domingo, 30 de marzo de 2025

Pilar Dughi

 


Escritora y psiquiatra peruana nacida el 5 de abril de 1956 de nombre María del Pilar Dughi Martínez es considerada una de las mejores escritoras peruanas de finales del siglo XX. Crece en el distrito de Miraflores, Lima, conocido distrito de clase media, rodeada de un entorno artístico y cultural, influenciada desde temprana edad por su padre para mantener la práctica lectora, gusto que desarrolla a lo largo de su vida. Sus primeros estudios fueron en Medicina, más tarde los estudios en letras, así como su relación con los intelectuales de la época.

     Sin embargo, toma un posgrado en ciencias sociales en la Sorbona de París, después de estos estudios y ya de nuevo instalada en su país comienza a trabajar como consultora de UNICEF, el trabajo social y dinámico era muy importante para ella, mantenerse activa, trabajando sus historias nacidas de las situaciones humanas en su relato la ficción, con rasgos policiacos, filosóficos, además de violencia, soledad y por lo regular en relación con el rediseño de la mujer peruana a través de su realismo claro y rudo.

      Es escritora nata, trabaja con meticulosidad la estructura de su relato, así como la creación de sus personajes, en una entrevista menciona: “ya había en mí, desde muchos años atrás, la idea de ser una escritora, era un continuo”[1], tenía claro que necesitaba una profesión para mantener su vocación de escritora.

     En 1986 publica su primer cuento en la revista “La casa de cartón”; 1989 publica su cuento La premeditación y el azar con el cual gana el Tercer Concurso Nacional de Cuento en 1995 y en 1996 publica Ave de la noche, ese mismo año recibe el premio Copé de Bronce y en 1998 la novela Puñales escondidos la hace ganadora del Premio de Novela Corta Julio Ramón Ribeyro en 1997. Aparte de las obras literarias Pilar Dughi también escribió en torno a la salud mental y sobre el “Movimiento Manuela Ramos” conformado por mujeres, en donde ella desde un principio brindó su apoyo.

     Formó parte de la “Asociación Civil Flora Tristán” y más adelante fue directora de la “Asociación Civil Manuela Ramos” en donde su labor como psiquiatra le permiten mantenerse en contacto con la realidad, con su entorno y con la parte más dolorosa de Perú: la presencia del machismo, la misoginia, la violencia, el patriarcado, la pobreza, esos graves males que obstaculizan a su nación.

    A través de sus libros presenta algunas escenas donde teje las palabras para lograr el efecto deseado, y tampoco olvida incluir un poco de elementos del psicoanálisis para que la precisión de su historia sea la correcta. Pilar Dughi creía en el poder del lenguaje, y no dejó fuera de su trabajo la dolorosa situación del terrorismo que se vivía, aunque sea de forma lejana hace alusión a él, otra muestra de cómo busca la forma correcta de llevar las historias de otras vidas a un mundo ficcional que las hiciera visibles, es cuando reflexiona sobre la situación de las mujeres en un país, donde los estereotipos femeninos con un alto grado de misoginia se normalizan.

      Un 6 de marzo de 2006 fallece a consecuencia de un cáncer de páncreas tardíamente diagnosticado, su obra deja un retrato de la cultura, de la realidad, de la historia de Perú a finales del siglo XX y su detallada escritura sólo resalta su visión de la mujer.

     Tuvo obra póstuma, es llamada La horda primitiva, la cual estuvo bajo el cuidado de su hijo y fue publicada en el 2008, a medida que pasa el tiempo se reconoce cada vez más la importancia y el compromiso que dicha escritora tuvo con la creación literaria realista y con rostro femenino, ella misma asegura que el proceso creativo tiene sus propias reglas, las cuales bien usadas permiten que el texto sea verosímil. En 2017 sale a la venta una recopilación de su trabajo narrativo en el libro Todos los cuentos publicado en Perú y ahora es considerado como uno de los más importantes editados ese año. [2] 





jueves, 27 de febrero de 2025

Adela Zamudio



Paz Juana Plácida Adela Rafaela Zamudio Ribero es una poetisa, novelista, pedagoga y defensora de los derechos de la mujer nacida el 11 de octubre de 1854 en Cochabamba, Bolivia, hija de un propietario minero comienza sus estudios en el Beaterio de San Alberto, único lugar en donde las hijas de las familias acaudaladas podían acceder a la educación, transcurriendo su infancia en el seno de una familia bien posicionada,  lo que no la aísla de la realidad, rodeada de indígenas, mineros y gamonales conoce su entorno natural, observación y silencio marcan su melancolía y sensibilidad durante esos años de contemplación y crecimiento. Desde pequeña se distingue por su curiosidad e inteligencia pues comienza a escribir sus primeros versos en la adolescencia, su estilo, de tono romántico la lleva a la publicación en folletines y periódicos locales bajo el seudónimo de Soledad; es hasta 1877 cuando se publican ya en El Heraldo de Cochabamba, esos primeros versos, en un principio románticos van cambiando hacia un estilo más doliente y real.

      Ya con más de veinte años su familia sufre una crisis económica de la que no se recuperan, esto no impide que ella se transforme en la primera mujer en alzar la voz en defensa de la condición femenina, comenzando con romper el ideal femenino designado para las mujeres en el siglo XIX formado por tres elementos: “el amor, el matrimonio y la maternidad” a los que se niega y en su lugar se mantiene al cuidado de su madre enferma, realizando estudios, escribiendo y aportando apoyo a su familia.[1]

     Pero vayamos a los datos que nos harán entender el significativo aporte de la escritora, Bolivia a mediados del siglo XIX era un país rural, cuya lengua principal era el quechua y cuyos gobiernos eran representantes de una minoría con un apoyo militar indiscutible, hasta que a finales del siglo se instala un gobierno republicano que da inicio a la modernidad del país, tiempo en el cual la escritora termina su preparación oficial, pero no contenta con eso aprovecho el tiempo estudiando de forma autodidacta a grandes autores representativos de la filosofía y de la literatura universal, de ahí su reconocimiento, ya que, a pesar de encontrarse en un contexto complicado para la mujer supo abrirse paso. Reconociendo el talento de su hija, Adolfo Zamudio publicó en Buenos Aires el primer libro de los poemas de la escritora llamado Ensayos poéticos en donde por primera utiliza su nombre y su trabajo literario se hace visible en toda Latinoamérica. 

      Dedicada a la docencia, la asistencia social, la literatura y al cuidado de su padre, después de perder a su madre y a sus hermanos, se convierte en una líder, iniciadora en su país de una larga lucha que las mujeres hemos vivido a lo largo de los siglos, sobresale su trabajo en el magisterio, donde proyectaba renovaciones para la actuación pública de la mujer, también se une al liberalismo político de su país involucrándose a finales del siglo XIX.

     Desde su posición como directora de la Escuela de San Alberto expresó sus inquietudes pedagógicas en artículos y conferencias criticando la realidad educativa y social, buscando salir del convencionalismo y las tradiciones obsoletas que frenaban el desarrollo de la mujer, planteando la apertura a una educación popular y laica, llegando incluso a criticar el poder que la iglesia conservaba, cuando comienza a expresar estas ideas revolucionarias para su época y para la sociedad boliviana fue retirada de su puesto de directora y obligada a jubilarse en 1925.

     El rico aporte literario que la escritora nos deja va desde una novela llamada Intimas publicada en 1913 y del mismo año el cuento Paisajes, libros de poesía que sacaron ámpula a la clase social más conservadora, con sus poemas Quo Vadis y Nacer hombre el primero le valió un testimonio de desagravio enviado al Papa León XII y el segundo poema se volvió un himno para la naciente mujer que buscaba una liberación de sus acciones.

      El tono melancólico, ya lejos del romanticismo, con clara influencia del modernismo que en América fue la corriente literaria principal a principios del siglo XX marcan su trabajo y le dan un contexto transgresor y único. Hasta el final de su vida hizo aportes significativos, como el apoyo que mostró para la Ley de Divorcio en 1926.

    En un ritual por demás excepcional, en Cochabamba su ciudad natal y en la plaza principal, un 14 de septiembre de 1926 el gobierno convoca a un acto en el cual la poetisa es coronada a los 71 años, frente a una multitud como reconocimiento a los valores humanos y literarios que difundió toda su vida, dos años más tarde, Adela Zamudio muere un 2 de junio de 1928. Mediante un decreto presidencial a partir de 1980 se establece el 11 de octubre como el día de la mujer boliviana, fecha en que se conmemora su nacimiento. Aquí uno de sus poemas:

 

                                                                    Nacer hombre


Cuánto trabajo ella pasa

por corregir la torpeza

de su esposo, y en la casa,

(Permitidme que me asombre).

tan inepto como fatuo,

sigue él siendo la cabeza,

¡porque es hombre!

 

Si algunos versos escribe,

de alguno esos versos son,

que ella sólo los suscribe.

(Permitidme que me asombre).

Si ese alguno no es poeta,

Por qué tal suposición

¡Porque es hombre!

 

Una mujer superior

En elecciones no vota,

Y vota el pillo peor.

(Permitidme que me asombre).

Con tal que aprenda a firmar

Puede votar un idiota,

¡Porque es hombre!

 

Él se abate y bebe o juega.

en un revés de la suerte:

Ella sufre, lucha y ruega.

(Permitidme que me asombre).

Que a ella se llame el “ser débil”

y a él se le llame el “ser fuerte”.

¡Porque es hombre!

 

Ella debe perdonar

siéndole su esposo in­fiel;

pero él se puede vengar.

(Permitidme que me asombre).

En un caso semejante

hasta puede matar él,

¡Porque es hombre!

 

Oh, mortal privilegiado,

que de perfecto y cabal

¡Gozas seguro renombre!

En todo caso, para esto,

te ha bastado

nacer hombre.[1]

 




[1] Dora Cajías de Villa Gómez, Adela Zamudio, transgresora de su tiempo, Ministerio de desarrollo humano, La Paz, Bolivia, 1997, p. 17-60.

[2] Poesía de Adela Zamudio, Editorial Comunicarte, p. 5.


viernes, 24 de enero de 2025

Nadia Anjuman

 


Poeta afgana nacida el 27 de diciembre de 1980 en la ciudad de Herat, la capital cultural del país desde hace más de 5,000 años y que terminó en ruinas con la llegada del grupo extremista talibán. Siendo la sexta hija de una extensa familia siempre mostró inquietud por aprender, fue en 1995 que el gobierno local es derrocado por el régimen talibán, con su llegada se suspende la educación para las mujeres, de hecho, se destruyen varios recintos educativos. Pero estos hechos no detienen la inquietud de aprender de muchas mujeres, Nadia Anjuman, con un grupo de amigas asisten a una escuela de costura llamada “La aguja de oro” que en realidad era un círculo de lectura en el que se reunían tres veces por semana, ese espacio era para las mujeres, en él seguían estudiando la literatura mundial, leer y debatir en torno a obras literarias o escuchar conferencias que eran impartidas en la Universidad de Herat, conocieron  autores libros que iban desde Shakespeare, Balzac, Joyce, hasta Tolstoi y Dostoievski.

     Asistir a ese taller era exponer la vida, pero también era nutrirla, si le descubrían sería encarcelaba, podía ser torturada, incluso lapidada, eso era lo de menos ante el hecho de descubrir lo que le complacía. Las reuniones se planificaban para cubrir las apariencias, se llevaban materiales de costura, los libros pertenecían al profesor que dirigía el taller, algunas de ellas llevaban a sus hijos, les dejaban jugando en la calle, pidiéndoles que si se acercaba la policía religiosa les advirtiesen para esconder los libros y retomar la costura. Parece una historia de ciencia ficción en donde los libros no pueden ser tocados por las mujeres, pero no, esta es la realidad de las jóvenes afganas.

     Afortunadamente nunca se les descubrió, en esos años fue creciendo el interés de Nadia, así que se acercó a su profesor para aprender a escribir poesía farsi, propia de su cultura y con una guía efectiva pronto encontró su voz. Para la tradición afgana el canto es la forma de escribir poesía, a través de composiciones llamadas landays. Este origen viene de los pastún, una sociedad tribal musulmana predominante en esa región. Dos de sus grandes influencias fueron los poetas afganos Hafiz Shirazi y Bidel Dehlavi.

     Debido a la invasión estadounidense en 2001 cae el régimen talibán y el sol vuelve a brillar momentáneamente, Nadia retoma los estudios a nivel universitario en el departamento de lenguas y literatura farsi en donde destaca como alumna, una de sus prácticas fue una visita a Irán en donde tuvo la oportunidad de reunirse e intercambiar ideas con poetas iraníes.

     Impulsada por el momento que vive publica su primer libro “Flor ahumada” que tiene un buen recibimiento en Afganistán, Pakistán e Irán. Sin embargo, como toda mujer afgana los padres insistían en que debía casarse, en esa sociedad desde los catorce o quince años contraen matrimonio, por lo regular arreglado, y van a vivir a casa del esposo, que casi siempre comparte vivienda con sus padres y otros familiares.

     Ella esquivó el momento lo más que pudo, estudiar y escribir era lo que más le interesaba, hasta que ya es inevitable, es entonces cuando se casa con un funcionario de la universidad de Herat. Ya conquistada, el marido comienza a controlarla, las prohibiciones fueron en aumento, no le permite escribir, si llega a encontrarla haciéndolo la golpea, es entonces cuando para ella comienza la oscuridad. En 2005 nace su primer hijo, en ese país donde tiene más peso la religión que la razón, motivo por el cual el esposo mantiene la opresión de la poetisa, le prohíbe asistir a las reuniones literarias, o participar en cualquier evento pues para él y su familia era una vergüenza que una mujer escribiera, sin importar que los temas de sus poemas fueran el amor, la belleza y la realidad existencial.

     El nivel de violencia fue creciendo, el marido sentía celos del talento nato de la poeta, se sentía menos porque ella era reconocida y admirada por sus profesores, así como por la gente que sabía que era una poetisa, el malestar del hombre llega a su máxima expresión y es así como Nadia Anjuman muere el 4 de noviembre de 2005, a la edad de 25 años como consecuencia de una golpiza propinada por el marido y la madre de este, el pretexto para violentarla fue que quería reunirse con sus familiares, como se acostumbra en el último día del Ramadán. La rudeza fue tal que estuvo inconsciente, luego de cuatro horas el marido accede a llevarla a un hospital, el taxista que fue testigo directo asegura que al subirla al taxi ella ya no tenia vida. Con afán de librarse de los cargos el esposo declaró que se había suicidado tomando un veneno, aunque también acepto haberle pegado, por supuesto, prohibió que se le realizara una autopsia para esclarecer lo sucedido.[1]

     De todo el daño que le hicieron a su cuerpo destacó una profunda herida en la cabeza. La decisión de las autoridades fue encarcelarlo con una sentencia de cinco años, pero por causa de la intervención de los ancianos tribales de Herat, se le solicitó al padre de Nadia el perdón, hecho que sucedió y luego de unos meses fue liberado. El papá de Nadia muere poco después de los hechos. Su hijo de seis meses quedó bajo la custodia del marido.

     Su voz no se apagó, al contrario, antes de los acontecimientos, el segundo libro de poesía de Nadia Anjuman ya estaba lista para impresión, así que fue publicado y también se reimprimió su primer libro otras tres veces. Su obra ha sido traducida a varios idiomas, y la corresponsal de guerra Christina Lamb ha difundido su historia[2]

     Por difícil que parezca esto sucede todavía en el siglo XXI, la historia de Nadia Anjuman tiene un poco de visibilidad por su trabajo literario, pero sin duda suceden este tipo de actos de forma continuo. La situación de Afganistán en donde el retraso tecnológico, la guerra, el fanatismo religioso y la misógina hace más problemático el libre desarrollo de las mujeres es el cruel ejemplo de que todavía en algunas regiones del planeta la mujer no tiene libertad para actuar. La poesía de Nadia Anjuman retrata de forma hiperrealista las circunstancia a las cuales se enfrentan el género femenino de esa nación, el poema más representativo de su obra se llama No deseo abrir la boca y es una declaración de su vulnerabilidad ante los sanguinarios que gobiernan su país. Comparto aquí los versos, como una pequeña contribución para que su voz no se olvide.

 

No deseo abrir la boca

 

No deseo abrir la boca

¿A qué podría cantar?

A mí, a quien la vida odia

tanto me da cantar que callar.

¿Acaso debo hablar de dulzura

cuando siento tanta amargura?

Ay, el festín del opresor

me ha tapado la boca.

Sin nadie a mi lado en la vida

¿A quién dedicaré mi ternura?

Me da igual hablar, reír,

morir, existir

yo y mi forzada soledad

con mi dolor y mi tristeza

he nacido para nada

mi boca debería estar sellada.

Ha llegado, corazón, la primavera

 el momento propicio para el festejo

¿Pero qué puedo hacer si un ala

 tengo atrapada?

Así no puedo volar.

Llevo mucho tiempo en silencio,

pero nunca olvidé la melodía

que no paro de susurrar

las canciones que brotan de mi corazón

me recuerdan que algún día

romperé la jaula.

Volando saldré de esta soledad

 y cantaré con melancolía

 no soy un frágil álamo

 sacudido por el viento.

 Soy una mujer afgana,

 entiéndase mi queja

 estoy enjaulada en este rincón

 llena de melancolía y pena

 mis alas están cerradas

 y no puedo volar,

 soy una mujer afgana

 y debo aullar. [3]








[1] Farzana Marie, editora y traductora, Load poems like guns, Holy Cow Pr, USA, 2014.

[2] Christina Lamb, “El club de las mujeres desafiantes”, Mujer hoy, 4 de julio de 2009.


Pilar Dughi

  Escritora y psiquiatra peruana nacida el 5 de abril de 1956 de nombre María del Pilar Dughi Martínez es considerada una de las mejores e...