sábado, 25 de septiembre de 2021

Mary Shelley

 


Prodigiosa escritora británica nacida como Mary Godwin Wollstonecraft el 30 de agosto de 1797, hija de dos reconocidos filósofos, Mary Wollstonecraft, promotora de la liberación femenina y William Godwin, teórico del anarquismo. Desde su nacimiento fue constante la pérdida de seres determinantes en su vida, su madre fallece después del parto, queda al cuidado de su padre quien poco tiempo después se casa; crece entre lecturas y un amplio acceso a las ideas filosóficas en ciernes. Su primera formación abarca los escritos de su madre a quien admiró desde siempre por lo revolucionarias que fueron sus propuestas.

     En la librería de su padre conoce al poeta Percy Bysshe Shelley, con quien enseguida prospera una afinidad y que, a pesar de ser casado inicia una relación con la joven Mary, ambos concuerdan con las ideas del amor libre que es una moral sexual diferente basada en un compromiso no en vínculos legales y económicos, así como la práctica sexual no centrada en la procreación. Ya como pareja, comienzan una vida nómada, sus viajes suelen ser compartidos con otros amigos, o con su la hermanastra Claire. En uno de esos recorridos su primera hija muere; ya en esta época su interés está en escribir, dos años después de vivir juntos la esposa de Percy se suicida, lo cual les permite formalizar su relación, Mary y Percy se casan y es entonces cuando adopta el apellido de su esposo.

    En 1816, su hermanastra Fanny se suicida, agobiada por su permanencia junto al padre y la madrastra, entonces, Mary, Percy, Clare y otros invitados comparten con el poeta Lord Byron una temporada en Villa Diodati, ubicada en Zuiza, cerca de un lago. Siendo un lugar frío y con poco que hacer el grupo de intelectuales se entretiene contando historias de fantasmas y leyendo clásicos, la convivencia y la insistencia en los seres fantasmales y monstruosos los lleva a la propuesta de un reto que consiste en escribir una obra acerca de un ser escalofriante y aterrador. Es ahí, en la villa Diodati donde Mary Shelley con tan sólo 19 años da forma al mito universal que representa actualmente su personaje principal Frankenstein, o el moderno Prometeo, novela de género gótico. Byron por su parte escribe algo corto acerca de los vampiros que uno de sus invitados, William Polidori retoma más tarde y publica como El vampiro, del cual se basan posteriormente muchos autores para desarrollarlo.  

La primera publicación de Frankenstein fue en 1818 de forma anónima con prólogo de su esposo, de hecho, se pensó que él era autor de esta. La recepción no fue muy buena por considerarse de temática excesiva. Será hasta el siglo XX cuando el valor literario y el reconocimiento de la obra bajo la autoría de la escritora se transforme en un clásico de la literatura gótica del cual se han hecho numerosas adaptaciones al cine.

     Después de esta etapa, el matrimonio tenía dos hijos, Percy acumula deudas, problemas legales por la custodia de los hijos que tuvo con su primera esposa, una salud estropeada, entonces deciden marcharse a Italia, sin imaginar que la tragedia viajaría con ellos. En el año de 1818 fallece su hijo y un año después muere su hija. Agobiada con tanta perdida se refugia en la escritura sin darle lugar a Percy en su luto, quien comienza a salir con sus amigos y hacer vida social sin Mary. Si bien los primeros años en Italia les permitió mayor libertad política y continuar su trabajo creativo, haber perdido a sus hijos fue un duro golpe, sin embargo, en 1819 nace Percy Florence, su último hijo. Aumentan los ánimos de escribir, en 1820 la novela Mathilda, cuyo tema principal se desarrolla entre el incesto y el suicidio, y que por lo mismo fue difícil publicar en ese momento histórico, el libro sale a la luz hasta 1959. Valperga es su otro trabajo nacido de su estancia en Italia, con tema histórico pero que  mezcla lo político con el amor.

     Apenas la vida comienza a tomar un color más grato, en un lamentable accidente en el mar, durante un viaje en velero recorriendo la costa italiana Percy Shelley muere en julio de 1822 durante un naufragio, su cuerpo es encontrado varios días después de su desaparición en la playa. Mary Shelley queda viuda a los 25 años. Después de eso se vuelve a Londres con el pequeño Percy, en adelante trabajó como editora, publicando la obra de Percy Shelley, sin dejar de lado sus actividades como creadora divulga libros de viaje, su novela llamada El último hombre en 1826 a la edad de 29 años cuyo tema principal es un incierto futuro arrasado por una plaga, si, se trata de una novela apocalíptica de ciencia ficción, demasiado para la época, así que fue censurada hasta que en 1960 la rescatan y difunden; en 1830 La suerte de Perkin Warbeck, obra histórica; después Cuentos góticos en el año 1833 donde puedes disfrutar de su genial escrito El mortal inmortal; su penúltima creación fue Lodore o la hermosa viuda en 1835, de temática romántica centrada en la vida de las mujeres; y la última Falkner escrita en 1837 cuya historia es sobre una mujer agobiada por el trato opresor de su padre. Mary Shelley fallece el 1 de febrero de 1851 a los 54 años debido a un tumor cerebral. El legado que su trabajo literario brinda a las letras ha traspasado los siglos, ha inspirado por generaciones y también deja en claro que los temas recurrentes en la literatura pueden ser sombríos, llenos de muerte o de aspectos depresivos en los personajes, pero sobre todo son factores que las obras clásicas recrean debido al impacto capaz de crear en sus lectores. No sólo es la madre de Frankenstein, es la joven precursora cuya experiencia de muerte que la rodeó por años la aprovechó para dejar en sus lectores una reflexión en voz de su personaje icónico “Aprecio la vida, aunque sólo sea una sucesión de angustias, y la defenderé”.

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Anne K. Mellor, Mary Shelley: su vida, su ficción, sus monstruos, Ediciones AKAL México, 2019.

sábado, 18 de septiembre de 2021

Coral Herrera Gómez



Escritora, comunicóloga y activista española nacida en 1977 doctorada en humanidades y comunicación visual, Coral centra su trabajo en la lucha feminista libertaria y pacifista desentrañando la significación de los mitos en torno al amor romántico. Entre sus libros más representativos están: Mujeres que ya no sufren por amor; Cómo disfrutar del amor; Dueña de mi amor; Hombres que ya no sufren por amor; Bodas reales, bodas patriarcales; Bodas diversas y amores queer; Más allá de las etiquetas. Dentro de su trabajo también incluye, cursos, conferencias, artículos en diferentes revistas. Su tesis doctoral titulada “La construcción sociocultural del amor romántico” es un aporte liberador que permite la reflexión y el entendimiento acerca de lo que se entiende sobre él, por medio de este análisis aclara el significado y las practicas del amor que se imponen desde el contexto social, familiar y cultural. 

     Tan sólo para iniciar con el tema, el mito de la media naranja que nos coloca como seres incompletos en la búsqueda  de una pareja ideal para sentirnos plenos, es un ejemplo del amor romántico, luego, podemos citar los celos, la pasión eterna, el amor debe doler, ideas excesivas y condicionantes en forma negativa, pero si damos una mirada al entorno cultural podemos percibir algunas señales de cómo fue posible el aumento de los mitos, estamos rodeados de una constante hipersexualización, esto es centrar la atención en los atributos sexuales, desde canciones, novelas, poemas, anuncios de todo tipo de productos, hasta el enorme listado de series y películas cuyo tema reitera las formas en que “debe” ser el amor desde el engaño propagandístico que impone la cultura.

     Todo lo anterior deja de lado los elementos reales que nutren el amor, recordemos, los pilares son: Compromiso que suele confundirse con el dominio y la obsesión, intimidad y pasión. Estas bases en un vínculo se reafirman por nexos generados día a día, con ello se desencadenan reacciones químicas, hormonales, físicas, capaces de fortalecer los sentimientos mutuos, cuando no se tienen estas condiciones pronto se evidencia el desencanto, como en el caso de los amores virtuales o relaciones sentimentales cibernéticas carentes de contacto físico, risas, y conocimiento del lenguaje no verbal, circunstancias que al final dejan en claro el espejismo.

     Los factores determinantes para construir el amor no son fundamentales desde el escenario romántico, de acuerdo con la amplia investigación de la escritora, el bombardeo que los medios de comunicación ejercen en torno al amor sólo contribuyen a reafirmar los estereotipos, ya que:  

En general, la mitología romántica ha cobrado una importancia fundamental en el siglo XXI, hasta llegar a adquirir el estatus de utopía colectiva de carácter emocional. Esta utopía nos presenta el amor como una fuente de felicidad absoluta y de emociones compartidas que amortiguan la soledad a la que está condenado el ser humano. En un mundo tan competitivo e individualista como el nuestro, en el que los grupos se encuentran fragmentados en unidades familiares básicas, las personas encuentran en el amor romántico la forma de enfrentarse al mundo. El amor, es, en este sentido, un nexo idealizado de intimidad que se establece con otra persona y gracias al cual podemos sentir que alguien que nos escucha, nos apoya incondicionalmente y lucha con nosotros contra los obstáculos de la vida.[1]

   Ante esta realidad azarosa el trabajo de Coral Herrera es de vital importancia como medio explicativo y de razonamiento para quien duda sobre lo que busca en una pareja, de igual forma es un tema que afecta no sólo a mujeres, sino también a hombres influidos por practicas heredadas, no siempre correctas para fortalecer una conexión. Siendo el amor un concepto teórico que nos permite elaborar una base ideológica para nuestra identidad volvamos a retomar la investigación de la escritora que escribe: “El amor romántico es, en este sentido, un ideal mitificado por la cultura, pero con una gran carga machista, individualista, y egoísta. A través del amor romántico se nos enseña a relacionarnos, a reprimir nuestra sexualidad y orientarla hacia una sola persona. A través de las ficciones que creamos y los cuentos que nos contamos, aprendemos cómo debe de ser un hombre, y como debe de ser una mujer, y muchos seguimos estos modelos de masculinidad y feminidad tan limitados para poder integrarnos felizmente en esta sociedad y encontrar pareja.”[2]

  Su compromiso con el tema no sólo es a través de la escritura, en 2015 funda una comunidad llamada “El laboratorio del amor” espacio de acompañamiento y análisis, en dicha plataforma se encuentran talleres y debates centrados en tres ideas:

-          Ningún amor es ilegal

-          Lo romántico es político

-          Otras formas de quererse son posibles

    En este sitio tendrás la oportunidad de revisar diversos artículos, testimonios, cursos, una opción en la que puedes comprar un curso para una amiga, hermana, pareja, en fin, para ofrecerlo como regalo y también es posible solicitar beca para tomar un taller enviando correo. 

     Lo más importante al explorar dichas ideas es darse la oportunidad de continuar una revisión en torno al amor, ya que, como la antropóloga Marcela Lagarde en su libro Los cautiverios de las mujeres confirma: “La experiencia particular está determinada por las condiciones de vida que incluyen, además, la perspectiva ideológica a partir de la cual cada mujer tiene conciencia de sí y del mundo, de los límites de su persona y de los límites de su conocimiento, de su sabiduría, y de los confines de su universo”[3]. Lo cual es la certeza de que estamos incluidas en una estructura, pero no es exclusiva e inmutable, todo depende de nuestros alcances en la apertura de conciencia y dirección para tener en claro ¿Qué tipo de relación queremos construir?

 




[1] Herrera Gómez, Coral (17 sep. 2021) La construcción cultural del amor romántico, Haikita, https://haikita.blogspot.com/2012/02/la-construccion-sociocultural-del-amor.html  

[2] Ibidem.

[3] Marcela Lagarde, Los cautiverios de la mujer: Madresposas, monjas, putas. Presas y locas.  Universidad Nacional Autónoma de México, 2005, p.803.

viernes, 10 de septiembre de 2021

Asne Seierstad



Es una excepcional escritora y corresponsal de guerra en Europa. Nacida en Oslo, Noruega el 10 de febrero de 1970. Políglota, estudiosa del comportamiento humano y fiel defensora del importante trabajo ejercido por los periodistas en regiones conflictivas, su ardua investigación la ratifica como una autoridad en temas de sobrevivientes en zonas devastadas por luchas internas.

     Sobre cada una de sus misiones como corresponsal ha escrito un libro: Su estancia en Irak se recopila en Ciento y un días, donde narra a detalle cómo es la vida de una reportera de guerra, las represiones, los peligros de estar ahí, sin dejar de lado la historia que dio origen al golpe de estado, el sentir de la gente nativa, el miedo, la incertidumbre, la desazón por la que atraviesan las familias.

     De su experiencia en Afganistán publica El librero de Kabul, un best seller que se traduce a treinta idiomas pese a la demanda por difamación que el librero, Shah Muhammad Rais protagonista, interpuso en su contra. En esta crónica detalla, entre otras muchas circunstancias que debe vivir la mujer, cómo es llevar burka: “Llegué a detestar esta vestimenta porque aprieta la frente y provoca dolor de cabeza, la rejilla limita el campo de visión y dentro huele a cerrado y se suda mucho porque no deja pasar el aire. Hay que andar siempre con cuidado porque una no se ve los pies y se ensucia. La prenda molesta mucho. Pude experimentar que liberación es quitártela al volver a casa”[1]

    Acerca del conflicto en la ex Yugoslavia visita Serbia y surge de su búsqueda De espaldas al mundo donde el testimonio de catorce sobrevivientes es el hilo conductor para acercarnos un poco a cómo se vive una deportación, un extermino, una persecución por ser de una etnia diferente, temas que se creyeron superados en Europa sobresalen en esta región que termina en la disolución del país. Con respecto a la guerra en Chechenia El Ángel de Grozni representa lo que pudo vivir y observar de una acción separatista donde, como en todas las guerras, los niños son fundamentalmente abatidos, las mujeres ignoradas, los periodistas y activistas de derechos humanos tristemente silenciados.

    Un evento impensable ocurrido en su país durante julio de 2011 atrae su atención, los atentados de Utoya y Oslo. Después de una investigación profunda que incluye entrevistas y revisión en la vida del asesino concentra su trabajo en el libro Uno de los nuestros donde reúne datos de sobrevivientes a la matanza de 77 personas por el neonazi noruego.

     Centrando la atención en Afganistán, sobre todo por los dos eventos que ponen en los titulares a este país, uno de ellos, es el aniversario del atentado del 11 de septiembre de 2001, realizado por Al Qaeda y el segundo evento es la acelerada llegada del grupo Talibán a Kabul, el control del país en manos del grupo extremista representa un nuevo retroceso, la escritora reflexiona al respecto:

 ¿Cómo puede haber una democracia en un país donde el 80 o el 90 por ciento de la población es iletrada, en una sociedad donde se queman las escuelas para niñas, donde se asesinan trabajadores humanitarios afganos e internacionales y donde cualquier hombre cabeza de familia les dice a sus parientes por quién votar sin darles opción de elegir? […] (la democracia) tiene que ser construida desde adentro y por eso creo en una sola cosa para Afganistán: educación, educación, educación".[2]

     En resumen, acercarnos al trabajo de una escritora como Asne Seierstad cuyo estilo mezcla crónica,  testimonio y reflexión, nos permite leer la constancia de las atrocidades que provocan las guerras en todos estos ejemplos que ella atestigua, iniciadas por el odio, el ultranacionalismo, el deseo de poder y control, su escritura es un aporte  para todos, es la historia de los efectos desencadenados por las luchas armadas, es un medio para crear conciencia. Nada nos hace más irracionales que la violencia y el acto de someter y reprimir a quienes no comparten nuestro pensar, Asne también es un ejemplo de nobleza, un tipo de bondad que no necesita propaganda para ser formidable, con una parte de sus ganancias de El librero de Kabul construyó una escuela para mujeres en Afganistán, en una entrevista nos cuenta:

Entonces me dije, ¿qué puedo hacer por Afganistán? Así que construí una escuela. Es una escuela de 500 niñas que van en dos turnos, así que son 1000 niñas al día. Lleva 17 años funcionando, así que ha habido muchas niñas. Y muchas de ellas han continuado hasta un nivel superior en Kabul, porque ese es otro de los problemas de la educación en Afganistán, muchas niñas sólo van 3 años, 5 años, 7 años, y luego las casan. Esta escuela da a las niñas la posibilidad de continuar a un nivel superior, mientras que la mayoría no.[3]

     Dicha escritora representa al ser humano dispuesto a dar y hacer, sin que le sea necesario la difusión de sus actos de empatía; como parte de su trabajo periodístico pone el dedo en la llaga y deja claro que: la guerra sigue siendo la protagonista de nuestra historia a pesar de los siglos, de los avances tecnológicos, del progreso en diversos ámbitos, y sin duda, determinará el futuro de las generaciones que la sobreviven.



[1] Asne Seierstad, El librero de Kabul, Maeva, Madrid, 2005.p. 6.  

[2] “La delantera noruega” (10 de septiembre 2021). Semana. https://www.semana.com/la-delantera-noruega/82826-3/

[3] Hadad, M. (04 de septiembre de 2021 ) “Åsne Seierstad, autora de un libro clave sobre Afganistán: “Los talibanes no enviarán a las niñas a casa, pero... ¿qué les enseñarán en los colegios?” https://www.infobae.com/america/mundo/2021/09/04

viernes, 3 de septiembre de 2021

Alejandra Pizarnik

 

“Ese espejo me recuerda mi desventura:

somos dos y no una sola persona.”

Silvina Ocampo.




Esta revisión por la obra de escritoras que decidieron terminar con su vida la encabeza la poeta Pizarnik. Su mixtura de talento y autodestrucción en lucha constante terminó por dominar la pugna con el trance final. Alejandra Flora Pizarnik nace el 29 de abril de 1936 en Avellaneda, Argentina, poeta, periodista, dramaturga, traductora, identificada con el surrealismo; hija de padres judío-rusos que salen de Europa tras el azote de la Segunda Guerra Mundial. La migración fue tan urgente, que cuando se instalaron en el continente americano no hablaban español, sin embargo, la familia florece.

     Con toda esta historia de supervivencia de los padres, Alejandra se acerca al tema de la muerte, su desencanto se alimenta de lo sucedido por las prácticas políticas represivas de Hitler y Stalin, por ellas perdió buen número de familiares que no lograron salir de Europa, dolor que será parte de su sobrecarga existencial.

    También se suman la falta de claridad en su sexualidad, su imposibilidad para conectarse con la vida son parte de los quebrantos con los que forma su destino, desde muy joven asiste a terapias de psicoanálisis para aliviarse. Cuando Alejandra termina los estudios de bachillerato su autoestima se construye con deficiencias, se siente fea, se viste con estilo masculino, tiene sobrepeso, acné, pero ante ello sus habilidades para las letras le van formando un reconocimiento, representan un ancla, apta para dominar a sus demonios por algunos años, ya en esta etapa temprana de su vida las anfetaminas para el control de peso, barbitúricos y somníferos son parte del apoyo, el dolor de la existencia la agobia sin tregua. De hecho, a pesar de sus amplias relaciones con grupos intelectuales de la época, ella afirmaría: “No soy de este mundo”.

    Gracias a su talento hizo una carrera en el mundo del periodismo debido a contribuciones para importantes revistas latinoamericanas, como: Sur; Zona Franca; La Nación; Revista Nacional de Cultura; La Gaceta; La Estafeta Literaria, etc. Realizó entrevistas a grandes intelectuales como: Simone de Beauvior, Margarite Duras. Su variado trabajo literario que va de los géneros periodísticos, la traducción, el teatro y la poesía, refugio en el que instala un listado recurrente de símbolos que la representan: la infancia, la noche, el viento, la melancolía, la muerte, y el espejo, este último en concreto es la confesión de ella reflejada y constante en su trabajo, como se ve en el poema “Árbol de Diana”:

El poema que no digo,

el que no merezco.

Miedo de ser dos

camino del espejo:

alguien en mí dormido

me come y me bebe.[1]

 

     En su escrito titulado La condesa sangrienta desentraña obsesiones de la aristócrata Erzsébet Báthory que asesino a cientos de jóvenes, sin embargo, como en la poesía, también en la prosa es posible reconocerle, un momento es cuando comenta: “Un color invariable rige al melancólico: su interior es un espacio de color de luto, nada pasa allí, nadie pasa”[2] a medida que se estudia su trabajo queda anulada la sutileza, ella se instala frente a su espejo y se desnuda para después confesarse por medio de la escritura, y así declaró:

Creo que la melancolía es, en suma, un problema musical: una disonancia, un ritmo trastornado. Mientras afuera todo sucede con un ritmo vertiginoso de cascada, adentro hay una lentitud exhausta de gota de agua que cae de tanto en tanto. De allí que ese afuera contemplado desde el adentro melancólico resulte absurdo e irreal y constituya la farsa que todos tenemos que representar[3]

     Después de dos intentos de suicidio los últimos años de su vida estuvieron marcados por serias crisis depresivas. Pasó sus últimos meses internada en un centro psiquiátrico de Buenos Aires, sale con permiso un fin de semana, el mismo del 25 de septiembre de 1972 cuando se prepara para que la tercera vez sea la efectiva. Con una sobredosis de secobarbital muere a los 36 años en su departamento, dejando unos últimos versos, donde reafirma: “No quiero ir nada más que hasta el fondo”.

     Posterior a su muerte, sus amigas se dedican a resguardar los escritos diseminados, ellas concuerdan en sacarlos del país, pues la convulsa época de los setenta en Argentina alerta para que no permanezcan ahí, así es como un tiempo Julio Cortázar los resguarda, para más tarde nombrar albacea a su amiga Ana Becciu.

    Patricia Venti, una de las biógrafas más centradas en la revisión de su trabajo y su vida, muchas veces vueltos uno solo, dice: “Pizarnik gestó su identidad desde un sentimiento de excepcionalidad, y creer que estaba predestinada a ser una gran escritora le sirvió para justificar su fracaso en la vida personal”[4]. Todo su trabajo señala tormento, pérdida de gusto, cansancio existencial. En un trabajo sobre narcisismo y suicidio recién publicado en el año 2000 se analiza:

La melancolía sería la desintegración del narcisismo psíquico, y al ocurrir esto surge el rechazo de la persona física: la autodestrucción somática, estaríamos frente a la psicosis persecutoria sin proyección […] La modalidad de separar el self mental del corporal y mediante esta escisión mente-cuerpo se niega, proyecta, e idealiza. Las consecuencias son variadas: delirios e ilusiones somáticos, fenómeno fantasma, postura catatónica, hipocondría maligna, trastornos psicofisiológicos, despersonalización, nihilismo corporal, automutilaciones, suicidio”[5]

   Mucho se puede decir de la forma como decidió dejar de vivir, tal vez sólo sea oportuno la reiteración del tema para tratar de influir en las nuevas generaciones y alertar sobre esta lamentable determinación. Sin duda, el legado que dejó es amplio y diverso, con toda su poderosa escritura su partida nos provoca un ansia por imaginar, ¿Y qué otros confines hubiera analizado y compartido?

 



[1] Alejandra Pizarnik, Árbol de Diana, Ediciones El Salvaje Refinado, Delaware, 2003. p. 7

[2] Alejandra Pizarnik, Prosa completa, Lumen, Barcelona, 2001. p. 290

[3] Ibíd. p. 291

[4] Patricia Venti, La escritura invisible: el discurso autobiográfico en Alejandra Pizarnik, Anthropos, Barcelona, 2018. p. 55

[5] Hernán Solís Garza, Los que se creen dioses: Estudios sobre el narcisismo, Plaza y Valdez, México, 2000. P. 23. 



Dorothy Parker

  Escritora y crítica estadounidense, importante intelectual de los años veinte, nace en el estado de Nueva Jersey el 22 de agosto de 1893...