Poeta
e intelectual de nombre Karoline Friederike Louise Maximiliane Von Günderrode nacida
en Karlsruhe, Alemania un 11 de febrero de 1780, hija de nobles, pero con un
destino difícil, sus padres mueren y ella y sus hermanos sobrevivientes quedan
a cargo de preceptores, sin el calor de un hogar y los abrazos familiares, desde
los 17 años vivió en la fundación Cronstetten-Hynsperg, una residencia
evangélica de señoritas pobres casaderas de Frankfurt como pensionista, estudió
filosofía, historia, literatura y mitología, como otros escritores de la época,
en la fundación conoce a Bettina Brentano y la amistad florece, mantienen una
constante correspondencia de la cual se publica un libro, mismo Karoline ya no
verá.
Forma parte del romanticismo alemán nacido
en 1800, se reproduce en todos los artistas de la época, esa excesiva melancolía
que los lleva al ímpetu y tormento, en ocasiones con excesos, en otras
con un fuerte apego a la depresión, el punto central es un nocivo deseo de
romantizar la muerte a temprana edad, dejar este mundo por decisión propia pese
a todas las cargas ideológicas, sociales, religiosas y culturales, se ve el
acto del suicidio como algo atractivo, se suma a esta tendencia el libro
Las
penas del joven Werther, de Johann Wolfgang von Goethe, que marca
toda una tendencia nunca antes vista. En 1775, la ciudad de Leipzig prohibió la
publicación de Las penas del joven Werther, ya que el libro era
"una incitación al suicidio" el fenómeno se fue expandiendo por diversas
ciudades alemanas, a la par crece la fama de la novela, los jóvenes se visten como
el protagonista, se hacen afiches del personaje, se vuelve una moda,
desafortunadamente también aumentan los suicidios.[1] Y se comienza a
categorizar como suicidio por amor, mismo que se llevó a muchos jóvenes que vivían
con lo que se llamó, una enfermedad anímica, al parecer contagiosa a partir de
un libro, este fenómeno se dio en varios países de Europa, y fue el tipo de
suicidio de la escritora Karoline Von, quien escribió algunos versos
confesionales, como en los siguientes:
“Todo vacío, todo
mudo está,
ya nada me
contenta;
ni aroman los
perfumes
ni los aires
refrescan;
¡mi
corazón está tan melancólico!”[2]
De sus dos relaciones amorosas ninguna
floreció, Era un otoño de 1806, tenía veintiséis años, enamorada de un profesor
casado, que prometió dejar a la esposa pero eso nunca paso, por el contrario,
rompen su relación y Karoline decide retirarse de este mundo, antes de ello escribió
su último poema, dedicado a su último amante: "Amor en todas partes"
en donde un verso lapidario declara: “perdido está aquel sin fortuna en el
amor,”[3], así, estimulada por un contexto
que mira como héroes a los jóvenes que deciden limitar su tiempo en esta vida, muere
al enterrar un estilete de mango de plata, (una daga picuda y larga) en su
corazón, al día siguiente, en las orillas del río Rin se descubrió su cadáver
flotando en el agua, con un vestido rojo y una toalla llena de piedras.
El acto del suicidio considerado un pecado
en la religión católica la excluye, su entierro no fue en tierra santa. Como
epitafio para su tumba, había dejado elegido unos versos hindúes que conoció gracias
al poeta Herder, estos son:
Tú, tierra, madre
mía, y tú, soplo, mi nodriza.
Sagrado fuego,
amigo mío, y tú, oh hermano torrente.
Y mi padre, el
éter, a todos con veneración
doy gracias; ahí
he vivido con vosotros.
Y ahora parto al
otro mundo, con gusto os dejo.
Adiós, hermano y
amigo, padre y madre, adiós.[4]
La muerte de Karoline von Günderrode ¿pudo
verse influenciada por el contexto social? Se sabe que la popularidad de la
novela de Goethe fue capaz de impulsar los eventos, porque en muchas de las
muertes de jóvenes dejaban un comentario, un párrafo, una frase, algo que hacía
alusión a Werther, la ola de suicidios del siglo XVIII y hasta principios
del XIX suelen atribuirse al llamado “efecto Werther” que se desencadena en Alemania,
Italia, Austria y Dinamarca, también tiene el nombre de “efecto copycat”, y es
más probable que se produzca cuando el modelo es una persona famosa, por el efecto
imitativo de la conducta suicida; historiadores afirman, por ejemplo, que después
del suicidio de Marilyn Monroe se incrementaron de forma considerable, hecho
que se atribuye a la influencia representada en la publicidad, su efecto social,
y los momentos difíciles de muchos jóvenes provocan la decisión; pues bien, Pascual
Riesco Chueca (2006) de la Universidad de Sevilla aclara: “El suicidio
romántico no es sino la respuesta extrema a un amor no correspondido. Flor de
la vida intensa, martirologio y apoteosis es una nueva ubicación de la función
estética, que elige el fragmento como tropo primordial.”[5] Una breve vida, antes que tolerar
más dolor.
[3] Karoline von Günderrode, “Amor en
todas partes”, https://www.epdlp.com/texto.php?id2=19043.
[5] Pascual Riesco Chueca, “En los
bordes del abismo: muerte trágica en el clasicismo y romanticismo alemán,”
Universidad de Sevilla, 2006, p.3.
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