domingo, 20 de febrero de 2022

Josefina Vicens

 





¿Cuántos libros debe publicar una escritora para ser reconocida? ¿Cuánta carrera intelectual se debe cumplir para alcanzar los requisitos de ser considerada artista de las letras? Claro que son preguntas retóricas porque el trabajo de las mujeres creadoras toma rumbos siempre marcados por su condición existencial, en este caso Josefina Vicens es un brillante ejemplo de una ruta alterna para llegar a la literaria. Ella fue escritora, guionista, crítica de cine, cronista taurina, periodista mexicana nacida en Tabasco el 23 de noviembre de 1911, su madre mexicana, su padre español y la necesidad de integrarse al mercado laboral para ayudar con la familia la hacen concluir una carrera comercial, así que su ocupación literaria fue hecha de forma autodidacta. Casada con un amigo homosexual, como parte de una muy buena fachada para ambos que tenían preferencias sexuales diferentes a la mayoría.

     Los años laborales la llevan a emplearse como secretaria en las oficinas de Transportes México-Puebla, para luego integrarse con el mismo puesto en el Departamento Agrario cuya estancia la hace entrar en contacto con el sitio donde trabajaría posteriormente, la Confederación Nacional Campesina, en ella ejerce el cargo de Secretaria de Acción Femenil que dio lugar a las ligas femeninas y desde esa tribuna comenzó a impulsar la igualdad de condiciones en el ámbito laboral, por esta ruta es como llega a la Academia Mexicana de Artes y Ciencias, ya como una reconocida guionista y después con un puesto en la Sociedad Nacional de Escritores de México, para el cual se sumó su experiencia en el periodismo como es notorio su desempeño laboral no comienza en el área literaria, sin embargo, parte de su trabajo en cada uno de sus empleos fue escribir y analizar. En su basta trayectoria emplea seudónimos masculinos para publicar crónicas taurinas bajo el nombre de Pepe Faroles; luego los artículos sobre política los firma como José García y los temas sobre feminismo se los deja a Diógenes García, como jugando con su identidad la peque, como le llamaban, recurre a muchos nombres para registrar su ingreso al trabajo, un día era Cleopatra, otro Ana Karenina y por medio de este uso del lenguaje busca sacar de las necesidades laborales el registro de los nombres en la entrada al trabajo.

     Con su particular estilo desarrolla temas que le importan y en el contexto literario centra su atención en la identidad, tal vez para desentrañar una parte de ella misma. Su estilo no cabe en ninguna corriente literaria del siglo XX.  Sus dos únicas novelas están separadas por 24 años la primera fue El libro vacío (1958) por la cual recibe el premio Xavier Villaurrutia ese mismo año de la publicación, en este trabajo el personaje principal hace un recorrido por sus vivencias para liberar la frustración que lo habita debido a su obsesión por la escritura, y haciendo un repaso de sí mismo el protagonista dice:

Recuerdo, por ejemplo, mi decisión de ser marino. Nada en el mundo me hará cambiar de idea -pensaba yo entonces-. (…) Mi padre, en cambio, pronunció un dramático discurso del que sólo pude entender que yo era el único hijo hombre, la esperanza de su vejez y el protector de mis hermanas. Recuerdo que a medida que mi padre hablaba me invadía una especie de asfixia: por lo que sentí el horror de estar encarcelado, condenado sin remedio[1]

     Se trata de una novela que acumula los deberes de los hombres, pero también de las mujeres y los desarrolla en una brillante muestra de identidades presentes en los años 50 dentro de la sociedad mexicana. Sobre Los años falsos (1982) la muerte es un tema presente, como un hilo conductor apoyado de la soledad, la lucha de géneros y, sobre todo, la imposibilidad de alcanzarse a sí mismo, otra gran escritora opina sobre esta obra: “Desentraña la artificialidad de la realidad. Habla de cómo nos hacemos en la infancia, de cómo suena el lenguaje y se leen los gestos de los demás a los ocho, diez, doce años. De como nos enseñan a querer, a entender, pese a que dentro de nosotros hay una sabiduría que se va viendo maniatada, asfixiada. De como la vida, que sabemos maravillosa, con una fresca naturalidad, se convierte en una barroca mediocridad”[2]

    Así que, de vuelta a las preguntas iniciales, las respuestas son muy amplias, pero básicamente el número de publicaciones no hace imprescindible la obra de una escritora y tampoco la carrera con la cual decide conseguir recursos para cubrir sus necesidades, lo importante para que una escritora se distinga siempre será la búsqueda de una perspectiva que permita plantear un tema mucha veces utilizado, pero desarrollado de forma fenomenal y sorprendente, tal cual lo hizo Josefina Vicens, quien fallece en la ciudad de México el 22 de noviembre de 1988.








[1] Josefina Vicens, El Libro vacío, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, p.73.

[2] María Luisa Puga, “El hecho brutal en la escritura de Josefina Vicens” Hojas Sueltas, revista trimestral, México, 1984. Núm.14,


jueves, 3 de febrero de 2022

Ana Teresa Torres

 


Novelista, investigadora, cronista, psicóloga  y profesora venezolana nacida en Caracas el 6 de julio de 1945, pasa sus años de adolescencia en Madrid, después de la muerte de su madre, pero en 1964 vuelve a Caracas y se gradúa en psicología en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) es fundadora de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas, por varios años ejerce dos profesiones, hasta que con “Retrato frente al mar” recibe el premio de cuentos anual del diario El Nacional en 1984 y se decide por la escritura.

      A partir de entonces cosecha un buen número de reconocimientos que sólo confirman su destacada importancia en el arte verbal, todo su trabajo literario centra la atención en la voz femenina en medio de diversos contextos históricos, así como en la naturaleza social de la sociedad caraqueña. Su primera novela es El exilio del tiempo escrita en 1990, a esta le siguen Doña Inés contra el olvido publicada en 1992, novela histórica que recibe el premio Pegasus de literatura 1998 a la mejor novela venezolana de la década, la autora ha reconocido que se inspiró en la obra Noticias del imperio del mexicano Fernando del Paso. En ella se da a la tarea de inspeccionar por medio de su personaje principal, Doña Inés, su acercamiento a la historia de su natal Venezuela, acentuando el papel de la mujer en los procesos históricos ante lo cual dice: “El problema no se mitiga escribiendo una novela en la cual la protagonista sea una heroica y maravillosa mujer. No, no tiene nada que ver con eso. La historia de la que estoy hablando no es de las grandes batallas, ni de las independencias y revoluciones, a la que tan aficionados somos los latinoamericanos. La historia es ese tejido social que atraviesa la reproducción y creación cotidiana de la vida que ocurre todos los días”.[1]

     Estos rasgos en su narrativa se ubican dentro de los discursos de la intrahistoria definida esta: “Como una visión de la historia desde los márgenes del poder y tiene como protagonistas a personajes cuya tensión entre espacio de experiencia o habitus y horizonte de espera resulta en una conciencia del subalterno de un pasado y de un futuro muy distante a los de la historia oficial”.[2]  Después su libro Malena de cinco mundos escrita en 1997 juega con el tema de la reencarnación y lleva a su personaje por cinco momentos históricos; en 1999 Los últimos espectadores del acorazado Potemkin es merecedora del premio municipal de narrativa del Distrito Federal y es finalista del certamen Rómulo Gallegos; el libro donde se recopilan sus ensayos A beneficio de inventario es publicado en el 2000 y en 2001 publica la novela erótica La favorita del señor; ese mismo año recibe el prestigiado Premio Anna Seghers otorgado por su amplia trayectoria e importancia.

     En el año 2006 publica su novela distópica Nocturama, donde centra su atención en la identidad desgarrada de Ulises Zero en medio de un infierno citadino, sombrío, sin memoria. Hay análisis de esta novela que ven claramente una alegoría decadente de la nación venezolana en sus alusiones, con un futuro poco prometedor. Dos años después, en 2008 nos presenta una saga policial llamada La fascinación de la víctima, como muestra de su gran versatilidad imaginativa, pero sin dejar de lado sus temáticas centrales.

      Sobre la historia de las ideas de su país escribe en 2009 el libro La herencia de la tribu. Del mito de independencia a la Revolución Bolivariana su aporte en este trabajo analiza con base psicológica aspectos político-histórico que busca desentrañar las causas de las actuales circunstancias políticas del pueblo venezolano en las cuales se entremezclan el mito bolivariano y el mito democrático pero sobre todo remarca la importancia que tuvo el discurso chavista en el convencimiento de la población que lo siguió, el desencanto de la clase media, y el éxodo de un porcentaje importante de población trabajadora. La escribana del viento es una novela del 2013 centrada en un acontecimiento ocurrido en el siglo XVII en contra del obispo fray Mauro de Tovar.

    Esa misma voluntad extrema en su comprometida escritura se complementa con sus artículos en prensa y diversas acciones de resistencia de la sociedad civil en la asociación “Gente de la cultura” y “Pen Venezuela”, frente al régimen instaurado en su país, parte de esa aportación es su emblemático libro Diario en ruinas que va de 1998-2017 y cuya característica es acercarnos a la realidad venezolana por medio de su crónica bien condimentada de realismo en torno a la situación política de esa nación. En este libro ella va narrando desde las elecciones de 1998, como el ambiente y la expectativa que se crea en torno al régimen chavista se va transformando en algo más allá del aspecto dictatorial, hasta llegar al totalitarismo mafioso que ignora toda institución existente para instaurar un descarado saqueo en manos de unos pocos. En Diario en ruinas reflexiona:

 No sé si alguien habrá llevado la cuenta de todas las instancias creadas desde 1999; de todos los ministerios, viceministros, estados mayores, de todas las misiones, propósitos, proyectos, iniciativas, estructuras y subestructuras urbanas y rurales arrumbadas y olvidadas en el gran archivo de la nada. Valdría la pena el listado, por ejemplo, la ruta de la empanada, las arepas socialistas, o el cultivo organopónico (o hidropónico) en la avenida México de Caracas y también el eje Orinoco-Apure; el proyecto bandera de Jorge Giordani. Nadie cree ya en nada de eso. [3]

     Ana Teresa Torres demuestra con su trabajo la responsabilidad de los intelectuales frente a los movimientos sociales que agobian una sociedad, y por lo mismo comenta: “El compromiso del escritor radica en que es un ciudadano. No tiene una obligación distinta a la del resto. En nuestro caso, que es el que nos interesa ahora, creo que, en general, los intelectuales han demostrado mucho compromiso, han tenido una actuación permanente con respecto a la situación del país”.[4]

    El pesar que vive su gente lo retrata como fiel reportera de los días que agobian Venezuela por la meritocracia y la elite corrupta urgida por apoderarse de los recursos naturales: en uno de sus escritos y firmado por muchos otros escritores “Libertad bajo palabra. Gente del Libro” en El Nacional el 19 de julio de 2017 nos recuerdan: “Nos encontramos, insistimos, en los días más difíciles de la República. Las enfermedades han regresado a las salas de nuestras casas; la miseria humana recorre nuestras calles y avenidas, mostrando lo peor de nosotros mismos. Pero aun en este tiempo, nos sostenemos en las luchas libradas a través de la palabra por nuestros ancestros […] Es necesario enfrentar la militarización de la sociedad, a los arrebatados de siempre en nuestra historia, los peores entre nosotros”. [5] No dudes en aproximarte a su palabra, a su reflexión y análisis, porque estarás acercándote a un conocimiento más real y fundamentado sobre una de las realidades más golpeadas de nuestra América Latina. 

 




[2] Luz Marina Rivas, La novela intrahistórica: Tres miradas femeninas de la historia venezolana. Ediciones el otro, el mismo. Mérida Venezuela, 2004. p.88.

[4] Diego Arroyo Gil, Entrevista con Ana Teresa Torres, ¿“Cómo se recompone una sociedad que se ha acostumbrado a que cualquier crimen es posible?” Runrun es. Jul. 05,2016.https://runrun.es/investigacion/269278/ana-teresa-torres-como-se-recompone-una-sociedad-que-se-ha-acostumbrado-a-que-cualquier-crimen-es-posible/


Dorothy Parker

  Escritora y crítica estadounidense, importante intelectual de los años veinte, nace en el estado de Nueva Jersey el 22 de agosto de 1893...