Nacida
en Suiza el 29 de mayo de 1892, Alfonsina Storni Martignoni en Sala Capriasca,
la Suiza italiana de padres romanos quienes deciden emigrar a Argentina siendo
ella muy pequeña. En su juventud estudia para magisterio rural en la Escuela
Normal Mixta de Maestros Rurales de Coronda y al termino comienza su trabajo en
una escuela elemental de Rosario, a la par va publicando sus poemas en las revistas
locales y nacionales, su escritura no se detiene.
Con veinte años y un hijo en brazos, fruto
de una relación extramarital, en el año de 1912 parte a Buenos Aires, en busca
de mejores oportunidades; ahí trabaja como cajera, después como corresponsal
psicológica y escribe su primer libro, pagado por su cuenta, La inquietud
del rosal, en 1916, esa acción le va abriendo muchas puertas a su carrera
de poeta.
Sus reconocimientos en vida fueron:
en
1917 recibe un premio anual del Consejo Nacional de Mujeres, publicó El
dulce daño en 1918. En 1919 publicó Irremediablemente y, en 1920, Languidez,
por el cual recibió el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio
Nacional de Literatura, sin embargo, nada cambia, ella continúa viviendo
carencias y limitaciones, hasta que un grupo de amigos aportan a su bienestar y
con el impulso del ministro Samaga le designan como profesora de lectura y
declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas, posteriormente da una
cátedra en el conservatorio de Música y Declamación.
Ahora bien, acercarnos al fenómeno del
suicidio entre las poetas nos permite revisar algunos modelos teóricos, el
primero de ellos es el de Durkheim en su libro El suicidio, escrito a
finales del siglo XX[1], con muchas ediciones en
varios idiomas ya que se trata de un libro de referencia obligada sobre el tema
para sociólogos y psicólogos, fue pionero al presentar la posibilidad de
considerar las causas sociológicas como aporte a la decisión, acentuando el
interés en las causas psicológicas que hacen posible el hecho, además, en su
libro perfila tres tipos de suicidas: el altruista, cuya determinación está
impulsada por valores sociales, ejemplo un kamikaze; el egoísta, que no lo hace
por ninguna causa externa, no está comprometido con ninguna causa en común, tal
vez aplique como ejemplo alguna estrella de rock y el tercer tipo es el suicida
anómico, quien se ve orillado a tomar esa decisión por una crisis sin
posibilidades de superar, el tipo anómico presenta un estado mental en el cual
la persona, se desconecta de toda norma social, valores o expectativas ¿Cuál de
estos perfiles se parece a la motivación tomada por Alfonsina?
En 1934 publica “Mundo de siete pozos” y en
1938 su obra “Mascarilla y trébol”, sus últimos años fueron cada vez más problemáticos,
diagnosticada con cáncer de mama, sufre una intervención que le mutila y la
deja deprimida, su vida no mejoraba y se suman las noticias sobre el suicidio
de dos de sus más entrañables amigos, Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones, grandes
escritores contemporáneos, todo ello la conduce a quitarse la vida a los 46 años un 25 de
octubre de 1938 al arrojase al mar del Plata. [2]
En la estación de trenes “La Constitución” deja tres cartas, una para Alejandro, su hijo, otra con su último poema, dirigido al diario La Nación y una más para la policía deslindando de responsabilidades a todos. Años después sus cercanos hablaron de esa crisis existencial que fue presentando la poetisa, la depresión y la melancolía eran frecuentes visitas, sus últimos versos son del poema siguiente:
Voy
a dormir
Dientes de flores,
cofia de rocío,
manos de hierbas,
tú, nodriza fina,
tenme prestas las
sábanas terrosas
y el edredón de
musgos escardados.
Voy a dormir,
nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara
a la cabecera;
una constelación;
la que te guste;
todas son buenas;
bájala un poquito.
Déjame sola: oyes
romper los brotes...
te acuna un pie
celeste desde arriba
y un pájaro te
traza unos compases
para que
olvides... Gracias. Ah, un encargo:
si él llama
nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…
Actualmente se le reconoce como una icónica
poetisa del modernismo, dentro y fuera de su país; su hijo Alejandro Alfonso
Storni es docente de idiomas, ha publicado un libro sobre el trabajo inédito de
su madre que lleva por nombre Cinco cartas y una golondrina; sus nietos
participan en homenajes nacionales a su bisabuela, su trabajo la hace digna representante
de la literatura argentina, cuya voz comenzó a visibilizar la difícil tarea de ir
en contra de los estereotipos femeninos, como artista de las letras, como madre
soltera e intelectual, siendo también una de las voces de la época que en 1919
apoyaban el reclamo sobre el derecho al voto femenino, posible en Argentina
hasta 1947. Alfonsina Storni deja detrás de sí los cimientos de su trabajo
incansable, renovado y sobresaliente a pesar de las dificultades.
[1] Émile Durkheim, El suicidio,
México, Colofón, 2013.
[2] “Alfonsina
Storni, poetisa iberoamericana del modernismo”, https://www.cultura.gob.ar/alfonsina-storni-poeta-iberoamericana-modernista-8455/