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jueves, 23 de octubre de 2025

Poetas suicidas: Anne Sexton

 


Poetisa estadounidense nacida el 9 de noviembre de 1928, sin una formación universitaria su trabajo es de una calidad lírica y retórica indiscutible, formo parte de una familia privilegiada, donde el glamour, las extensas vacaciones en propiedades familiares, la fiesta y con ella la bebida ilimitada, casi siempre relacionada con las peleas en casa, los excesos de la madre lejana y fría, su vida aunque rodeada de comodidades y acceso a la educación estuvo sometida al torbellino inestable de unos padres alcohólicos y una forma de violencia psicológica ejercida por el padre que en momentos de embriaguez la insultaba por su aspecto, sumándose a la problemática los trastornos mentales de su madre.

     En ese plástico mundo crece de forma rebelde y en la adolescencia trata de evitar cualquier tipo de molde que la sociedad le tuviera reservado, en la escuela destaca en todos los ámbitos, así que va del lado contrario, deja la escuela, se fuga con el novio en 1948, y en poco tiempo se convierte en mujer casada. En 1953 nace Linda, su primera hija y en 1955 nace Joyce, ambas niñas crecen más al cuidado de la abuela paterna cuando no se encontraba su papá, pues todo el tiempo trabajaba y viajaba por temas laborales, sumando infidelidades a una relación en donde ya se daban las primeras muestras de violencia. La escritora comienza a presentar etapas depresivas muy frecuentes, pronto requiere tratamiento psiquiátrico, y comienzan sus intentos de suicidio.

     En 1956 es internada por varias semanas después de una sobredosis de barbitúricos, es después de ese periodo que comienza a expresar ante sus amigos y psiquiatra su conflicto por realizar sus funciones como madre, nunca vio a sus hijas como prioridad, al contrario, puso en primer lugar su vida, sobre todo cuando empieza a escribir.

     En enero de 1957, en una plática con su psiquiatra comenta su interés por la poesía, él la anima a escribir, ese año también tuvo un intento de suicidio, una vez que se recuperó una vecina la acompañó a inscribirse en un taller de poesía impartido en un Centro de Educación para Adultos. En el estuvo por dos años y supo que la poesía le daba un segundo aliento y vitalidad. En 1958, cuando tenía treinta años, publica su primer poema en una revista. Su poesía aborda asuntos de la vida, por eso se conoce como poesía confesional.

     Su reconocimiento como poeta iba en ascenso, en 1959 más de treinta revistas publicaban sus poemas, asistía a cursos, conferencias, congresos, en uno de ellos coincide con Sylvia Plath y así comienza una larga amistad que fue como un vaso de agua fresca en su turbulenta vida marital en donde no faltaron los golpes y maltratos, esa vida en donde el alcohol ya era una presencia habitual y la sombra de la enfermedad mental que le mantenía constantemente en las instituciones mentales se hacía cada vez más presente.

     En 1960, publica su primer libro Al manicomio y casi de vuelta dejando en evidencia parte de lo que le sucede, abordando temas que resultaban un tabú, como lo dice su amiga Maxine Kumin: “Hablaba abiertamente de menstruación, aborto, masturbación, incesto, adulterio y drogadicción en una época en la que el sentido del decoro no autorizaba a utilizar estos temas como materia poética” sus libros son una guía de su vida, pensamiento y de temas que le inquietaban; el segundo libro All my pretty ones se publica en 1962, luego en 1963 viene la noticia del suicidio de su amiga Sylvia Plath, a la que le dedica un poema que dice:

y desde entonces esperó

bajo nuestro corazón, nuestro armario,

y ahora veo que lo almacenamos

año tras año, viejos suicidios,

y conozco la noticia de tu muerte,

un sabor terrible, como a sal.

(Y yo,

yo también.

Y ahora, Sylvia,

tú otra vez

con la muerte otra vez

      Pero Anne Sexton no se encuentra bien, está entre la embriaguez y la locura, y de forma obsesiva escribe, en 1966 publica su libro Vive o muere, ese mismo año sufre una caída de la escalera que le fractura la cadera, lesión que le deja una ligera cojera, y el consumo de medicamentos y alcohol se incrementan. Gana el premio Pulitzer en 1967 por el libro de poesía publicado un año antes, sin embargo, en su entorno nada cambia ni mejora.

     En 1973 para unos días internada, su condición cada vez se deteriora más, al salir de la rehabilitación decide divorciarse y cuando sale de su vida Kayo Sexton todo se viene abajo. La escritora intentó en nueve ocasiones quitarse la vida, en el penúltimo intento le aseguró a la enfermera: “La próxima vez no tendrás oportunidad de salvarme” y así fue, el 4 de octubre de 1974 Anne Sexton desayunó con su amiga Maxine Kumin, luego se dirigió a su casa, llamó para posponer una cita, tomo un vaso de vodka y otro y otro más, se quitó sus anillos, todo con calma, no había prisa, en ese momento el tiempo se convirtió en su esclavo y lo usaría justo para lo que ella quisiera, así que fue en busca del viejo abrigo de su madre, luego directo a la cochera, subió a su auto, activó el radio, puso el vehículo en marcha y espero el largo sueño, el monóxido de carbono cumplió con su objetivo cuando ella tenía 45 años. Posterior a su muerte se publicaron cuatro libros más de su poesía, la misma que anunciaba y exponía su persistente decisión.  

Esperando morir

Ahora que lo preguntas, no recuerdo muchos días.

Camino metida en un sobre sin sellos postales para este viaje.

Es así, que como una lujuria innombrable, soy devuelta.

 

Aun entonces, no tengo nada contra la vida.

Conozco bien los brotes de hierba que mencionas

Y los muebles de casa que pusiste bajo el sol.

 

Pero los suicidas tienen un lenguaje especial.

Así como los carpinteros quieren saber cuáles herramientas.

Ellos nunca preguntan para que construir

 

Dos veces simplemente me declaré a mí misma

Haber poseído al enemigo, haber devorado al enemigo,

Tomado sus artificios, su magia.

 

De esta forma, profunda, meditada

Tibia como agua o aceite

Me he quedado babeando por el agujero de la boca.

 

No pienso en mi cuerpo como si fuera un bordado.

Incluso la córnea y los residuos de orina se fueron.

Los suicidas están listos para traicionar al cuerpo.

 

Aun siendo abortos, no siempre mueren,

Pero deslumbrados, no pueden olvidar la dulce droga.

A la cual desde niños les gustaba mirar y sonreír.

 

¡introducir toda esa vida bajo tu lengua!

Eso, por sí mismo, se convierte en pasión.

La muerte es una osamenta triste; amoratada, tú lo dijiste,

 

Y ahora ella espera por mí año tras año,

Para deshacer delicadamente un viejo deseo.

Para vaciar mi aliento de esta mala prisión.

Haciendo un balance, los suicidas.



Referencias

Juan Ariel Gómez, (2004), “Anne Sexton: hachazos a un mar helado”, Cuadernos de literatura, No. 4.

Nelson Rivera, (2024), "Anne Sexton: Psique en llamas", Papel literario, http://www.elnacional.com/papel-literario/.  

Anne Sexton, Esperando morir, https://algundiaenalgunaparte.com/2018/10/04/esperando-morir-anne-sexton/

Anne Sexton, “La muerte de Sylvia”, https://allpoetry.com/Sylvia's-Death


viernes, 26 de septiembre de 2025

Poetas suicidas: Ana Cristina Cesar

 


Escritora y traductora brasileña nacida en Río de Janeiro un 2 de junio de 1952, estudió filosofía, y más tarde letras en la Universidad Católica de Río de Janeiro, después un master en traducción que realizó en Francia. Su amplia educación se anuncia en sus versos, en cada duda inquietante en torno a la vida, es parte de la generación del mimeógrafo, en la cual algunos jóvenes artistas, por el año 1968 en Brasil se organizaron a través de ciertas estrategias ajenas a la forma en que operaba la industria cultural, por ejemplo, usaron para sus publicaciones el mimeógrafo, un aparato que permita hacer copias por volumen, de ahí el nombre que se le da a la generación.  

     Forma parte de esa escritura que no estaba regulada o sometida a los requerimientos de la dictadura también recibe el nombre de generación de ‘poetas marginales’ y formaban parte de lo contracultural, alejados de nichos intelectuales se mostraban rebeldes por medio de una voz transgresora. El contexto de esta generación no es nada fácil, la represión que se ejerce en el continente hace huir a muchos intelectuales hacia Europa, todavía están vivas las vanguardias, pero en Ana Cristina Cesar el existencialismo se muestra en algunos de sus poemas.

     Fue una mujer adelantada a su época, sus trabajos surgen en la niñez, con su primera publicación a los seis años, después Cenas de abril (1979), Correspondência completa (1979), Luvas de pelica (1980) y A teus pés (1982) su obra comprende ensayos, poemas, cartas, artículos críticos y otros géneros, como una novela de publicación póstuma. Pasa un tiempo en Europa, como traductora de Emily Dickinson, Katherine Mansfield y Sylvia Plath, este encuentro alimentó su melancólica poesía y su búsqueda de sentido:

 Me pregunto aquí si soy loca

Quien quiere sabrá decir

Me pregunto más si soy sana

Y aún más, si soy yo. (Cesar, 1969)[1]

     Ana Cristina Cesar es la poeta que siente la separación entre la cotidiana realidad planeada por el tótem capitalista, y su visión de un ser humano en ruinas, sometiendo, controlando, secuestrando, desapareciendo en cada dictadura del continente, que eran más de diez. Uno de sus poemas más dice:

  Poema obvio

No soy idéntica a mí misma

Soy y no soy al mismo tiempo, en el mismo lugar y bajo el mismo punto de vista/

No soy divina, no tengo causa

No tengo razón de ser ni finalidad propia:

Soy la propia lógica circundante (Cesar, 1969).[2]

 

     Sobre sus heridas vueltas palabra es posible asociarla con la melancolía, en el estudio Duelo y melancolía, Freud habla sobre la extrañeza que sufren algunos sujetos melancólicos al verse en el espejo, ese constante desconocimiento. En ese mismo texto Freud aclara:

“La melancolía se singulariza en lo anímico por una desazón profundamente dolida, una cancelación del interés por el mundo exterior, la perdida de la capacidad de amar, la inhibición de toda productividad y una rebaja en el sentimiento de sí que se exterioriza en autorreproches y auto denigraciones y se extrema hasta una delirante expectativa de castigo […]”.[3]

     La presencia de la escritora en la literatura brasileña de los años setenta es de una importancia, sobresaliente porque abre paso al discurso femenino, y su significación en la sociedad, así escribe: “La mujer ya no se pone sentimental: escupe a los cuatro vientos que ayer se masturbó en la cama y es desafiante, chispeante, peniabierta” (Cesar, El método, p. 91)

      Así mismo deja ver su simpatía por el escritor Charles Baudelaire al hacerlo presente en su obra y mostrar una postura en contra de los prejuicios morales y sociales, elige aquello que la mantienen interesada, como ella le llamaba, “la estrategia liberadora” Es la única mujer en Brasil de esa época que escribe poesía, traduce, observa y se presenta a través de la palabra.

     Esa melancolía que se va volviendo una compañera inseparable se impregna en sus días y en 1983, luego de su curso sobre “Literatura de mujeres en Brasil” viene el periodo más sombrío de su vida que la lleva a una fuerte depresión, tras un intento de suicidio en la playa es internada en una clínica psiquiátrica, luego de un periodo sale y el 29 de octubre de 1983, se suicida lanzándose de la ventana del departamento de sus padres, ubicado en el octavo piso. Tenía tan sólo 31 años. Al día siguiente los diarios nacionales dieron la noticia y la anunciaron como una enorme pérdida para la poesía brasileña y esa afirmación se mantiene, al ser una de las poetas más importante del siglo XX en Brasil. Su acervo está bajo resguardo del Instituto Moreira Salles que promueve el arte y la educación. No hay pruebas de que fue un acto provocado por la melancolía, sin embargo, se trata de poner en claro que esa constante conducta puede ser parte de los factores que llevan a tomar esa decisión.      




[3] Galileo Becerril Vargas, La melancolía: entre la psicosis y el suicidio, Universidad Pablo Guardado Chávez, México, 2024, p.3.




viernes, 29 de agosto de 2025

Poetas suicidas: Karoline Von Günderrode

 



Poeta e intelectual de nombre Karoline Friederike Louise Maximiliane Von Günderrode nacida en Karlsruhe, Alemania un 11 de febrero de 1780, hija de nobles, pero con un destino difícil, sus padres mueren y ella y sus hermanos sobrevivientes quedan a cargo de preceptores, sin el calor de un hogar y los abrazos familiares, desde los 17 años vivió en la fundación Cronstetten-Hynsperg, una residencia evangélica de señoritas pobres casaderas de Frankfurt como pensionista, estudió filosofía, historia, literatura y mitología, como otros escritores de la época, en la fundación conoce a Bettina Brentano y la amistad florece, mantienen una constante correspondencia de la cual se publica un libro, mismo Karoline ya no verá.

     Forma parte del romanticismo alemán nacido en 1800, se reproduce en todos los artistas de la época, esa excesiva melancolía que los lleva al ímpetu y tormento, en ocasiones con excesos, en otras con un fuerte apego a la depresión, el punto central es un nocivo deseo de romantizar la muerte a temprana edad, dejar este mundo por decisión propia pese a todas las cargas ideológicas, sociales, religiosas y culturales, se ve el acto del suicidio como algo atractivo, se suma a esta tendencia el libro Las penas del joven Werther, de Johann Wolfgang von Goethe, que marca toda una tendencia nunca antes vista. En 1775, la ciudad de Leipzig prohibió la publicación de Las penas del joven Werther, ya que el libro era "una incitación al suicidio" el fenómeno se fue expandiendo por diversas ciudades alemanas, a la par crece la fama de la novela, los jóvenes se visten como el protagonista, se hacen afiches del personaje, se vuelve una moda, desafortunadamente también aumentan los suicidios.[1] Y se comienza a categorizar como suicidio por amor, mismo que se llevó a muchos jóvenes que vivían con lo que se llamó, una enfermedad anímica, al parecer contagiosa a partir de un libro, este fenómeno se dio en varios países de Europa, y fue el tipo de suicidio de la escritora Karoline Von, quien escribió algunos versos confesionales, como en los siguientes:

“Todo vacío, todo mudo está,

ya nada me contenta;

ni aroman los perfumes

ni los aires refrescan;

¡mi corazón está tan melancólico!”[2]

     De sus dos relaciones amorosas ninguna floreció, Era un otoño de 1806, tenía veintiséis años, enamorada de un profesor casado, que prometió dejar a la esposa pero eso nunca paso, por el contrario, rompen su relación y Karoline decide retirarse de este mundo, antes de ello escribió su último poema, dedicado a su último amante: "Amor en todas partes" en donde un verso lapidario declara: “perdido está aquel sin fortuna en el amor,”[3], así, estimulada por un contexto que mira como héroes a los jóvenes que deciden limitar su tiempo en esta vida, muere al enterrar un estilete de mango de plata, (una daga picuda y larga) en su corazón, al día siguiente, en las orillas del río Rin se descubrió su cadáver flotando en el agua, con un vestido rojo y una toalla llena de piedras.

     El acto del suicidio considerado un pecado en la religión católica la excluye, su entierro no fue en tierra santa. Como epitafio para su tumba, había dejado elegido unos versos hindúes que conoció gracias al poeta Herder, estos son:

Tú, tierra, madre mía, y tú, soplo, mi nodriza.

Sagrado fuego, amigo mío, y tú, oh hermano torrente.

Y mi padre, el éter, a todos con veneración

doy gracias; ahí he vivido con vosotros.

Y ahora parto al otro mundo, con gusto os dejo.

Adiós, hermano y amigo, padre y madre, adiós.[4]

 

     La muerte de Karoline von Günderrode ¿pudo verse influenciada por el contexto social? Se sabe que la popularidad de la novela de Goethe fue capaz de impulsar los eventos, porque en muchas de las muertes de jóvenes dejaban un comentario, un párrafo, una frase, algo que hacía alusión a Werther, la ola de suicidios del siglo XVIII y hasta principios del XIX suelen atribuirse al llamado “efecto Werther” que se desencadena en Alemania, Italia, Austria y Dinamarca, también tiene el nombre de “efecto copycat”, y es más probable que se produzca cuando el modelo es una persona famosa, por el efecto imitativo de la conducta suicida; historiadores afirman, por ejemplo, que después del suicidio de Marilyn Monroe se incrementaron de forma considerable, hecho que se atribuye a la influencia representada en la publicidad, su efecto social, y los momentos difíciles de muchos jóvenes provocan la decisión; pues bien, Pascual Riesco Chueca (2006) de la Universidad de Sevilla aclara: “El suicidio romántico no es sino la respuesta extrema a un amor no correspondido. Flor de la vida intensa, martirologio y apoteosis es una nueva ubicación de la función estética, que elige el fragmento como tropo primordial.”[5] Una breve vida, antes que tolerar más dolor.






[3] Karoline von Günderrode, “Amor en todas partes”, https://www.epdlp.com/texto.php?id2=19043.  

[5] Pascual Riesco Chueca, “En los bordes del abismo: muerte trágica en el clasicismo y romanticismo alemán,” Universidad de Sevilla, 2006, p.3.


lunes, 11 de agosto de 2025

Poetas suicidas: Sylvia Plath

 



Poetisa y ensayista estadounidense nacida en Boston el 27 de noviembre de 1932, estudió en la universidad para mujeres Smith College y posteriormente en Newnham College de Cambridge gracias a una beca, su poesía destaca por el estilo confesional que desarrolló. Sus principales obras son: El coloso, La campana de cristal y Ariel. Se sabe que toda su vida lucho con la depresión, diagnosticada tras un intento de suicidio a los 20 años en 1953, incluso se cree que sufrió trastorno bipolar, por ello se sometió a tratamientos TEC (terapia electroconvulsiva) mejor conocida como electroshock, la experiencia la traumatizó tanto que le generó miedos irracionales y volvió a intentar quitarse la vida, pero los tratamientos siguieron otro tiempo más.

     Sylvia Plath no sólo se distinguía por eso, ella escribía, pintaba, tocaba el piano y sacaba las mejores notas en la escuela, en todas sus actividades era perfeccionista. En 1956 conoce al poeta Ted Hughes y surgió una conexión total, tanto que apenas con dos meses de conocerse deciden casarse, los unía todo, la pasión por la escritura, la intensidad de sus sentimientos, y las ganas de seguir su profesión. Después del casamiento se instalaron en Estados Unidos unos años, Plath impartió clases en su alma máter, aunque después se mudan a Inglaterra.

     Si bien su relación fue intensa, colaborativa en lo profesional y en lo personal, se enfrentaron al desafío de la enfermedad de Plath y a las constantes infidelidades de Hughes; esa breve estabilidad que había conseguido la poeta se diluyó rápidamente, volviendo la depresión notoria en la escritura dolorosa y bella a la vez. En 1960 nace Frieda, al año siguiente sufre un aborto, según una carta a su terapeuta la Dra. Ruth Barnhouse en la cual le cuenta que Ted le había dado una paliza dos días antes de ello; no sólo le envió una carta a su terapeuta, sino una serie de ellas que fueron publicadas en 2017, en ellas se expone el maltrato que sufrió por parte del esposo, aún con los problemas en 1962 nace Nicholas, El mismo año del nacimiento de su segundo hijo, luego de ello realizan una cena para su colega David Wevill, el poeta canadiense y su esposa Assia Wevill. Como un adolescente excitado, Ted fijo su atención en Assia, dos semanas más tarde ya eran amantes, y a unos meses de conocerse se fueron de vacaciones juntos.

     Enterada de lo sucedido deciden darse una nueva oportunidad, pero bajo los términos del esposo que incluían su derecho a seguir con aventuras. Sylvia decide separarse, se muda junto con sus hijos al 23 Fitzroy Road, donde vivió W.B. Yeats, el gran poeta inglés, lo cual le entusiasma, pero sólo un poco, después de ese primer respiro se enfrentó a la vida de madre soltera con dos pequeños, sin empleo, con el dolor de la ruptura y la constante depresión trae de nuevo la obsesiva idea de quitarse la vida. Así sucede, la madrugada del 11 de febrero de 1963 se quita la vida con gas, esa noche dejó un desayuno de leche y galletas en la entrada de la habitación de sus hijos, sello la puerta para que no penetrara el gas y después, fue a la cocina, volvió a sellar esa puerta, abrió la llave del horno y metió su cabeza dentro. [1] Esa mañana una enfermera que iba a ayudarla con los niños llegó puntual a la cita y toco la puerta, en la ventana se encontraban llorando los pequeños Frieda y Nicholas quienes al despertar no encontraron a su mamá, en una mesa dejó una nota con la indicación de llamar al doctor Horder y el manuscrito de Ariel, que más tarde sería publicado y recibiría en 1982 el único premio Pulitzer póstumo que se ha dado. 

     El doctor Gonzalo H. Amador Rivera (2015) escribe en su ensayo una pregunta central: “¿Las enfermedades son entidades ontológicas por sí mismas en ausencia de una entidad diferente, es decir un cuerpo?”[2]  a partir de ella el autor presenta dos opciones, una de ellas toma en cuenta situaciones orgánicas capaces de provocar una necesidad urgente por dejar de vivir, la segunda opción a su pregunta es la influencia del contexto histórico, biológico y cultural, pues al tratarse de un trastorno mental se deben considerar diversas condiciones en la persona suicida, condiciones internas y externas a ella, ¿Qué influencias hicieron que Sylvia Plath se quitara la vida? Es muy seguro que las dos aportaron a su decisión.

     El trabajo de dicha poetisa abre un análisis sobre temas poco tocados en ese momento, escribía sobre las mujeres antes de las protestas feministas de los años setenta, puntualizaba sobre la sexualidad, el cuerpo, los roles en la sociedad y las expectativas impuestas por la cultura, en contraposición al desarrollo que ella misma no pudo desarrollar, de hecho, creó personajes de los estereotipos femeninos, entre ellos: la bruja, la mujer fecunda, la mujer estéril, la seductora, la otra mujer, aquella que acabo con la falsa certeza sobre el amor de Ted.

      Su capacidad creativa tenía una visión más amplia de la vida y sin embargo, con apenas 30 años de edad se fue. El tema de la muerte se mantiene como fijación en su obra, muestra de ello es el poema “Lady Lazarus”[3]

Lady Lazarus

(Fragmento)

Morir

Es un arte, como cualquier otra cosa.

Yo lo hago excepcionalmente bien.

Lo hago para sentirme hasta las heces.

Lo ejecuto para sentirlo real.

Podemos decir que poseo el don.

Es bastante fácil hacerlo en una celda.

Muy fácil hacerlo y no perder las formas.

Es el mismo

Retorno teatral a pleno día

Al mismo lugar, mismo rostro, grito brutal

Y divertido:

“Milagro!”

Que me liquida.

Luego una carga a fondo

Para ojear mis cicatrices, y otra

Para escucharme el corazón –

De verdad sigue latiendo.









[1] Carmen Lucía Jijón, “Reflexiones psicoanalíticas sobre la vida, poesía y muerte de Sylvia Plath”, Universitas 14. Enero/Junio. Pp. 73-97.

[2] Dr. Gonzalo H. Amador Rivera, “Suicidio: Consideraciones históricas”, Misceláneas, 22 sep. 2015.

[3] Sylvia Plath, Poesía completa, Visor Libros, Madrid, 2024. P. 87.


martes, 29 de julio de 2025

Poetas suicidas: Alfonsina Storni

 


Nacida en Suiza el 29 de mayo de 1892, Alfonsina Storni Martignoni en Sala Capriasca, la Suiza italiana de padres romanos quienes deciden emigrar a Argentina siendo ella muy pequeña. En su juventud estudia para magisterio rural en la Escuela Normal Mixta de Maestros Rurales de Coronda y al termino comienza su trabajo en una escuela elemental de Rosario, a la par va publicando sus poemas en las revistas locales y nacionales, su escritura no se detiene.

     Con veinte años y un hijo en brazos, fruto de una relación extramarital, en el año de 1912 parte a Buenos Aires, en busca de mejores oportunidades; ahí trabaja como cajera, después como corresponsal psicológica y escribe su primer libro, pagado por su cuenta, La inquietud del rosal, en 1916, esa acción le va abriendo muchas puertas a su carrera de poeta.

     Sus reconocimientos en vida fueron: en 1917 recibe un premio anual del Consejo Nacional de Mujeres, publicó El dulce daño en 1918. En 1919 publicó Irremediablemente y, en 1920, Languidez, por el cual recibió el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura, sin embargo, nada cambia, ella continúa viviendo carencias y limitaciones, hasta que un grupo de amigos aportan a su bienestar y con el impulso del ministro Samaga le designan como profesora de lectura y declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas, posteriormente da una cátedra en el conservatorio de Música y Declamación.

     Ahora bien, acercarnos al fenómeno del suicidio entre las poetas nos permite revisar algunos modelos teóricos, el primero de ellos es el de Durkheim en su libro El suicidio, escrito a finales del siglo XX[1], con muchas ediciones en varios idiomas ya que se trata de un libro de referencia obligada sobre el tema para sociólogos y psicólogos, fue pionero al presentar la posibilidad de considerar las causas sociológicas como aporte a la decisión, acentuando el interés en las causas psicológicas que hacen posible el hecho, además, en su libro perfila tres tipos de suicidas: el altruista, cuya determinación está impulsada por valores sociales, ejemplo un kamikaze; el egoísta, que no lo hace por ninguna causa externa, no está comprometido con ninguna causa en común, tal vez aplique como ejemplo alguna estrella de rock y el tercer tipo es el suicida anómico, quien se ve orillado a tomar esa decisión por una crisis sin posibilidades de superar, el tipo anómico presenta un estado mental en el cual la persona, se desconecta de toda norma social, valores o expectativas ¿Cuál de estos perfiles se parece a la motivación tomada por Alfonsina?

     En 1934 publica “Mundo de siete pozos” y en 1938 su obra “Mascarilla y trébol”, sus últimos años fueron cada vez más problemáticos, diagnosticada con cáncer de mama, sufre una intervención que le mutila y la deja deprimida, su vida no mejoraba y se suman las noticias sobre el suicidio de dos de sus más entrañables amigos, Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones, grandes escritores contemporáneos, todo ello la conduce a quitarse la vida a los 46 años un 25 de octubre de 1938 al arrojase al mar del Plata. [2]

     En la estación de trenes “La Constitución” deja tres cartas, una para Alejandro, su hijo, otra con su último poema, dirigido al diario La Nación y una más para la policía deslindando de responsabilidades a todos. Años después sus cercanos hablaron de esa crisis existencial que fue presentando la poetisa, la depresión y la melancolía eran frecuentes visitas, sus últimos versos son del poema siguiente:

         Voy a dormir


Dientes de flores, cofia de rocío,

manos de hierbas, tú, nodriza fina,

tenme prestas las sábanas terrosas

y el edredón de musgos escardados.

 

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

Ponme una lámpara a la cabecera;

una constelación; la que te guste;

todas son buenas; bájala un poquito.

 

Déjame sola: oyes romper los brotes...

te acuna un pie celeste desde arriba

y un pájaro te traza unos compases

 

para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:

si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido…

        Actualmente se le reconoce como una icónica poetisa del modernismo, dentro y fuera de su país; su hijo Alejandro Alfonso Storni es docente de idiomas, ha publicado un libro sobre el trabajo inédito de su madre que lleva por nombre Cinco cartas y una golondrina; sus nietos participan en homenajes nacionales a su bisabuela, su trabajo la hace digna representante de la literatura argentina, cuya voz comenzó a visibilizar la difícil tarea de ir en contra de los estereotipos femeninos, como artista de las letras, como madre soltera e intelectual, siendo también una de las voces de la época que en 1919 apoyaban el reclamo sobre el derecho al voto femenino, posible en Argentina hasta 1947. Alfonsina Storni deja detrás de sí los cimientos de su trabajo incansable, renovado y sobresaliente a pesar de las dificultades.







[1] Émile Durkheim, El suicidio, México, Colofón, 2013.

[2] “Alfonsina Storni, poetisa iberoamericana del modernismo”, https://www.cultura.gob.ar/alfonsina-storni-poeta-iberoamericana-modernista-8455/   



jueves, 27 de febrero de 2025

Adela Zamudio



Paz Juana Plácida Adela Rafaela Zamudio Ribero es una poetisa, novelista, pedagoga y defensora de los derechos de la mujer nacida el 11 de octubre de 1854 en Cochabamba, Bolivia, hija de un propietario minero comienza sus estudios en el Beaterio de San Alberto, único lugar en donde las hijas de las familias acaudaladas podían acceder a la educación, transcurriendo su infancia en el seno de una familia bien posicionada,  lo que no la aísla de la realidad, rodeada de indígenas, mineros y gamonales conoce su entorno natural, observación y silencio marcan su melancolía y sensibilidad durante esos años de contemplación y crecimiento. Desde pequeña se distingue por su curiosidad e inteligencia pues comienza a escribir sus primeros versos en la adolescencia, su estilo, de tono romántico la lleva a la publicación en folletines y periódicos locales bajo el seudónimo de Soledad; es hasta 1877 cuando se publican ya en El Heraldo de Cochabamba, esos primeros versos, en un principio románticos van cambiando hacia un estilo más doliente y real.

      Ya con más de veinte años su familia sufre una crisis económica de la que no se recuperan, esto no impide que ella se transforme en la primera mujer en alzar la voz en defensa de la condición femenina, comenzando con romper el ideal femenino designado para las mujeres en el siglo XIX formado por tres elementos: “el amor, el matrimonio y la maternidad” a los que se niega y en su lugar se mantiene al cuidado de su madre enferma, realizando estudios, escribiendo y aportando apoyo a su familia.[1]

     Pero vayamos a los datos que nos harán entender el significativo aporte de la escritora, Bolivia a mediados del siglo XIX era un país rural, cuya lengua principal era el quechua y cuyos gobiernos eran representantes de una minoría con un apoyo militar indiscutible, hasta que a finales del siglo se instala un gobierno republicano que da inicio a la modernidad del país, tiempo en el cual la escritora termina su preparación oficial, pero no contenta con eso aprovecho el tiempo estudiando de forma autodidacta a grandes autores representativos de la filosofía y de la literatura universal, de ahí su reconocimiento, ya que, a pesar de encontrarse en un contexto complicado para la mujer supo abrirse paso. Reconociendo el talento de su hija, Adolfo Zamudio publicó en Buenos Aires el primer libro de los poemas de la escritora llamado Ensayos poéticos en donde por primera utiliza su nombre y su trabajo literario se hace visible en toda Latinoamérica. 

      Dedicada a la docencia, la asistencia social, la literatura y al cuidado de su padre, después de perder a su madre y a sus hermanos, se convierte en una líder, iniciadora en su país de una larga lucha que las mujeres hemos vivido a lo largo de los siglos, sobresale su trabajo en el magisterio, donde proyectaba renovaciones para la actuación pública de la mujer, también se une al liberalismo político de su país involucrándose a finales del siglo XIX.

     Desde su posición como directora de la Escuela de San Alberto expresó sus inquietudes pedagógicas en artículos y conferencias criticando la realidad educativa y social, buscando salir del convencionalismo y las tradiciones obsoletas que frenaban el desarrollo de la mujer, planteando la apertura a una educación popular y laica, llegando incluso a criticar el poder que la iglesia conservaba, cuando comienza a expresar estas ideas revolucionarias para su época y para la sociedad boliviana fue retirada de su puesto de directora y obligada a jubilarse en 1925.

     El rico aporte literario que la escritora nos deja va desde una novela llamada Intimas publicada en 1913 y del mismo año el cuento Paisajes, libros de poesía que sacaron ámpula a la clase social más conservadora, con sus poemas Quo Vadis y Nacer hombre el primero le valió un testimonio de desagravio enviado al Papa León XII y el segundo poema se volvió un himno para la naciente mujer que buscaba una liberación de sus acciones.

      El tono melancólico, ya lejos del romanticismo, con clara influencia del modernismo que en América fue la corriente literaria principal a principios del siglo XX marcan su trabajo y le dan un contexto transgresor y único. Hasta el final de su vida hizo aportes significativos, como el apoyo que mostró para la Ley de Divorcio en 1926.

    En un ritual por demás excepcional, en Cochabamba su ciudad natal y en la plaza principal, un 14 de septiembre de 1926 el gobierno convoca a un acto en el cual la poetisa es coronada a los 71 años, frente a una multitud como reconocimiento a los valores humanos y literarios que difundió toda su vida, dos años más tarde, Adela Zamudio muere un 2 de junio de 1928. Mediante un decreto presidencial a partir de 1980 se establece el 11 de octubre como el día de la mujer boliviana, fecha en que se conmemora su nacimiento. Aquí uno de sus poemas:

 

                                                                    Nacer hombre


Cuánto trabajo ella pasa

por corregir la torpeza

de su esposo, y en la casa,

(Permitidme que me asombre).

tan inepto como fatuo,

sigue él siendo la cabeza,

¡porque es hombre!

 

Si algunos versos escribe,

de alguno esos versos son,

que ella sólo los suscribe.

(Permitidme que me asombre).

Si ese alguno no es poeta,

Por qué tal suposición

¡Porque es hombre!

 

Una mujer superior

En elecciones no vota,

Y vota el pillo peor.

(Permitidme que me asombre).

Con tal que aprenda a firmar

Puede votar un idiota,

¡Porque es hombre!

 

Él se abate y bebe o juega.

en un revés de la suerte:

Ella sufre, lucha y ruega.

(Permitidme que me asombre).

Que a ella se llame el “ser débil”

y a él se le llame el “ser fuerte”.

¡Porque es hombre!

 

Ella debe perdonar

siéndole su esposo in­fiel;

pero él se puede vengar.

(Permitidme que me asombre).

En un caso semejante

hasta puede matar él,

¡Porque es hombre!

 

Oh, mortal privilegiado,

que de perfecto y cabal

¡Gozas seguro renombre!

En todo caso, para esto,

te ha bastado

nacer hombre.[1]

 




[1] Dora Cajías de Villa Gómez, Adela Zamudio, transgresora de su tiempo, Ministerio de desarrollo humano, La Paz, Bolivia, 1997, p. 17-60.

[2] Poesía de Adela Zamudio, Editorial Comunicarte, p. 5.


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