martes, 29 de julio de 2025

Poetas suicidas: Alfonsina Storni

 


Nacida en Suiza el 29 de mayo de 1892, Alfonsina Storni Martignoni en Sala Capriasca, la Suiza italiana de padres romanos quienes deciden emigrar a Argentina siendo ella muy pequeña. En su juventud estudia para magisterio rural en la Escuela Normal Mixta de Maestros Rurales de Coronda y al termino comienza su trabajo en una escuela elemental de Rosario, a la par va publicando sus poemas en las revistas locales y nacionales, su escritura no se detiene.

     Con veinte años y un hijo en brazos, fruto de una relación extramarital, en el año de 1912 parte a Buenos Aires, en busca de mejores oportunidades; ahí trabaja como cajera, después como corresponsal psicológica y escribe su primer libro, pagado por su cuenta, La inquietud del rosal, en 1916, esa acción le va abriendo muchas puertas a su carrera de poeta.

     Sus reconocimientos en vida fueron: en 1917 recibe un premio anual del Consejo Nacional de Mujeres, publicó El dulce daño en 1918. En 1919 publicó Irremediablemente y, en 1920, Languidez, por el cual recibió el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura, sin embargo, nada cambia, ella continúa viviendo carencias y limitaciones, hasta que un grupo de amigos aportan a su bienestar y con el impulso del ministro Samaga le designan como profesora de lectura y declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas, posteriormente da una cátedra en el conservatorio de Música y Declamación.

     Ahora bien, acercarnos al fenómeno del suicidio entre las poetas nos permite revisar algunos modelos teóricos, el primero de ellos es el de Durkheim en su libro El suicidio, escrito a finales del siglo XX[1], con muchas ediciones en varios idiomas ya que se trata de un libro de referencia obligada sobre el tema para sociólogos y psicólogos, fue pionero al presentar la posibilidad de considerar las causas sociológicas como aporte a la decisión, acentuando el interés en las causas psicológicas que hacen posible el hecho, además, en su libro perfila tres tipos de suicidas: el altruista, cuya determinación está impulsada por valores sociales, ejemplo un kamikaze; el egoísta, que no lo hace por ninguna causa externa, no está comprometido con ninguna causa en común, tal vez aplique como ejemplo alguna estrella de rock y el tercer tipo es el suicida anómico, quien se ve orillado a tomar esa decisión por una crisis sin posibilidades de superar, el tipo anómico presenta un estado mental en el cual la persona, se desconecta de toda norma social, valores o expectativas ¿Cuál de estos perfiles se parece a la motivación tomada por Alfonsina?

     En 1934 publica “Mundo de siete pozos” y en 1938 su obra “Mascarilla y trébol”, sus últimos años fueron cada vez más problemáticos, diagnosticada con cáncer de mama, sufre una intervención que le mutila y la deja deprimida, su vida no mejoraba y se suman las noticias sobre el suicidio de dos de sus más entrañables amigos, Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones, grandes escritores contemporáneos, todo ello la conduce a quitarse la vida a los 46 años un 25 de octubre de 1938 al arrojase al mar del Plata. [2]

     En la estación de trenes “La Constitución” deja tres cartas, una para Alejandro, su hijo, otra con su último poema, dirigido al diario La Nación y una más para la policía deslindando de responsabilidades a todos. Años después sus cercanos hablaron de esa crisis existencial que fue presentando la poetisa, la depresión y la melancolía eran frecuentes visitas, sus últimos versos son del poema siguiente:

         Voy a dormir


Dientes de flores, cofia de rocío,

manos de hierbas, tú, nodriza fina,

tenme prestas las sábanas terrosas

y el edredón de musgos escardados.

 

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

Ponme una lámpara a la cabecera;

una constelación; la que te guste;

todas son buenas; bájala un poquito.

 

Déjame sola: oyes romper los brotes...

te acuna un pie celeste desde arriba

y un pájaro te traza unos compases

 

para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:

si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido…

        Actualmente se le reconoce como una icónica poetisa del modernismo, dentro y fuera de su país; su hijo Alejandro Alfonso Storni es docente de idiomas, ha publicado un libro sobre el trabajo inédito de su madre que lleva por nombre Cinco cartas y una golondrina; sus nietos participan en homenajes nacionales a su bisabuela, su trabajo la hace digna representante de la literatura argentina, cuya voz comenzó a visibilizar la difícil tarea de ir en contra de los estereotipos femeninos, como artista de las letras, como madre soltera e intelectual, siendo también una de las voces de la época que en 1919 apoyaban el reclamo sobre el derecho al voto femenino, posible en Argentina hasta 1947. Alfonsina Storni deja detrás de sí los cimientos de su trabajo incansable, renovado y sobresaliente a pesar de las dificultades.







[1] Émile Durkheim, El suicidio, México, Colofón, 2013.

[2] “Alfonsina Storni, poetisa iberoamericana del modernismo”, https://www.cultura.gob.ar/alfonsina-storni-poeta-iberoamericana-modernista-8455/   



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