viernes, 31 de diciembre de 2021

Flannery O’connor

 


Escritora estadounidense nacida el 25 de marzo de 1925 en Savannah, Georgia, uno de los nueve estados pertenecientes al cinturón bíblico que nos permite conocer la realidad sociocultural racista y religiosa en la cual surge su trabajo literario, este ambiente de protestantes reformistas centrados en desentrañar el significado de los relatos de la biblia para obtener la guía de su Dios atraen la visión de la escritora, influenciada por el catolicismo, expone los excesos del entusiasmo religioso, ella comentó que su ficción se basa en el dogma.

     Se graduó en Estudios Sociales en el Georgia State College for Women, estudios que le permiten ampliar su visión sobre su contexto; de 1945 a 1947 fue alumna del Iowa Writers’ Workshop donde tuvo maestros como Paul Engle y Robert Penn Warren, durante esos años descubre y desarrolla su vocación literaria, por ello deja sus estudios de Periodismo y comienza a estudiar artes creativas (Fine Arts) es en ese momento cuando comienza a publicar. El Geranio es el primero de sus cuentos, mismo que muestra una narrativa invadida de realidad persistente:

Llevaba allí una semana cuando el negro se mudó. Ese jueves, cuando se asomó a la puerta para mirar por los corredores largos como pistas para pasear perros, vio al negro entrar en el apartamento de al lado. Llevaba un traje gris mil rayas, y una corbata color habano. El cuello duro y blanco le dibujaba una línea bien definida en la piel. Los zapatos relucientes también eran color habano a juego con la corbata y la piel. El viejo Dudley se rascó la cabeza. No sabía que la gente que vivía apretada en un edificio pudiera pagarse un sirviente. Rió entre dientes. Para lo que les iba a servir un negro endomingado. A lo mejor este negro conocía el campo de los alrededores... o a lo mejor sabía cómo se llegaba al campo. En una de esas podían ir de caza. Podían buscar un arroyo en alguna parte. Cerró la puerta y fue al cuarto de la hija.

—¡Oye! —le gritó—, los d'aquí al lao tienen un negro. Será pa que limpie. ¿Tú crees que lo van a hacer venir to los días? Sin dejar de hacer la cama, su hija levantó la cabeza y le preguntó: —¿Se puede saber de qué me estás hablando? —Digo que los d'aquí al lao tienen un criado, un negro, va to endomingao.[1]

     Como escritora forma parte del “Renacimiento del sur” de las letras estadounidenses, nombrado así al movimiento que surge a partir de los años 30 del siglo XX, cuyas representantes más destacadas son: Eudora Welty, Ellen Glasgow, Katherine Anne Porter y Shirley Ann Grau. Su obra mantiene dos elementos de forma constante: su identidad como sureña y la formación católica, pero esta influencia religiosa no le cegaba de ninguna manera, por el contrario, su conocimiento de los preceptos le permiten cuestionar la moralidad de un entorno viciado por la diferencia de clases en el sur de Estados Unidos, cuya dolorosa historia está manchada de sangre y dolor de los afroamericanos.

     Escribe a lo largo de su corta vida dos novelas, Sangre sabia de 1952 y Los violentos lo arrebatan de 1960, además de dos antologías de cuentos, una de ellas Un hombre bueno es difícil de encontrar publicada en 1955 y la otra fue una obra póstuma, Todo lo que asciende tiene que converger editada en 1965. Todo su trabajo literario presenta el lenguaje propio de los estados del sur, con acento, sin ser un dialecto pero que deja en claro el estatus de los personajes, por ejemplo, en su brillante cuento Un hombre bueno es difícil de encontrar un ejemplo en la voz de la abuela al decir: “—En mis tiempos —dijo la abuela entrecruzando los dedos, delgados y venosos—, los niños tenían más respeto por su estado natal y por sus padres y por to lo demás. La gente era buena entonces. ¡Oh, mirar qué negrito más mono! —Y señaló a un niño negro plantado ante la puerta de una choza—. Qué estampa más bonita, ¿verdá?”[2]

     O’connor mira al hombre en tres aspectos: el hombre que reconoce lo espiritual en sí, el hombre que ve a un creador lejano a él y el hombre moderno que no cree en nada, pero busca de forma insaciable encontrar ese ser divino, en su trabajo literario representa estos tipos de personajes y asegura que el escritor “Siempre debe ser fiel a su labor y reflejar lo que ve y escribir por el bien de lo que está viendo”[3] Para ello destacan los tres modos de visión que emplea: el alegórico que desarrolla conceptos espirituales, el tropológico para el nivel moral y el anagógico que mantiene una finalidad, tal cual sucede con las sagradas escrituras. Todos sus cuentos van de una anécdota cotidiana a una exposición de personalidades antagonistas, grotescas, siempre abordando temas existenciales, en la esfera de sus realidades que no les permiten ver más allá, otro rasgo persistente es el uso del sarcasmo para plantear las situaciones más inesperadas y asombrosas en el desenlace de sus personajes.

      Fallece el 3 de agosto de 1964 por causa de un persistente problema de lupus a los 39 años. De manera póstuma se reúnen sus obras en una edición y es merecedora del “Premio Nacional de Libros de Ficción de Estados Unidos” en 1972, obtenido por la profunda revisión social que plantea al poner en tela de juicio las arraigadas costumbres de toda una región.



[3] Flannery O’connor, Mystery and Manners, 178.


jueves, 16 de diciembre de 2021

Clarice Lispector

 

Chaya Pinkhasovna Lispector, escritora de origen ucraniano nacida el 10 de diciembre de 1920, su familia de origen judío debe salir por la persecución antijudía del imperio ruso, la más cruel hasta ese momento, los “pogroms” palabra rusa que significa devastación total autorizan todo tipo de delitos en su contra, a esto se suma la hambruna, es así que su abuelo fue asesinado, su madre violada y su padre obligado al exilio, sin dinero parten al otro lado del mundo y se instalan en Brasil, llegar a este país representa un alivio, un giro radical y una nueva oportunidad para toda su familia, lo primero que hacen es cambiar sus nombres, es cuando Clarice sustituye al Chaya. Debido a la violación sufrida por un grupo de soldados, su madre contrae sífilis y muere unos años después, cuando Clarice tenía 10 años.

    En 1939, con la ayuda de su padre logra entrar a la Universidad de Brasil en la Facultad de Derecho, donde sólo asistían tres mujeres. Como su interés siempre fueron las letras, buscó hacer colaboraciones a periódicos y revistas, en 1943 muere su padre, posteriormente, en 1944 publica su primera novela, Cerca del corazón salvaje y gana el premio Graça Aranha a la mejor novela de ese año. A partir de ahí escribe otros 17 libros que incluyen, cuento, novela, crónica y libros infantiles.

     Ese mismo año se casa con el diplomático Maury Gurgel Valente al cual acompaña por diversos países durante el tiempo que duró su matrimonio, cuando aconteció la Segunda Guerra Mundial estaban en Italia, ahí hace trabajo de voluntaria ayudando en hospitales a los soldados brasileños Fórga Expedicionária Brasileira (FEB). A lo largo de su vida marital tiene dos hijos y se mantiene publicando de vez en vez. Si bien sabia sobre sus orígenes siempre se consideró brasileña y nunca volvió a Ucrania.

     Pero la vida social a la que estaba obligada la consume, el deterioro afectivo y la infidelidad de su marido despejan el camino para el divorcio, vuelve a Brasil a finales de 1959 con sus hijos, comienza a trabajar como traductora, también como columnista, en ese empleo utilizó seudónimos, el primero fue Tereza Quadros, para su columna “Entre Mulheres” y luego como Helen Palmer en Correio da Manhã, también fue escritora fantasma para la actriz Ilka Soares en la columna “Sólo para mujeres” del Diário da Noite, estos espacios los aprovecho para abordar temas como sensualidad, relaciones de pareja, temas de etiqueta, belleza, incluso recetas y cuestiones de salud.

     El 1961 gana el premio “Carmen Dolores Barbosa” que se otorga al mejor libro del año con la novela La manzana en la oscuridad en este momento de su obra literaria se le compara con Proust, Woolf, Joyce, aunque a ella nunca le gusto que la compararan con otros autores. Su obra está impregnada de brasileraidad, empleada esta palabra como la forma particular de escribir con mezcla de elementos judíos y rasgos culturales de Brasil, otros elementos surrealistas ¿su estilo? No, de hecho, no encaja dentro de ningún estilo, por la época en la cual se desarrolla su obra se le ubica dentro del modernismo, Alfredo Bosi, historiador y crítico literario que elaboró en su Historia Concisa de la Literatura Brasileña un esquema que sitúa a Clarice en la “novela de tensión transfigurada” donde: “El héroe procura sobrepasar el conflicto que lo constituye existencialmente, mediante la transmutación mítica o metafísica de la realidad.”[1] De acuerdo con las investigadoras Vilma Areas y Berta Waldman, Clarice emplea la gramática do chao o "Gramática del suelo": metáfora que alude a las figuraciones de lo abyecto, sucio o degradado.[2]

     Su madurez creativa se amplía una vez instalada en Brasil como mujer soltera, Lazos de familia (1960), La manzana en la oscuridad (1961); La legión extranjera (1964); La mujer que mató a los peces (1968), Aprendizaje o El libro de los placeres (1969) –definida como un canto al amor– colecciones de relatos: Felicidad clandestina (1971) y Agua viva (1973) –un texto extraño e interesante, intimista y lleno de confesiones–; La imitación de la rosa (1973); un libro de narraciones eróticas: Vía Crucis del cuerpo (1973), La vida íntima de Laura (1974) donde se abordan temas tabú para esa época, sexo, homosexualidad, erotismo; Dónde estuviste de noche (1974); antes de morir publica La hora de la estrella (1977), De manera póstuma, aparecen más libros que recopilan relatos y escritos inéditos entre ellos otra novela Un soplo de vida (1978), y dos relevantes volúmenes epistolares, Cartas cercanas al corazón (2001) y Correspondencias (2002); Cuentos completos (2002). En vida no fue una escritora muy reconocida, vendía poco, consecuencia de ello puede ser porque su trabajo no es sencillo de entender, es exquisito, refinado y subjetivo.

     Una de sus anécdotas más extravagantes es su asistencia al primer Congreso Mundial de Brujería, realizado en Bogotá entre el 24 y el 28 de agosto de 1975, al que va invitada por su amiga y escritora Lygia Fagundes Telles, participa sin perder su esencia al decir: “finalmente, lo único que tengo para darles a todos ustedes es apenas mi literatura" así fue que guardó el escrito que había preparado sobre magia y leyó El huevo y la gallina. Dicho cuento parte de la duda filosófica ¿Quién fue primero, el huevo o la gallina? Para después hacer una propuesta que maneja la analogía entre la gallina y la mujer, en su condición femenina de madre y el huevo como el hijo, la tercera interpretación hace referencia al autor y su obra.[3]    Aprovechando la referencia que los artistas suelen hacer sobre su obra al compararla con un hijo, por el hecho de que la creación propia les permite establecer esa pauta. Esto es apenas un pequeño acercamiento a un cuento, casi toda su obra la puedes encontrar traducida al español y al inglés, además de algunos PDF gratuitos en la red.

     A pesar de haber nacido en el seno de una de las religiones más antiguas Clarice no practicó las costumbres propias del judaísmo, sin embargo, cuando muere, un 9 de diciembre de 1977 es enterrada como judía en un cementerio israelita del barrio Cajú en la ciudad de Rio de Janeiro.   





[1] Alfredo Bosi, Historia concisa de la literatura brasileña, México, Fondo de Cultura Económica, 1980.

[2] Margara Russotto, Encantamiento y compasión: un estudio de "El huevo y la Gallina", Inti: Revista de Literatura Hispánica, volumen 1, Número 43, 1996. https://digitalcommons.providence.edu/inti

[3] Ibidem.


jueves, 9 de diciembre de 2021

Inés Arredondo

 


Escritora mexicana nacida en Culiacán, Sinaloa el 20 de marzo de 1928, inicia sus estudios superiores en la Facultad de Filosofía y Letras en la carrera de Filosofía, sin embargo, las teorías de Friedrich Nietzsche y Søren Kierkegaard le desencadenan una crisis espiritual que la lleva a una depresión cercana al suicidio, con apoyo de su médico, se sobrepone y cambia a la carrera de Letras Hispánicas, misma que concluye y es ahí que comienza su trabajo literario. Su trabajo se reconoce como parte de la Generación de Medio Siglo formada por los más destacados escritores nacidos entre 1920 y 1935 en el país, colaboró en la Revista Mexicana de Literatura como narradora y ensayista, fue investigadora del “Centro Lingüístico” de El Colegio de México. Su obra cuentística se concentra en tres antologías que llevan como nombre: La señal, publicada en 1965, Río subterráneo, que sale a la luz en 1979, libro merecedor del Premio Xavier Villaurrutia y su última publicación Los Espejos, es presentada al público en 1988. A lo largo de toda su narrativa se plantean complejas metáforas sobre la vida, la muerte, la crueldad humana, la violencia, lo sagrado, la insatisfacción, las relaciones incestuosas, la memoria, la existencia de la mujer en variados contextos.

    No es difícil encontrar en la revisión de su trabajo los diversos aspectos de control y vejación hacia la mujer, mucho se ha dicho sobre la profundidad del significado en su narrativa, incluso como denuncia a la violencia familiar de los padres hacia las hijas, misma que se reproduce en las relaciones de pareja, y ante las cuales las protagonistas responden como figuras rescatadas por sus decisiones que van de la culpa a la redención, oponiéndose al destino y conquistando un nuevo rumbo. Como menciona el profesor e investigador Rogelio Arenas Monreal: “el orden al que se enfrentan y del que precisamente intentan liberarse las heroínas de los relatos de esta escritora, es, por lo general, impuesto por el hombre y, a través de éste, por una sociedad falocéntrica que se distingue por su violencia.”[1]

     Si bien es muy interesante como hace el giro sorpresivo de la intimidación a la liberación, hagamos una mención sobre el tema, esta violencia institucionalizada que la escritora describe en su obra me permite recordar un evento anual celebrado el 25 de noviembre como el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer y ¿Cómo se determina este día? el día fue designado en el año de 2000 en honor a la lucha que las hermanas Mirabal realizaron en República Dominicana en contra de la dictadura de Rafael Trujillo y por la cual perdieron la vida en 1960. En realidad se transforma en 16 días de activismo para ampliar el acceso a la información en torno a esta temática, así, la campaña va del 25 de noviembre al 10 de diciembre de cada año, claro que la violencia ha existido mucho tiempo atrás y aún está presente, sin embargo, es hasta el siglo XXI cuando los movimientos femeninos aumentan y permiten mayor información y apoyo para que las mujeres que sufren sus relaciones de pareja terminen con la agonía, tal como lo hacen las heroínas en los cuentos de Inés Arredondo, vincular la reflexión y análisis de las temáticas en sus cuentos se debe a que ella en el siglo XX reflejaba esta problemática en sus trabajos, también es importante reiterar la intención de como la literatura es, sin lugar a duda un medio para reconocer patrones sociales, culturales y psicológicos que se generan en diversas naciones y épocas en este caso y ya enfocadas al trabajo de dicha escritora las vivencias son de mujeres mexicanas, cuyas problemáticas se sitúan en aspectos vivenciales, que revelan un contexto conocido de la sociedad, cuestión que la hace formar parte de “Las cuentistas mexicanas en la época feminista”, así llamadas por Seymour Mentón, misma que va de 1970 a 1988.

     La lectura de su trabajo revela reflexión y talento para narrar los desafíos a los que se enfrentan sus protagonistas, muchos de sus trabajos los puedes encontrar en la red, en modo PDF, como opción para aquellos que no encuentren la obra publicada, uno de sus cuentos más estudiado es “La Sunamita” el nombre de este cuento significa la mansa, la dócil y el inicio del trabajo literario hace alusión a una cita bíblica, “Y buscaron una moza hermosa por todo el término de Israel, y hallaron a Abisag Sunamita y trajéronla al rey. Y la moza era hermosa, la cual calentaba al rey y le servía: mas el rey nunca la conoció.” Reyes 1. 3-4.[2] En la historia centrada en Luisa, como vislumbrando la incertidumbre de lo que está en camino está: “Tensa, concentrada en el desafío que precede a la combustión, la ciudad ardía en una sola llama reseca y deslumbrante. En el centro de la llama estaba yo, vestida de negro, orgullosa, alimentando el fuego con mis cabellos rubios, sola.”[3] El ritmo de la historia va creciendo y llevando a Luisa a un abismo entre velado por buenas acciones e insólitos actos inesperados de quien menos lo creería, es un tabú aquel comienzo noble que Rose Corral cuestiona: "Si el sentido global de la narrativa de Inés Arredondo, su idea de la ficción apunta hacia lo sagrado entendido como una forma de aprehender el mundo y de revelarlo, nada más difícil en cambio que precisar y articular sus distintas manifestaciones en los cuentos mismos”[4]. Apenas es el inicio del cuento, no quiero arruinarles la experiencia, la intención siempre es hacer cosquillas a su curiosidad para que se acerquen a las obras. Estas palabras de la profesora Claudia Albarrán resumen de excelente forma la obra de la escritora al decir:

los cuentos de Inés Arredondo las circunstancias, las situaciones -sean o no límites- no tienen valor en sí mismas; están ahí para «obligar» a los personajes femeninos a ser, a mostrarse, a definirse, a reaccionar de una buena vez y para siempre. Los cuentos son, en este sentido, crónicas de una metamorfosis, fotografías tomadas en el momento preciso del cambio de actitud, retratos de un instante fundamental que cambiará el rumbo futuro de sus vidas.[5]

     Inés Arredondo fallece en la Ciudad de México el 2 de noviembre de 1989, heredando a las mujeres lectoras 34 cuentos que reflexionan sobre la condición de la mujer en diversos escenarios.





[1] Rogelio, Arenas Monreal. La pareja y la mirada transgredida en ‘Mariana’ de Inés Arredondo. Siglo XXI, México, 2002.

 

[2] Inés Arredondo, “La sunamita”, Cuentos completos, México, FCE, 2012.

[3] Ibíd.

[4] Rose Corral, "Inés Arredondo: la dialéctica de lo sagrado", Mujer y literatura mexicana y chicana, coord. Aralia López González, Amelia Malagamba, Elena Urrutia, México, El Colegio de Mexico, 1988.

[5] María Claudia Albarrán, Para levantar las Alas: Aproximaciones a las mujeres de Inés Arredondo. México, ITAM, 2000.


jueves, 25 de noviembre de 2021

Cristina Peri Rossi


A propósito de su reciente reconocimiento como la ganadora del premio Cervantes 2021, más quince anteriores reconocimientos de su obra, es obligado acercarnos a su escritura, sus temas y frecuentes personificaciones. Ella conoce muy bien el exilio, algo apenas imaginado para algunos de nosotros, y para otros una opción desaprobada. Jamás dejar la propia herencia, el pedazo de identidad que nos define en la llegada. Peri Rossi estudió literatura comparada, biología y música, sobresale como lingüista, poeta, traductora, novelista, periodista y activista. Es considerada una de las escritoras más importantes en lengua castellana su obra se traduce a más de veinte idiomas, además es la única mujer integrante del Boom Latinoamericano.

     Cristina Peri Rossi nace en Montevideo, Uruguay un 12 de noviembre de 1941, de ese evento dice: “Nací en una ciudad triste / de barcos y emigrantes / una ciudad fuera del espacio / suspendida de un malentendido: / un río grande como mar / una llanura desierta como pampa / una pampa gris como cielo. […] Nací en una ciudad triste / suspendida del tiempo / como un sueño inacabado / que se repite siempre.”[1]

     A los 29 años busca exilio en España, se vio forzada a pasar unos meses en París durante 1974, donde es apoyada por su amigo Julio Cortázar, a causa de la dictadura franquista, meses después comienza su residencia en Barcelona, donde hasta ahora radica. Sale de su país debido a las amenazas que sufre luego de protestar en contra de los actos militares que anunciaban el golpe de estado y posteriormente la dictadura que va de 1973 a 1985. En su partida de Montevideo escribe:

Mi primer viaje

fue el del exilio

quince días de mar

sin parar […]

Quince días de agua

sin luces de neón

sin calles sin aceras sin ciudades […]

Quince días de mar

e incertidumbre […]

Nadie te despidió en el puerto de partida

nadie te esperaba en el puerto de llegada.[2]

     De su prolífica obra con más de 50 libros sobresalen: Viviendo (1963), Los museos abandonados (1969), Indicios pánicos (1970), La tarde del dinosaurio (1976), La nave de los locos (1984), El museo de los esfuerzos inútiles (1986), Solitario de amor (1988), Cosmoagonías (1988), Desastres íntimos (1997), El amor es una droga dura (1999), Los amores equivocados (2015), La insumisa (2020), estos son unos pocos nombres de su amplia producción literaria conformada por cuento, ensayo, poesía y novela. Los temas principales son: el exilio, el viaje, lo político, los museos, el mar, el erotismo, los extremos en las emociones y los enfoques de sus personajes, su trabajo sobre la identidad sexual y los temas sobre el lesbianismo plantean teorías o posturas desafiantes en temas de sensualidad y amor. En la obra de Peri Rossi dice tanto sobre el exilio que no dejo de pensarlo, y al repasar su obra encuentro un sentir sobre ese hecho:

 Este es el estado de exilio. Se desembarca como se nace, sin casi nada, sólo con la monótona repetición de historias de dolor, tortura y miedo, de miseria y persecución […] pero hay un exilio, no mejor, es el exilio de los de adentro […] acosados por la miseria y el miedo son los exiliados internos, los que arriesgan muchas veces la vida por un poco de información, o mueren mientras intentan escribir una leyenda en la pared.[3]

     Lo que se dice y estudia de su obra interroga los constantes símbolos que la acompañan, y la hacen la más grande escritora uruguaya debido a su aportación a las letras por los recursos que domina: alegorías, metáforas, lirica; el viaje como ese acontecimiento que nos aleja del contexto originario, espacio al que estamos ligados desde que nacemos, metáfora del camino de la vida, el andar y las decisiones que se toman durante la marcha. El viaje queda representado en cada experiencia de vida de sus protagonistas. Otro elemento clave en su trabajo son los museos, recreados en una narrativa distópica y representando el espacio desolado donde la historia transcurre entre un esquema temporal espacial rodeado de soledad, la cual resume la incertidumbre hacia el futuro. Un canon imprescindible es el erotismo, porque en ese aspecto se expresan emociones de manera más imaginativa, cada una de sus propuestas destila sensualidad y erotismo, pasión lírica y voluntad de pericia tan amplia como su fantasía lo permita. En una entrevista que le realiza la escritora Reina Roffé, Cristina comenta:

El erotismo empieza con la imaginación, es decir, con la independencia del cuerpo, de la biología. A mí no me interesa el sexo, sino el erotismo, y a mis personajes también. “Hacer sexo” me parece una expresión verbal horripilante, tan horrible como el acto que imagino. El sexo no se hace: se sueña, se inventa, se imagina, se supera, se trasciende, se olvida, se transmuta. El erotismo es al instinto sexual lo que el bel canto al grito.[4]

     Así qué, Cristina Peri Rossi va a deleitar tus sentidos con sus talentos literarios, las palabras vueltas poesía, los personajes insólitos, no dudes en invertir en sus libros y a su vez recomendar su trabajo como un recorrido por el exilio, el amor, el ser y las formas en que la escritora los habita. Es su propuesta una prueba de como se vive la realidad, a veces con nostalgia provocativa y repleta de añoranza, pero sin duda al mismo tiempo esos temas construyen su estilo e identidad.

 



[1] Cristina Peri Rossi,” Montevideo”, Estado de exilio, 2001. http://letras-uruguay.espaciolatino.com/peri/montevideo.htm.

[2] Cristina Peri Rossi, Poesía completa, Barcelona, Lumen, 2005. p. 320.

[3] Cristina Peri Rossi, El pulso del mundo: artículos periodísticos 1978-2002, Montevideo, Ediciones Trilce, 2001. p. 46.

[4] Reina Roffé, “Entrevista a Cristina Peri Rossi”, Cuadernos Hispanoamericanos, 581, Nov. 1998. p. 101-102.



viernes, 12 de noviembre de 2021

Guadalupe Dueñas

 


Para acercarnos a la vida de la escritora mexicana dedicada al cuento gótico y de ficción, hay que destacar la importancia de la infancia en su obra, varias de sus principales narraciones tienen como origen alguna anécdota en la cual ella ve de cerca una realidad que nos parece ficción. Nace el 19 de octubre de 1910 en Guadalajara, su formación académica la realiza en la UNAM. Su obra no es extensa, sin embargo, eso no le resta inventiva y desenlaces inesperados que agregan mayor valor a su literatura, el primer libro que publica es en 1954 bajo el nombre de Las ratas y otros cuentos; luego en el 1958 el Fondo de Cultura Económica distribuye Tiene la noche un árbol. En 1976 el libro No moriré del todo; en 1977 Imaginaciones reúne pequeños retratos literarios biográficos sobre personalidades de la cultura, su última entrega es en 1991 el libro Antes del silencio promovido nuevamente por el FCE.

    Entonces ¿Qué es la infancia para la literatura? ¿Un oasis que alivia la sedienta herida de lo que se vivió? ¿Aquello que se recuerda y frente a la hoja en blanco se vuelve el confidente? para cada escritora es algo diferente, lo cierto es que esas experiencias son capaces de crear una obra literaria donde se logra eternizar el momento de lo inexplicable, todo aquello que, por más absurdo que parezca presenció de cerca, ejemplo de ello es “Historia de Mariquita” cuento de la antología Tiene la noche un árbol, en donde la trama de horror cuya incertidumbre en torno al personaje principal va aclarándose por la narradora: “Claro está que el secreto lo guardamos en familia. Fueron muy raras las personas que llegaron a descubrirlo y ninguna de éstas perduró en nuestra amistad”[1]  

         Entonces la niñez deja de ser aquel ambiente cálido, repleto de juegos para convertirse en una zona de exploración al mundo de los adultos, donde se reta a la fantasía dejando espacio para lo inusual, un cuento representativo es “Zapatos para toda la vida” del libro ya antes mencionado en el cual la escritora expresa una punzante reflexión en torno a la llegada de cientos de zapatos que no son elegidos, sino asignados, así replica: “He inventado pasos que doblan el desgaste, pero estoy muriendo. Sus lengüetas asesinas me atormentan y las suelas se incendian con mi calentura, no hay manera de acabar con esta plaga”.[2]   

      Es la recreación de los sucesos cotidianos lo que identifica la obra de Guadalupe Dueñas, con una mezcolanza de fantasía y desamparo. La profesora Elena Calderón de Cuervo en su ensayo “ El tiempo en los cuentos de Guadalupe Dueñas: un intento de teorización” comenta: "Este carácter retrospectivo, que hace del cuento una recapitulación, pertenece a su esencia recurrente y muestra en el género, como una característica que lo define en su temporalidad, la vigencia de un pasado activo”.[3] Es justo esa insistencia en lo vivido y su irrevocable influencia en la visión de la escritora lo que persiste, llevando su trabajo hacia rasgos oscuros, además de poner especial atención a los aspectos femeninos, así se refleja en algunos detalles de “Judit” que cuenta una pasión no aceptada, unos celos malignos, un plan traicionero orientado a permitirle hacer daño sin lamentarlo. La crudeza de los actos y el horror de su constancia consiguen un amplio desarrollo, como un lunar que la distingue de otras narraciones mexicanas. La escritora fallece en la ciudad de México el 13 de enero de 2002, dejando con su trabajo la inquietante circunstancia de una mujer que exploró su entorno y le dio forma en su  creatividad entremezclada con la soledad.





[1] Guadalupe Dueñas, Tiene la noche un árbol, México, FCE, 1985. p. 25.

[2] Ibíd., p. 70.

[3] Elena Calderón de Cuervo, EL tiempo en los cuentos de Guadalupe Dueñas; un intento de teorización. P.2. https://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/16046/12-calderon-revlitmod17-84.pdf  


sábado, 30 de octubre de 2021

Mariana Enríquez

 


Cuando el tema de los muertos es llevado a la literatura encontramos una enorme diversidad de tratamientos, siempre depende de las épocas y las influencias de las escritoras, en este punto es donde llegamos al terror, desarrollado por importantes figuras como Mary Shelley, Ann Radcliffe, Daphne du Maurier, gratificante su presencia en las letras porque los nombres más reconocidos que resuenan dentro de este género son masculinos. Así que hablar de terror es relacionarlo con la muerte, acá en México, se realiza una celebración en honor a los difuntos, surge en Mesoamérica donde los pueblos originarios por medio de las fiestas en su honor guiaban a los muertos en su recorrido al Mictlán, así llamado el inframundo en la mitología mexica, pero hay diversas posiciones en torno a la festividad a los muertos ¿Los mexicanos lo hacemos por diversión? Como se plantea en películas infantiles en donde la trama se desarrolla en un sentido superficial o ¿Es parte de nuestro sentido del humor un tanto negro y macabro?

    Como parte de esta cultura estoy segura de que nada de eso forma parte de los motivos de la celebración, que si tienen un rasgo identitario centrado en el retorno de los recuerdos que nos permiten mantenerlos en la memoria, eso es para los mexicanos uno de los motivos de la fiesta a los muertos, el llenar de luz y colorido el momento espléndido para relacionarnos con quienes ya se fueron, pero este ritual también nos permite el acercamiento con los seres que aún nos acompañan en vida. Sin embargo, México no es el único país donde se practica el culto a los muertos, de hecho, entre los antiguos egipcios la vida estaba rodeada de más rituales y la llegada de la muerte era como el objetivo a alcanzar; también está el caso de Santa Martha, Galicia, que realiza “La romería de los ataúdes” ocupados por vivos paseando por toda la ciudad.  

     Ya que paseamos un poco por algunos eventos en torno a los muertos, vamos a acercaremos a la obra de la argentina Mariana Enríquez, escritora, periodista y docente nacida en 1973, forma parte del grupo de escritores conocidos como la “nueva narrativa argentina” (NNA) con el rasgo de la civilibarbarie, concepto propuesto por Elsa Drucaroff  el cual significa: “una fusión de la antinomia que puede relacionarse con muchas transformaciones del país, del capitalismo, de los imaginarios nacionales y globales que surgen en la postmodernidad,”[1]

     A Mariana Enríquez se le ubica como seguidora del terror gótico, estilo nacido en el siglo XVIII, dicha corriente tiene como características: “el intento de encarnar una teoría de propósitos sociales del terror, el retrato de la misera de separación de las normas civilizadas y la inadecuación de la mayoría de las personas, de la sensibilidad, la insistencia en el poder de la culpa, tratamiento físico del odio y el disgusto.”[2]

     El estilo mantiene tres elementos: la paranoia creada por las dudas e incertidumbres; la barbarie donde la impotencia y el miedo son impulsadas por la dialéctica del poder y el tabú que genera las situaciones repulsivas en la trama, además debemos tomar en cuenta “El punto de presión fóbica” que menciona Stephen King es vital para este género.  

   En las obras de Mariana Enríquez no hay un terror demoniaco, o burgués relacionado con mansiones encantadas, para ella el terror actual va de la mano con la desigualdad, la violencia institucional y la impunidad hacia los pobres. En su terror civilbarbárico se mezclan todos estos males presentes con las creencias en las fuerzas ocultas de la naturaleza desencadenadas siempre por actos inhumanos. Su primera novela es de 1995 Bajar es lo peor cuenta una extraña relación formada por tres jóvenes abatidos que comparten los excesos, la noche, los miedos y un elemento místico que permite el desarrollo del terror.

     En 2004 su segunda novela se publica, es un drama llamado Cómo desaparecer completamente sin duda desarrolla un tipo de horror social que expone, desempleo, adicciones, daños colaterales de la delincuencia que vive la juventud; en 2009 publica Los peligros de fumar en la cama, antología de doce cuentos donde sigue explorando de forma creativa el terror de diversas intensidades, por lo regular narrado por personajes femeninos; en 2016 presenta su libro Las cosas que perdimos en el fuego formado por once cuentos por el cual recibe en el año 2017 el Premio Ciutat de Barcelona en la categoría «Literatura castellana», cada cuento desarrolla una historia inusitada, que podría ser parte de su imaginación, pero su inspiración se apoya de los hechos reales, el cuento “Bajo el agua negra” tiene elementos del caso Ezequiel Demonty, ocurrido en 2002 en Buenos Aires, en el barrio Constitución. El siguiente año su novela Éste es el mar centra su trama en adolescentes fanatizadas, rock, drogas, envueltas en una macabra historia, dentro del terror fantasy y los cantos de sirena que acompañan la poética del libro, en 2019 la novela Nuestra parte de noche obtiene los premios: Herralde de Novela por Nuestra parte de la noche, premio Kelvin 505 mejor novela original en castellano; Celsius a la mejor novela de ciencia ficción, terror o fantasía escrita en español, premio de la Crítica en Narrativa.

    Además de su sobresaliente trabajo en el mundo de las letras, su labor en el periodismo es como subeditora del suplemento Radar del diario “Página/12”, ha colaborado en las revistas TXT, Granta, Electric literature, The New Yorker y El Guardián. También participó en radio, en el programa “Gente de a pie”, de Radio Nacional. En 2020 comienza tu trabajo como directora del Fondo Nacional de las Artes, organismo argentino que financia el apoyo a artista y gestores.

  En resumen, el trabajo literario de Mariana Enríquez desarrolla aspectos sociales dentro de un género de terror gótico, donde el miedo y la civilbarbarie están presentes, rememorar la existencia de quienes se van hace posible revelar la causa de su partida, circunstancias traumáticas o no en que se convirtieron en muertos. ¿Te gusta el terror?  Atrévete a leer este estilo que expone todas las partes torcidas de la sociedad.






[1] Elsa Drucaroff, Ricardo Piglia, “la máquina de invención política y la civilibarbarie”, XXVII Jornadas de Investigadores del Instituto de Literatura Hispanoamericana Facultad de Filosofía y Letras (UBA) - Buenos Aires, marzo de 2015.

[2] David Punter, The literature of Terror, Routledge, London, 1996.


jueves, 21 de octubre de 2021

Arundhati Roy

 


Esta semana se llevó a cabo la celebración del día de la escritora, el evento busca reconocer el trabajo de las mujeres en el espacio literario, sus inventivas para mantenerse en un ámbito casi del todo masculino, desde usar seudónimos hasta pagar sus publicaciones y llevarlas al mercado pese a lo que se pueda opinar. Fue en 2016 cuando dos asociaciones españolas la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (FEDEPE) y la Asociación Clásicas y Modernas, dan inicio al festejo. Importante es señalar que no es una fecha fija, el evento ocurre el lunes posterior a la festividad de Teresa de Jesús, siendo este el 15 de octubre. Entonces este año fue el lunes 18 de octubre.

      Motivo suficiente para presentarles a una escritora india llamada Suzanna Arundhati Roy, nacida en Shillong, en el estado de Meghalaya un 24 de noviembre de 1961, el éxito literario de dicha autora fue de la mano de su primera novela El dios de las pequeñas cosas, exitoso trabajo convertido en best seller mundial cuya traducción se hizo a 21 idiomas y obtuvo el Premio Booker de 1998. Aunque la situación en su país no fue de bienvenida, por su marcada denuncia a ciertos aspectos sexuales que forman parte de las tradiciones. Nunca ha dejado de escribir, sin embargo, está mucho más activa en el terreno político con ensayo social denunciando el nacionalismo extremo, y aquí su apoyo al movimiento separatista de Cachemira; el capitalismo salvaje que la llevó a oponerse a la construcción de la presa en Narmada donde se pretendía desplazar a medio millón de personas sin ninguna retribución, otros temas que aborda en sus ensayos son el integrismo religioso, la corrupción institucionalizada y también expone la guerra continua de E.U que se denomina sociedad pacifista pero que puede atacar a cualquier país, como en el caso de la guerra de Afganistán y muchos otros males que atentan contra la sociedad determinan para ella que la literatura es un asunto de política.

    Claro, se entiende la relación que menciona Arundhati, la literatura es un acto político, sino las mujeres no buscarían de diversas formas el reconocimiento y apertura para su trabajo, ella misma aclara: “la realidad nunca puede dejar de ser política. Hubo un tiempo en que el escritor era sustancialmente un ser político, pero ahora hemos sido reducidos a creadores de entretenimiento, de best sellers, que viajan por el mundo de feria en feria. A muchos escritores actuales les asusta tener posicionamientos. Pero es algo inevitable, y más hoy en día.”[1]

     Esta es una opinión que la escritora dio durante una entrevista el año pasado, tan oportuna por la situación de estrellato que muchos escritores mantienen, como si la habilidad de escribir se pudiera comparar con las formas de proceder de los rockstar, colocándolos en un inalcanzable status, lejos de los temas importantes de abordar y apostando por los mejor recibidos en cuanto a ventas, por el morbo que generan en una sociedad familiarizada con asesinos seriales o con relaciones tóxicas de dependencia en donde el amor se interpreta de forma lamentable. El punto importante de aclarar es que la literatura no debería ser para engrandecer a los creadores, lo que si es por derecho propio sin duda, una tribuna para exponer las muchas circunstancias que se oponen a nuestro muy soberbio raciocinio.

    Después de su primera novela ocupa la mayor parte de su tiempo en la defensa de causas sociales, ganando en 2004 el Premio Sídney de la Paz, otorgado por la Universidad de Sídney por su trabajo en campañas sociales y su apoyo al pacifismo. Sobre complejos temas publica El final de la imaginación de 1998; Retórica bélica en el 2005; Espectros del capitalismo disponible en 2015 y posterior a ellos consolidó sus ensayos en un libro llamado Mi corazón sedicioso donde presenta un compendio de temas. Sobre este trabajo comenta:

Mi no ficción es a menudo un argumento, una intervención urgente. Y la ficción es como construir un mundo entero a través del cual invito a mis seres queridos y a mis lectores a caminar. Ambas son maneras de contar una historia, pero cada historia tiene su manera de ser contada, algunas desde el interior y otras desde fuera. Aunque opino que solo la novela puede darte la comprensión radical del montón de cosas que se combinan para crear una sociedad. Por su parte, el ensayo debe abordarlas de una en una y ser como un latigazo, seco, hiriente.[2]

     En 2017 publica El ministerio de la felicidad suprema y vuelve a presentar su prodigiosa ficción donde se entrelazan nuevamente hechos reales y la forma poética de aligerar el quebranto de una sociedad como la de su país, que la autora reconoce y expone.[3] 

     Así que la recomendación esta vez es acercarnos a su escritura, no tan difundida, revisar sus luchas, los temas a los que atiende, convencida de que alguien debe decirlo, sobre todo porque va a la raíz de las problemáticas, de ninguna manera es hablar de complejos acontecimientos y concluir con una obvia frase, Arundhati mantiene en su aportación literaria una constante reiteración de la ética del cuidado, de la paz y el respeto, lo cual nos lleva a una comprensión mayor  de los sucesos, sin pensar siquiera en un género, no es hablar de feminismo y entender con ello que se debe derrocar a los hombres en el poder, lo que sí es tiene que ver con dar a los hombres y mujeres mayor información de como los sistemas se determinan de manera corrupta e injusta y con ello tener elementos para sanar juntos la democracia y generar mejores formas de relacionarnos.






[1] Andrés Seoane, Arundhati Roy: “Somos esclavos. Solo quien viva engañado puede pensar lo contrario”, (19 octubre 2021), Seminario Universidad, 14 julio, 2020, https://semanariouniversidad.com/suplementos/arundhati-roy-somos-esclavos-solo-quien-viva-enganado-puede-pensar-lo-contrario/

[2] Ibídem.


Dorothy Parker

  Escritora y crítica estadounidense, importante intelectual de los años veinte, nace en el estado de Nueva Jersey el 22 de agosto de 1893...