Es
una excepcional escritora y corresponsal de guerra en Europa. Nacida en Oslo, Noruega
el 10 de febrero de 1970. Políglota, estudiosa del comportamiento humano y fiel
defensora del importante trabajo ejercido por los periodistas en regiones
conflictivas, su ardua investigación la ratifica como una autoridad
en temas de sobrevivientes en zonas devastadas por luchas internas.
Sobre
cada una de sus misiones como corresponsal ha escrito un libro: Su estancia en Irak
se recopila en Ciento y un días, donde narra a detalle cómo es la
vida de una reportera de guerra, las represiones, los peligros de estar ahí,
sin dejar de lado la historia que dio origen al golpe de estado, el sentir de
la gente nativa, el miedo, la incertidumbre, la desazón por la que atraviesan las
familias.
De su
experiencia en Afganistán publica El librero de Kabul, un best seller que
se traduce a treinta idiomas pese a la demanda por difamación que el librero,
Shah Muhammad Rais protagonista, interpuso en su contra. En esta
crónica detalla, entre otras muchas circunstancias que debe vivir la mujer, cómo
es llevar burka: “Llegué a detestar esta vestimenta porque aprieta la frente y
provoca dolor de cabeza, la rejilla limita el campo de visión y dentro huele a
cerrado y se suda mucho porque no deja pasar el aire. Hay que andar siempre con
cuidado porque una no se ve los pies y se ensucia. La prenda molesta mucho.
Pude experimentar que liberación es quitártela al volver a casa”[1]
Acerca del conflicto en la ex Yugoslavia
visita Serbia y surge de su búsqueda De espaldas al mundo donde el testimonio
de catorce sobrevivientes es el hilo conductor para acercarnos un poco a cómo se
vive una deportación, un extermino, una persecución por ser de una etnia diferente,
temas que se creyeron superados en Europa sobresalen en esta región que termina
en la disolución del país. Con respecto a la guerra en Chechenia El Ángel de
Grozni representa lo que pudo vivir y observar de una acción separatista donde,
como en todas las guerras, los niños son fundamentalmente abatidos, las mujeres
ignoradas, los periodistas y activistas de derechos humanos tristemente silenciados.
Un evento impensable ocurrido en su país
durante julio de 2011 atrae su atención, los atentados de Utoya y Oslo. Después
de una investigación profunda que incluye entrevistas y revisión en la vida del
asesino concentra su trabajo en el libro Uno de los nuestros donde reúne
datos de sobrevivientes a la matanza de 77 personas por el neonazi noruego.
Centrando la atención en Afganistán, sobre
todo por los dos eventos que ponen en los titulares a este país, uno de ellos,
es el aniversario del atentado del 11 de septiembre de 2001, realizado por Al
Qaeda y el segundo evento es la acelerada llegada del grupo Talibán a Kabul, el
control del país en manos del grupo extremista representa un nuevo retroceso, la
escritora reflexiona al respecto:
¿Cómo puede haber una democracia en un país
donde el 80 o el 90 por ciento de la población es iletrada, en una sociedad
donde se queman las escuelas para niñas, donde se asesinan trabajadores
humanitarios afganos e internacionales y donde cualquier hombre cabeza de
familia les dice a sus parientes por quién votar sin darles opción de elegir? […]
(la democracia) tiene que ser construida desde adentro y por eso creo en una
sola cosa para Afganistán: educación, educación, educación".[2]
En resumen, acercarnos al trabajo de una
escritora como Asne Seierstad cuyo estilo mezcla crónica, testimonio y reflexión, nos permite leer la constancia
de las atrocidades que provocan las guerras en todos estos ejemplos que ella
atestigua, iniciadas por el odio, el ultranacionalismo, el deseo de poder y
control, su escritura es un aporte para
todos, es la historia de los efectos desencadenados por las luchas armadas, es
un medio para crear conciencia. Nada nos hace más irracionales que la violencia
y el acto de someter y reprimir a quienes no comparten nuestro pensar, Asne también es un ejemplo de nobleza, un tipo de bondad que no necesita propaganda para ser
formidable, con una parte de sus ganancias de El librero de Kabul
construyó una escuela para mujeres en Afganistán, en una entrevista nos cuenta:
Entonces
me dije, ¿qué puedo hacer por Afganistán? Así que construí una escuela. Es una
escuela de 500 niñas que van en dos turnos, así que son 1000 niñas al día.
Lleva 17 años funcionando, así que ha habido muchas niñas. Y muchas de ellas
han continuado hasta un nivel superior en Kabul, porque ese es otro de los
problemas de la educación en Afganistán, muchas niñas sólo van 3 años, 5 años,
7 años, y luego las casan. Esta escuela da a las niñas la posibilidad de
continuar a un nivel superior, mientras que la mayoría no.[3]
Dicha escritora representa al ser humano
dispuesto a dar y hacer, sin que le sea necesario la difusión de sus actos de
empatía; como parte de su trabajo periodístico pone el dedo en la llaga y deja
claro que: la guerra sigue siendo la protagonista de nuestra historia a pesar
de los siglos, de los avances tecnológicos, del progreso en diversos ámbitos, y
sin duda, determinará el futuro de las generaciones que la sobreviven.
[1] Asne Seierstad, El librero de
Kabul, Maeva, Madrid, 2005.p. 6.
[2] “La delantera noruega” (10 de septiembre
2021). Semana. https://www.semana.com/la-delantera-noruega/82826-3/
[3] Hadad, M. (04 de septiembre de 2021
) “Åsne Seierstad, autora de un libro clave sobre Afganistán: “Los talibanes no
enviarán a las niñas a casa, pero... ¿qué les enseñarán en los colegios?” https://www.infobae.com/america/mundo/2021/09/04
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