¿Cuántos
libros debe publicar una escritora para ser reconocida? ¿Cuánta carrera
intelectual se debe cumplir para alcanzar los requisitos de ser considerada artista
de las letras? Claro que son preguntas retóricas porque el trabajo de las
mujeres creadoras toma rumbos siempre marcados por su condición existencial, en
este caso Josefina Vicens es un brillante ejemplo de una ruta alterna para
llegar a la literaria. Ella fue escritora, guionista, crítica de cine, cronista
taurina, periodista mexicana nacida en Tabasco el 23 de noviembre de 1911, su
madre mexicana, su padre español y la necesidad de integrarse al mercado
laboral para ayudar con la familia la hacen concluir una carrera comercial, así
que su ocupación literaria fue hecha de forma autodidacta. Casada con un amigo
homosexual, como parte de una muy buena fachada para ambos que tenían
preferencias sexuales diferentes a la mayoría.
Los años laborales la llevan a emplearse
como secretaria en las oficinas de Transportes México-Puebla, para luego
integrarse con el mismo puesto en el Departamento Agrario cuya estancia la hace
entrar en contacto con el sitio donde trabajaría posteriormente, la
Confederación Nacional Campesina, en ella ejerce el cargo de Secretaria de Acción
Femenil que dio lugar a las ligas femeninas y desde esa tribuna comenzó a
impulsar la igualdad de condiciones en el ámbito laboral, por esta ruta es como
llega a la Academia Mexicana de Artes y Ciencias, ya como una reconocida guionista
y después con un puesto en la Sociedad Nacional de Escritores de México, para
el cual se sumó su experiencia en el periodismo como es notorio su desempeño
laboral no comienza en el área literaria, sin embargo, parte de su trabajo en
cada uno de sus empleos fue escribir y analizar. En su basta trayectoria emplea
seudónimos masculinos para publicar crónicas taurinas bajo el nombre de Pepe
Faroles; luego los artículos sobre política los firma como José García y los
temas sobre feminismo se los deja a Diógenes García, como jugando con su identidad
la peque, como le llamaban, recurre a muchos nombres para registrar su
ingreso al trabajo, un día era Cleopatra, otro Ana Karenina y por medio de este
uso del lenguaje busca sacar de las necesidades laborales el registro de los
nombres en la entrada al trabajo.
Con su particular estilo desarrolla temas que
le importan y en el contexto literario centra su atención en la identidad, tal
vez para desentrañar una parte de ella misma. Su estilo no cabe en ninguna
corriente literaria del siglo XX. Sus
dos únicas novelas están separadas por 24 años la primera fue El libro vacío
(1958) por la cual recibe el premio Xavier Villaurrutia ese mismo año de la
publicación, en este trabajo el personaje principal hace un recorrido por sus
vivencias para liberar la frustración que lo habita debido a su obsesión por la
escritura, y haciendo un repaso de sí mismo el protagonista dice:
Recuerdo, por ejemplo,
mi decisión de ser marino. Nada en el mundo me hará cambiar de idea -pensaba yo
entonces-. (…) Mi padre, en cambio, pronunció un dramático discurso del que
sólo pude entender que yo era el único hijo hombre, la esperanza de su vejez y
el protector de mis hermanas. Recuerdo que a medida que mi padre hablaba me
invadía una especie de asfixia: por lo que sentí el horror de estar
encarcelado, condenado sin remedio[1]
Se trata de una novela que acumula los
deberes de los hombres, pero también de las mujeres y los desarrolla en una
brillante muestra de identidades presentes en los años 50 dentro de la sociedad
mexicana. Sobre Los años falsos (1982) la muerte es un tema presente,
como un hilo conductor apoyado de la soledad, la lucha de géneros y, sobre todo,
la imposibilidad de alcanzarse a sí mismo, otra gran escritora opina sobre esta
obra: “Desentraña la artificialidad de la realidad. Habla de cómo nos hacemos
en la infancia, de cómo suena el lenguaje y se leen los gestos de los demás a
los ocho, diez, doce años. De como nos enseñan a querer, a entender, pese a que
dentro de nosotros hay una sabiduría que se va viendo maniatada, asfixiada. De como
la vida, que sabemos maravillosa, con una fresca naturalidad, se convierte en
una barroca mediocridad”[2]
Así que, de vuelta a las preguntas
iniciales, las respuestas son muy amplias, pero básicamente el número de publicaciones
no hace imprescindible la obra de una escritora y tampoco la carrera con la cual
decide conseguir recursos para cubrir sus necesidades, lo importante para que
una escritora se distinga siempre será la búsqueda de una perspectiva que
permita plantear un tema mucha veces utilizado, pero desarrollado de forma
fenomenal y sorprendente, tal cual lo hizo Josefina Vicens, quien fallece en la
ciudad de México el 22 de noviembre de 1988.
[1] Josefina Vicens, El Libro vacío,
Fondo de Cultura Económica, México, 1999, p.73.
[2] María Luisa Puga, “El hecho brutal
en la escritura de Josefina Vicens” Hojas Sueltas, revista trimestral,
México, 1984. Núm.14,
No hay comentarios.:
Publicar un comentario