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jueves, 27 de febrero de 2025

Adela Zamudio



Paz Juana Plácida Adela Rafaela Zamudio Ribero es una poetisa, novelista, pedagoga y defensora de los derechos de la mujer nacida el 11 de octubre de 1854 en Cochabamba, Bolivia, hija de un propietario minero comienza sus estudios en el Beaterio de San Alberto, único lugar en donde las hijas de las familias acaudaladas podían acceder a la educación, transcurriendo su infancia en el seno de una familia bien posicionada,  lo que no la aísla de la realidad, rodeada de indígenas, mineros y gamonales conoce su entorno natural, observación y silencio marcan su melancolía y sensibilidad durante esos años de contemplación y crecimiento. Desde pequeña se distingue por su curiosidad e inteligencia pues comienza a escribir sus primeros versos en la adolescencia, su estilo, de tono romántico la lleva a la publicación en folletines y periódicos locales bajo el seudónimo de Soledad; es hasta 1877 cuando se publican ya en El Heraldo de Cochabamba, esos primeros versos, en un principio románticos van cambiando hacia un estilo más doliente y real.

      Ya con más de veinte años su familia sufre una crisis económica de la que no se recuperan, esto no impide que ella se transforme en la primera mujer en alzar la voz en defensa de la condición femenina, comenzando con romper el ideal femenino designado para las mujeres en el siglo XIX formado por tres elementos: “el amor, el matrimonio y la maternidad” a los que se niega y en su lugar se mantiene al cuidado de su madre enferma, realizando estudios, escribiendo y aportando apoyo a su familia.[1]

     Pero vayamos a los datos que nos harán entender el significativo aporte de la escritora, Bolivia a mediados del siglo XIX era un país rural, cuya lengua principal era el quechua y cuyos gobiernos eran representantes de una minoría con un apoyo militar indiscutible, hasta que a finales del siglo se instala un gobierno republicano que da inicio a la modernidad del país, tiempo en el cual la escritora termina su preparación oficial, pero no contenta con eso aprovecho el tiempo estudiando de forma autodidacta a grandes autores representativos de la filosofía y de la literatura universal, de ahí su reconocimiento, ya que, a pesar de encontrarse en un contexto complicado para la mujer supo abrirse paso. Reconociendo el talento de su hija, Adolfo Zamudio publicó en Buenos Aires el primer libro de los poemas de la escritora llamado Ensayos poéticos en donde por primera utiliza su nombre y su trabajo literario se hace visible en toda Latinoamérica. 

      Dedicada a la docencia, la asistencia social, la literatura y al cuidado de su padre, después de perder a su madre y a sus hermanos, se convierte en una líder, iniciadora en su país de una larga lucha que las mujeres hemos vivido a lo largo de los siglos, sobresale su trabajo en el magisterio, donde proyectaba renovaciones para la actuación pública de la mujer, también se une al liberalismo político de su país involucrándose a finales del siglo XIX.

     Desde su posición como directora de la Escuela de San Alberto expresó sus inquietudes pedagógicas en artículos y conferencias criticando la realidad educativa y social, buscando salir del convencionalismo y las tradiciones obsoletas que frenaban el desarrollo de la mujer, planteando la apertura a una educación popular y laica, llegando incluso a criticar el poder que la iglesia conservaba, cuando comienza a expresar estas ideas revolucionarias para su época y para la sociedad boliviana fue retirada de su puesto de directora y obligada a jubilarse en 1925.

     El rico aporte literario que la escritora nos deja va desde una novela llamada Intimas publicada en 1913 y del mismo año el cuento Paisajes, libros de poesía que sacaron ámpula a la clase social más conservadora, con sus poemas Quo Vadis y Nacer hombre el primero le valió un testimonio de desagravio enviado al Papa León XII y el segundo poema se volvió un himno para la naciente mujer que buscaba una liberación de sus acciones.

      El tono melancólico, ya lejos del romanticismo, con clara influencia del modernismo que en América fue la corriente literaria principal a principios del siglo XX marcan su trabajo y le dan un contexto transgresor y único. Hasta el final de su vida hizo aportes significativos, como el apoyo que mostró para la Ley de Divorcio en 1926.

    En un ritual por demás excepcional, en Cochabamba su ciudad natal y en la plaza principal, un 14 de septiembre de 1926 el gobierno convoca a un acto en el cual la poetisa es coronada a los 71 años, frente a una multitud como reconocimiento a los valores humanos y literarios que difundió toda su vida, dos años más tarde, Adela Zamudio muere un 2 de junio de 1928. Mediante un decreto presidencial a partir de 1980 se establece el 11 de octubre como el día de la mujer boliviana, fecha en que se conmemora su nacimiento. Aquí uno de sus poemas:

 

                                                                    Nacer hombre


Cuánto trabajo ella pasa

por corregir la torpeza

de su esposo, y en la casa,

(Permitidme que me asombre).

tan inepto como fatuo,

sigue él siendo la cabeza,

¡porque es hombre!

 

Si algunos versos escribe,

de alguno esos versos son,

que ella sólo los suscribe.

(Permitidme que me asombre).

Si ese alguno no es poeta,

Por qué tal suposición

¡Porque es hombre!

 

Una mujer superior

En elecciones no vota,

Y vota el pillo peor.

(Permitidme que me asombre).

Con tal que aprenda a firmar

Puede votar un idiota,

¡Porque es hombre!

 

Él se abate y bebe o juega.

en un revés de la suerte:

Ella sufre, lucha y ruega.

(Permitidme que me asombre).

Que a ella se llame el “ser débil”

y a él se le llame el “ser fuerte”.

¡Porque es hombre!

 

Ella debe perdonar

siéndole su esposo in­fiel;

pero él se puede vengar.

(Permitidme que me asombre).

En un caso semejante

hasta puede matar él,

¡Porque es hombre!

 

Oh, mortal privilegiado,

que de perfecto y cabal

¡Gozas seguro renombre!

En todo caso, para esto,

te ha bastado

nacer hombre.[1]

 




[1] Dora Cajías de Villa Gómez, Adela Zamudio, transgresora de su tiempo, Ministerio de desarrollo humano, La Paz, Bolivia, 1997, p. 17-60.

[2] Poesía de Adela Zamudio, Editorial Comunicarte, p. 5.


viernes, 24 de enero de 2025

Nadia Anjuman

 


Poeta afgana nacida el 27 de diciembre de 1980 en la ciudad de Herat, la capital cultural del país desde hace más de 5,000 años y que terminó en ruinas con la llegada del grupo extremista talibán. Siendo la sexta hija de una extensa familia siempre mostró inquietud por aprender, fue en 1995 que el gobierno local es derrocado por el régimen talibán, con su llegada se suspende la educación para las mujeres, de hecho, se destruyen varios recintos educativos. Pero estos hechos no detienen la inquietud de aprender de muchas mujeres, Nadia Anjuman, con un grupo de amigas asisten a una escuela de costura llamada “La aguja de oro” que en realidad era un círculo de lectura en el que se reunían tres veces por semana, ese espacio era para las mujeres, en él seguían estudiando la literatura mundial, leer y debatir en torno a obras literarias o escuchar conferencias que eran impartidas en la Universidad de Herat, conocieron  autores libros que iban desde Shakespeare, Balzac, Joyce, hasta Tolstoi y Dostoievski.

     Asistir a ese taller era exponer la vida, pero también era nutrirla, si le descubrían sería encarcelaba, podía ser torturada, incluso lapidada, eso era lo de menos ante el hecho de descubrir lo que le complacía. Las reuniones se planificaban para cubrir las apariencias, se llevaban materiales de costura, los libros pertenecían al profesor que dirigía el taller, algunas de ellas llevaban a sus hijos, les dejaban jugando en la calle, pidiéndoles que si se acercaba la policía religiosa les advirtiesen para esconder los libros y retomar la costura. Parece una historia de ciencia ficción en donde los libros no pueden ser tocados por las mujeres, pero no, esta es la realidad de las jóvenes afganas.

     Afortunadamente nunca se les descubrió, en esos años fue creciendo el interés de Nadia, así que se acercó a su profesor para aprender a escribir poesía farsi, propia de su cultura y con una guía efectiva pronto encontró su voz. Para la tradición afgana el canto es la forma de escribir poesía, a través de composiciones llamadas landays. Este origen viene de los pastún, una sociedad tribal musulmana predominante en esa región. Dos de sus grandes influencias fueron los poetas afganos Hafiz Shirazi y Bidel Dehlavi.

     Debido a la invasión estadounidense en 2001 cae el régimen talibán y el sol vuelve a brillar momentáneamente, Nadia retoma los estudios a nivel universitario en el departamento de lenguas y literatura farsi en donde destaca como alumna, una de sus prácticas fue una visita a Irán en donde tuvo la oportunidad de reunirse e intercambiar ideas con poetas iraníes.

     Impulsada por el momento que vive publica su primer libro “Flor ahumada” que tiene un buen recibimiento en Afganistán, Pakistán e Irán. Sin embargo, como toda mujer afgana los padres insistían en que debía casarse, en esa sociedad desde los catorce o quince años contraen matrimonio, por lo regular arreglado, y van a vivir a casa del esposo, que casi siempre comparte vivienda con sus padres y otros familiares.

     Ella esquivó el momento lo más que pudo, estudiar y escribir era lo que más le interesaba, hasta que ya es inevitable, es entonces cuando se casa con un funcionario de la universidad de Herat. Ya conquistada, el marido comienza a controlarla, las prohibiciones fueron en aumento, no le permite escribir, si llega a encontrarla haciéndolo la golpea, es entonces cuando para ella comienza la oscuridad. En 2005 nace su primer hijo, en ese país donde tiene más peso la religión que la razón, motivo por el cual el esposo mantiene la opresión de la poetisa, le prohíbe asistir a las reuniones literarias, o participar en cualquier evento pues para él y su familia era una vergüenza que una mujer escribiera, sin importar que los temas de sus poemas fueran el amor, la belleza y la realidad existencial.

     El nivel de violencia fue creciendo, el marido sentía celos del talento nato de la poeta, se sentía menos porque ella era reconocida y admirada por sus profesores, así como por la gente que sabía que era una poetisa, el malestar del hombre llega a su máxima expresión y es así como Nadia Anjuman muere el 4 de noviembre de 2005, a la edad de 25 años como consecuencia de una golpiza propinada por el marido y la madre de este, el pretexto para violentarla fue que quería reunirse con sus familiares, como se acostumbra en el último día del Ramadán. La rudeza fue tal que estuvo inconsciente, luego de cuatro horas el marido accede a llevarla a un hospital, el taxista que fue testigo directo asegura que al subirla al taxi ella ya no tenia vida. Con afán de librarse de los cargos el esposo declaró que se había suicidado tomando un veneno, aunque también acepto haberle pegado, por supuesto, prohibió que se le realizara una autopsia para esclarecer lo sucedido.[1]

     De todo el daño que le hicieron a su cuerpo destacó una profunda herida en la cabeza. La decisión de las autoridades fue encarcelarlo con una sentencia de cinco años, pero por causa de la intervención de los ancianos tribales de Herat, se le solicitó al padre de Nadia el perdón, hecho que sucedió y luego de unos meses fue liberado. El papá de Nadia muere poco después de los hechos. Su hijo de seis meses quedó bajo la custodia del marido.

     Su voz no se apagó, al contrario, antes de los acontecimientos, el segundo libro de poesía de Nadia Anjuman ya estaba lista para impresión, así que fue publicado y también se reimprimió su primer libro otras tres veces. Su obra ha sido traducida a varios idiomas, y la corresponsal de guerra Christina Lamb ha difundido su historia[2]

     Por difícil que parezca esto sucede todavía en el siglo XXI, la historia de Nadia Anjuman tiene un poco de visibilidad por su trabajo literario, pero sin duda suceden este tipo de actos de forma continuo. La situación de Afganistán en donde el retraso tecnológico, la guerra, el fanatismo religioso y la misógina hace más problemático el libre desarrollo de las mujeres es el cruel ejemplo de que todavía en algunas regiones del planeta la mujer no tiene libertad para actuar. La poesía de Nadia Anjuman retrata de forma hiperrealista las circunstancia a las cuales se enfrentan el género femenino de esa nación, el poema más representativo de su obra se llama No deseo abrir la boca y es una declaración de su vulnerabilidad ante los sanguinarios que gobiernan su país. Comparto aquí los versos, como una pequeña contribución para que su voz no se olvide.

 

No deseo abrir la boca

 

No deseo abrir la boca

¿A qué podría cantar?

A mí, a quien la vida odia

tanto me da cantar que callar.

¿Acaso debo hablar de dulzura

cuando siento tanta amargura?

Ay, el festín del opresor

me ha tapado la boca.

Sin nadie a mi lado en la vida

¿A quién dedicaré mi ternura?

Me da igual hablar, reír,

morir, existir

yo y mi forzada soledad

con mi dolor y mi tristeza

he nacido para nada

mi boca debería estar sellada.

Ha llegado, corazón, la primavera

 el momento propicio para el festejo

¿Pero qué puedo hacer si un ala

 tengo atrapada?

Así no puedo volar.

Llevo mucho tiempo en silencio,

pero nunca olvidé la melodía

que no paro de susurrar

las canciones que brotan de mi corazón

me recuerdan que algún día

romperé la jaula.

Volando saldré de esta soledad

 y cantaré con melancolía

 no soy un frágil álamo

 sacudido por el viento.

 Soy una mujer afgana,

 entiéndase mi queja

 estoy enjaulada en este rincón

 llena de melancolía y pena

 mis alas están cerradas

 y no puedo volar,

 soy una mujer afgana

 y debo aullar. [3]








[1] Farzana Marie, editora y traductora, Load poems like guns, Holy Cow Pr, USA, 2014.

[2] Christina Lamb, “El club de las mujeres desafiantes”, Mujer hoy, 4 de julio de 2009.


sábado, 27 de julio de 2024

Phillis Wheatley

 

Poetisa norteamericana cuya fecha probable de nacimiento fue en 1753, justo en el contexto de colonialismo y racismo exacerbado porque la economía en ese momento dependía de la mano de obra gratuita que brindaban los esclavos. Se sabe que nace en Senegal y en el año 1761 es raptada por los esclavistas y transportada a Boston, Massachusetts en donde la familia Wheatley la compra para ser empleada doméstica, tenía ocho años cuando perdió más que su libertad, también perdió el nombre real, su cultura, su familia, su identidad, porque en una muestra de banalidad y sin sentido es nombrada Phillis, así como se llamaba la goleta en la que fue transportada, identificaba como The Phillis y se le dio el apellido del comerciante que la compró.  

      Poco a poco va dejando atrás su pertenencia al país donde nació, sus cantos, sus rituales, su lengua, su destino en África, cualquiera que hubiera sido era mejor que ser esclavizada y cosificada en una cultura de blancos acostumbrados a utilizar la fuerza de trabajo de otras personas tan sólo por el hecho de tener un color de piel diferente. Ya siendo propiedad de los Wheatley, fue convertida al cristianismo de la iglesia congregacionalista del viejo sur, tal vez ese inicio a la enseñanza hizo que notaran su capacidad de aprendizaje, lo que sigue es admirable pues aprende a leer y escribir en un lapso aproximado de año y medio, tiempo en el cual ya dominaba el idioma, no sólo ese, su agudeza intelectual le hizo sobresalir al aprender griego, latín y pronto se encargaría de enriquecer las reuniones familiares con lecturas de Milton, Virgilio, o pasajes de la biblia. Poco a poco va ganando el respeto de la familia y amigos, es así como a los 13 años comienza a escribir poesía, entonces la pequeña Phillis comienza a dar forma a su nueva identidad: es mujer afrodescendiente, esclava y también una sensible poetisa. 

      La familia Wheatley apoya la emancipación de la poetisa una vez que logra defender ante dieciocho intelectuales de la época su conocimiento sobre literatura, ya que no se creía que dichos poemas pudiera escribirlos una mujer, En 1773, viaja a Inglaterra donde se realiza el interrogatorio que fue más parecido a un juicio, algo que no se ha hecho jamás a un hombre que escribe y quiere publicar.  A ella se le hizo jurar con la mano sobre la biblia que era la autora del trabajo escrito presentado y que no lo había plagiado, cosa absurda y aberrante una vez que lees lo que escribió, porque se puede notar su condición de mujer cristiana, aculturada, que nos habla sobre el valor de la presencia de Dios en su vida, habla de la muerte, como si fuera nuestro momento de redención, hasta el punto de que se convierte en un tema recurrente en su poesía. Phillis parece tener claro esa condición humana única que nos hermana en el momento final. En cuanto a su estilo la poeta escribe de acuerdo a la época literaria neoclásica que retoma la herencia clásica, podemos sumar a esto algunos versos que presentan rasgos de su identidad, esa brillante muestra de talento le aseguró el sobrenombre de “Esclava intelectual” cuya sensibilidad se muestra así: 

SOBRE SER TRAÍDOS DE ÁFRICA  A  AMÉRICA

Fue la misericordia la que me trajo desde mi tierra pagana,

le enseñé a mi alma ignorante a entender

que hay un Dios, que hay un salvador también:

no lo conocía ni lo buscaba, me redimió.

Algunos vieron nuestra raza azabache con ojos de desprecio,

"Su color tiene un tinte diabólico".

Recuerden, Cristianos, Negros, negro como Caín,

púlete y únete al tren angelical.[1]

     Se publica su libro Poemas sobre varios asuntos religiosos y morales, editado en Inglaterra, en él se incluye la declaratoria del tribunal que la evaluó anteriormente, pasando a la historia como la primera mujer afroamericana en publicar un libro de poesía, así como el primer reconocimiento literario para la población afroamericana después de enfrentar todo tipo prejuicios raciales, de clase y de género. Se cuenta sobre su libro que llegó a todas las cúpulas sociales, a personalidades de la época, entre ellas estuvo el político Thomas Jefferson quien comento: “No obstante, entre los negros sólo hay miseria —Dios lo sabe—, pero no poesía’.[2]”. Su libertad coincide con el proceso de independencia en América del Norte, se atreve a  enviarle una carta de apoyo a George Washington, quien ya mantenía la lucha, pero aún no estaba convencido de la inclusión, tenía un dilema porque necesitaba recurrir al apoyo de la población afroamericana, pese a su conocida aceptación por la practica esclavista. Phillis le escribe para motivar su interés en continuar la lucha por la libertad del país, el general Washington reconoce su estilo poético, simpatiza con su apoyo, se dice que se conocieron en una visita que la poeta hace a un cuartel, allí lee su poema titulado “A su Excelencia el General Washington”, ella es la primera persona en reconocerlo como el ‘padre del país’.

     La grandeza de Phillis Wheatley fue sin duda un reto enorme en ese momento de marcadas diferencias raciales, la cultura adoptada en su obra desdibuja todo aquello que pudiera aportar desde su contexto cultural, pero en realidad ella no conoció a detalle su cultura porque fue secuestrada siendo una niña, entonces su aporte es más profundo, es parte de los cimientos  culturales de la literatura, se ve en su trabajo ese marco colectivo del cual el psicólogo y sociólogo francés Maurice Halbwachs define como: “Collective frameworks are, to the contrary, precisely the instruments used by the collective memory to reconstruct an image of the past which is in accord, in each epoch, with the predominant thoughts of the society,” (“Los marcos colectivos son, por el contrario, precisamente los instrumentos utilizados por la memoria colectiva para reconstruir una imagen del pasado que esté de acuerdo, en cada época, con el pensamiento predominante de la sociedad”). [3] Evidenciando el sentido artístico en su trabajo literario que se ocupó de abrir camino a las expresiones estéticas de los afrodescendientes.

     Con el primer y único libro que publica no sólo obtiene la libertad, también pierde la tutela de la familia con la que vivió, sale a un mundo que funciona en base a la hegemonía y las reglas que el hombre impone y su brillo se va apagando, sin posibilidad de trabajar o estudiar se casa con un comerciante con quien tuvo tres hijos, pero ninguno le sobrevivió. El trabajo artístico que sabía hacer no le aseguró una oportunidad de crecimiento, recurre entonces al trabajo doméstico y busca la forma de salir adelante, ya sola, sin una red social de apoyo, sin familia, sin esposo. No sobrevive, la rudeza de la vida, la pobreza y las pérdidas acumuladas la vencen a los 31 años.

     En su honor se han creado diversas formas de recordarle, de mantenerla viva como parte de una herencia cultural, por ejemplo, desde 1973 y gracias al impulso de la escritora Margaret Walker se realiza año con año el Phillis Wheatley Poetry Festival[4] en la Universidad Estatal de Jackson donde se reúnen importantes autoras afrodescendientes en un intercambio de conferencias, proyecciones y lecturas en torno a la pionera cuya obra, Poemas sobre diversos temas, religiosos y morales es el centro de la celebración, además, forma parte del monumento conmemorativo a las mujeres de Boston, Massachusetts en donde comparte estadía con Abigail Adams y Lucy Stone, como reconocimiento a la presencia e importancia de la mujer afroamericana en la historia de los Estados Unidos.




[1]   Wheatley, Phillis, Poems on various subjects, religious and moral           https://wwnorton.com/college/history/america9/brief/docs/PWheatley-Religious_Poems-1773.pdf.                                     

[2]  Moratiel, Virginia, “Phillis Wheatley: la esclava Negra que con su poesía dio nombre a un país.” El vuelo de la lechuza  https://elvuelodelalechuza.com/2021/01/04/phillis-wheatley-la-esclava-negra-que-con-su-poesia-dio-nombre-a-un-pais/

[3] "Strange Longings": Phillis Wheatley and the African American Literary Imagination, Charita Elaine Gainey-O’Toole, Harvard University, May 2017. p. 12. https://dash.harvard.edu/bitstream/handle/1/40046547/GAINEY-OTOOLE-DISSERTATION-2017.pdf?sequence=4&isAllowed=y


lunes, 1 de julio de 2024

Margaret Atwood

 



La trayectoria de esta magnifica escritora es descomunal. Nace en Ottawa, Canadá el 18 de noviembre de 1939, es novelista y poeta, escribe también literatura infantil y ensayos. Se conoce su trabajo literario a partir de los años sesenta, su primera novela publicada sale al mercado en 1969 se llama La mujer comestible, ¿vaya título no crees? esta obra resalta la situación de la mujer que vive siguiendo estereotipos, busca lo mismo que sus amigas: estudiar una carrera para luego no ejercerla, tener un trabajo y asumir que no hay más que hacer, casarse para luego ser infiel, y reprimir lo que realmente quiere, doble angustia en el personaje cuando se muestra su falta de identidad al no saber qué es lo que realmente quiere, la historia se encamina a una inclinada pendiente. Esta novela es considerada proto feminista, sin embargo, no es así ya que lo proto feminista pertenece a los siglos anteriores al Siglo XX[1], sin duda se trata de una novela con una mujer como protagonista y la historia es muy femenina, no feminista porque la trama gira en torno a las decisiones del personaje principal cuya vida refiere maltrato, pero si representa a: “La mujer (que) parecía una figurilla de porcelana, antigua y elegante”[2]. Pasmada ante las situaciones de la vida, a punto de perder la razón.

     Otras de sus principales novelas son: Alias Grace (1996); El cuento de la criada (1985); El asesino ciego (2000); Los testamentos (2019), que representa la parte conclusiva de la novela llamada El cuento de la criada. En cada una de ellas se reconoce una visión crítica muy femenina, expone cual ha sido nuestro trato de forma explícita, además forma parte de un subgénero literario emergente llamado CLI- FI[3],  el escritor Dan Bloom es quien acuña el término en 2007 por su nombre en inglés climate fiction o ficción climática, estilo que centra su atención en incluir algún aspecto de la crisis climática que nos afecta a nivel mundial, ella comenta en una entrevista su interés en escribir sobre el tema con el fin de concientizar a los lectores sobre lo que está pasando, también reconoce su activismo en este ámbito y llama a sumar esfuerzos para lograr cambios al respecto.

     Una novela de obligada mención, sobre todo porque salta del papel a la pantalla y se convierte en una de las series de ciencia ficción más exitosas desde su primera temporada en 2017, me refiero a El cuento de la criada que plantea una historia en un futuro distópico en donde, debido a los estragos de la civilización,  la fertilidad femenina disminuye y el grupo en el poder, apegado a la religión, todos ellos hombres de bien consideran buena idea hacer esclavas sexuales a ese porcentaje de mujeres que todavía es fértil, pues esta premisa  es la que plantea Margaret Atwood en su novela, la misma que se mantiene a través de cinco temporadas y la sexta en producción, en ellas la escritora se encarga del guion.

     Su estilo muestra una clara estética posmoderna, está presenta la ficción especulativa, es decir que no es del todo ficción porque en algún momento algunas de sus historias pueden volverse realidad. La fluidez con la que narra hace fácil adentrarte a las temáticas casi siempre distópicas, alucinantes e irracionales en un alto nivel porque los mundos que crea en su literatura presentan un ser humano del todo deshumanizado y marcando extremas diferencias en el trato hacia la mujer.   

      La escritora admite sus dificultades al principio de su búsqueda de estilo ya que, su país nacido en el siglo XIX, pues fue en 1867 cuando se le reconoce como nación independiente a pesar de tener en su territorio a grupos ingleses, franceses, aparte de los inmigrantes y la fuerte presencia de indígenas, por lo cual era muy complicado hablar de una identidad, por las dos principales tradiciones literarias, francesa e inglesa, esto sólo fue al principio de su quehacer literario, ya que fue alumna de Northrop Frye, reconocido teórico y crítico literario canadiense, quien trabajo para desentrañar este revoltijo de culturas. Una de sus más importantes posturas teóricas sostiene que la literatura, el desarrollo cultural y la identidad están unidos, esto sienta las bases de una identidad literaria canadiense, después de todo, la mezcla étnica dentro de una nación está presente en muchos otros países.

       Su proyección como escritora es admirable en todos los sentidos, a sus 86 años sigue escribiendo, dando conferencias, trabajando en el guion de su obra y más, Atwood quien a lo largo de su obra ha buscado plasmar con imágenes los escenarios únicos de un mundo en decadencia que quisiéramos muy lejano, pero maliciosamente posible, ese futuro en donde vuelven las ciudades amuralladas, los estados totalitarios con esos paisajes de la ficción histórica que ella desarrolla de manera genial. Espero que esta presentación te acerque a su lectura donde te aseguro encontrarás una infinidad de tramas, mundos desgarradores y sobre todo excepcionales.






jueves, 28 de abril de 2022

Wallada

 

“Yo ¡por Dios! merezco la grandeza” es una frase que eterniza Wallada bint al-Mustakfi, poeta y princesa Al andalus (actual Córdoba), nacida en el año 994 en el seno de la familia del undécimo califa Muhámmad III y Amin’an, una esclava cristiana. Desde pequeña mostró interés por el aprendizaje y pasión por las letras, es uno de los pocos casos de poetisa en un contexto cultural dominado por los hombres. Su educación fue amplia a pesar de las intrigas del palacio y apoyada por su posición social. Su padre muere cuando ella cumple los 17 años, sin descendencia masculina es Wallada quien hereda y sale de la realeza, el status de su madre determina esta situación. Entonces se mantiene soltera e independiente de toda tutela masculina, dicha forma de vida le trajo duras críticas ya que en ese momento histórico no era bien visto que una mujer se relacionara con hombres que no fueran de su círculo familiar, normas culturales establecidas a las que se suma el control del esposo, vivir de otra forma era un agravio a la virtud.

     Con el dinero de la herencia compra un Palacio y monta un salón literario en el cual se hacen tertulias, se conversa de letras y poesía, ofrece instrucción a las hijas de familia e incluso a las hijas de esclavas, muestra un continuo apoyo a la mujer, a pesar de las críticas. En dicho espacio literario acuden importantes intelectuales de la época con ellos debatía con total libertad, seguro por eso su fama de mujer culta y sabia, pero ante ciertos sectores fue escandalosa su conducta. 

     Pero volvamos a la frase con la cual comencé a hablarles sobre ella: “Yo ¡por Dios! merezco la grandeza” es parte de uno de sus poemas de resentimiento en contra de un amante escritor que le es infiel con una esclava, y del cual escribe entorno al amor que sentía, pero también sobre el desamor y el despecho, esta tremenda frase es una orgullosa reacción ante el hombre que la engaña. Sobre él, cuenta la leyenda que buscó por años el perdón de Wallada sin lograr acercarse nuevamente a ella. Sin embargo, esta frase también se ajusta a las razones por las cuales fue digna de grandeza, a pesar de ser hija de una esclava, a pesar de ser soltera, a pesar de romper en cada tramo del camino el molde establecido y aplicar ideas revolucionarias, por estas y más razones alcanzó la grandeza. La mayor parte de su obra es inédita, en las fuentes árabes sólo se conservan ocho poemas cortos, que son claramente sátiras en torno al amor, el desamor y lo que sigue, que debe ser el odio. Los últimos años de su vida vivió bajo la protección del poeta Ibn Hazm, su eterno enamorado quien la cuidó hasta el final. Fallece con más de 80 años el 26 de marzo, la poetisa que bordaba en la ropa que vestía sus propios versos:

Yo ¡Por Dios! merezco la grandeza

Y sigo orgullosa mi camino.[1]

 Muere el mismo día de la caída de Córdoba en manos de los almorávides, linaje contrario al de su padre. En el año 2000 fue publicada por primera vez su biografía llamada La última luna. 

 


domingo, 16 de enero de 2022

Briceida Cuevas Cob

 


¿Cómo será nacer en una realidad que no tiene determinada el estilo de vida neoliberal de crecer, estudiar, terminar una carrera y conseguir un empleo con horario establecido, o ampliado de acuerdo con las exigencias de la empresa? y así hasta obtener los beneficios de un contexto creado en torno al dinero con el cual llegará la casa, el auto, el estatus para consumir una y mil veces lo que la publicidad nos salpica en la cara a través de los medios de comunicación. Es muy seguro que eso no es algo que las comunidades indígenas tengan presente, hoy nos acercaremos a una escritora en lengua originaria, apenas como una introducción a este estilo y género.

     Ella crece dentro de una comunidad maya, ahí siembra su identidad con cada relato y enseñanza de los ancianos, de las historias propias de todos los representantes mayas en su vida y en su historia. Florece aferrada a la tierra, sus ciclos, sus raíces con la naturaleza y la veneración de ella: el sol, la lluvia, los frutos de su cosecha, el viento, la enorme influencia de todo ello da forma a su cosmovisión.

     Briceida Cuevas Cob nace en Tepakán, en el estado de Campeche el 12 de julio de 1969, hizo estudios de comercio, fue asesora lingüística en el Instituto Estatal de la Educación para Adultos (IEEA) como responsable del programa de alfabetización, además es una de las fundadoras de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas de México espacio por medio del cual se impulsa la resignificación de las identidades de los pueblos indígenas y su representación en la literatura. En México tenemos poetas: mayas, zapotecas, nahuas, tsotsiles, mixtecas, otomíes, purépechas, mazatecas, seris y yoremes. Ella tiene en su bibliografía los libros El quejido del perro en su existencia de 1995; Como el sol publicado en 1998; Del dobladillo de mi ropa poemario publicado en 2008 y Escribiendo la lluvia de 2011.  

     La poetisa Briceida Cuevas Cob escribe en su natal lengua maya yucateco, su poesía es breve por lo regular, con ella da a conocer sus inquietudes, sus cotidianidades, sus modos de ver el mundo que construye en torno a su herencia, mezcla la forma de la tradición oral con la forma de escribir de esa comunidad para dar origen a su estilo:

                           Muestra la casa sus costillas

                          humedecidas por el frío.    

                          De sus cabellos de palma

                          gotean resquicios de alegrías.[1]

 Claro, en la literatura de los pueblos originarios la naturaleza es un escenario primordial en sus metáforas y figuras retóricas cuya presencia deja en claro una forma de ver diferente a la que conocemos en la ciudad. En su memoria se abrigan los detalles que el viento le da a conocer en cada parte de sus etapas, en su historia tan golpeada, en su discurso nutrido de los relatos ancestrales y cada una de las criaturas que forman ese entorno. Otros instrumentos empleados para su poesía son son símbolos destacados en su cultura: el sol y la luna:                       

                           Pinta la luna las tumbas del camposanto

   que ha comenzado a masticar la maleza.

   El búho

   ensaya un canto a la vida.

   Se niega a presagiar su propia muerte[2].

     Pero sin duda, en la poética de Briceida persiste la voz femenina, el sentir de mujer es su más importante figura ontológica por medio de la cual niega y a su vez reafirma su presencia abrazada a los versos donde se ve la analogía con la tierra y algunas menciones sobre estereotipos determinados desde el patriarcado y la religión dogmática:

   ¿dónde te hallas cuando al parir se desprenden

   con dolor mis entrañas?

   ¿Dónde te encuentras, Eva?

   ¿Desde qué nube acechas a que me resbale

   por la cáscara del plátano que tiraste

   en mi camino?[3]

          Como nos han aclarado los estudios etnológicos el pensamiento indígena se aleja de la lógica gestada en la sociedad que conocemos, podemos verlo claramente en la poesía de Briceida pintada de creencias, mitos, rituales, lo intuitivo y lo fundacional donde cada elemento natural es parte vital y mágica en cada momento, todo ello se lleva a las palabras valoradas como un medio significativo cuyo efecto vigoriza el pasado, el presente y el futuro:

   Me pica y repica la lengua ortigosa de las mujeres.

   ¡Qué me importa!

   ¡No siento dolor!

   Me inserta y reinserta en la espalda sus ojos chukumes*[4] los

   [hombres.

   ¡Qué me importa!

   ¡Yo te amo con mis huesos!

   ¿Qué diablos me importa si tu amor va hasta el infierno,

   si a tu lado voy?[5]

     Briceida Cuevas Cob es una representante de la amplia lista de mujeres indígenas en la literatura, que con fuerza y determinación prueban su brío apoyadas por editoriales estatales o emergentes para recorrer el camino junto a sus versos y permitirnos a los mestizos conocer sus propuestas y cosmovisión.


  

[1] Cuevas Cob, Briceida, Ti’ u billil in nook’/Del dobladillo de mi ropa, México, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas., México 2008. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/37201/letras_cdi_dobladillo_ropa.pdf

[2] Ibíd.

[3] Cuevas Cob, Briceida, Je’ Bix k’in. Como el sol, México, Instituto Nacional Indigenista, Letras mayas contemporáneas, 3ra serie, vol. 1, 1998.

[4] Cierto espino grueso como tachuelas.

[5] Cuevas Cob, Briceida, Ti’ u billil in nook’/Del dobladillo de mi ropa, México, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas., México 2008. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/37201/letras_cdi_dobladillo_ropa.pdf  

 


Han Kang

  Escritora surcoreana nacida el 27 de noviembre de 1970 en el seno de una familia de formación literaria, desde su padre novelista, hasta s...