industrializada donde la cultura patriarcal impera y determina un modelo de belleza idealizado y al mismo tiempo vacío, listo para su consumo, tan popular en las nuevas generaciones que, sin tener pleno conocimiento de la representación tan cosificada de la mujer, la aceptan. La doctora en estudios de género Aurora Méndez Martínez afirma: “El arte es un instrumento imprescindible para conocer la cultura de una sociedad”[1] por medio de él es posible ver a profundidad las problemáticas del contexto, los roles de género, el grado de sexualización, las formas pasivas de la violencia, aunque a veces no son nada tibias, sin embargo, el trabajo de Ogawa muestra aspectos femeninos diferentes pues sus protagonistas son dueñas de un pensamiento crítico, analítico y emocional lejano a lo que se impone. Si estás interesada en la cultura japonesa y quieres aprender sobre la realidad de la mujer en ese país comienza acercándote a la literatura de Yoko Ogawa para que tu perspectiva sea más amplia al respecto. En las notas al pie encontrarás el link de uno de los libros de la autora, espero lo disfrutes.



[1] Aurora Méndez Martínez, “Una perspectiva de género sobre la sociedad japonesa a través del arte: Aida Makoto” Ambigua, Revista de Investigaciones sobre Género y Estudios Culturales, n.º 4, 2017, pp. 58-87. Universidad Complutense de Madrid.


[1] Rocío García, La mujer de Yoko Ogawa, “Asiadémica”, Revista Universitaria de estudios sobre Asia Oriental # 08, año 2016.  

[3] Aurora Méndez Martínez, “Una perspectiva de género sobre la sociedad japonesa a través del arte: Aida Makoto” Ambigua, Revista de Investigaciones sobre Género y Estudios Culturales, n.º 4, 2017, pp. 58-87. Universidad Complutense de Madrid.


Dorothy Parker

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