domingo, 5 de mayo de 2024

Maryse Condé

 



Escritora francesa nacida en la isla del mar caribe llamada Guadalupe todavía colonia de Francia el 11 de febrero de 1934 en Pointe a Pitre, desciende de una familia con buena posición económica, por ello al cumplir los dieciséis años es enviada al continente para continuar sus estudios, después de concluidos deja Francia y pasa  más de diez años en diversos países de África, detrás de esa identidad que demandaba obtener, la misma que no consigue en Guadalupe y tampoco en su paso el Paris de los años cincuenta.

      Ingresa a la Sorbona de París donde estudia literatura clásica después de concluidos sus estudios viaja a África occidental donde trabaja en Guinea, Ghana, Senegal, Costa de Marfil, etc., durante más de una década, luego de lo cual vuelve a Francia para concluir su doctorado en literatura comparada en la Sorbona. Tampoco su paso por el continente africano le complementa, pues debido a su preparación fue vista como aliada de los colonizadores. Algunas de sus novelas son: Un Saison à Rihata (1981); Segú (1984-1985); Yo, Tituba: Bruja Negra de Salem (1986); Corazón que ríe, corazón que llora (2019); El Evangelio del nuevo mundo (2023).

     Viaja a Estados Unidos ya casada con el traductor Richard Philcox, continua su carrera como catedrática impartiendo clases en varias universidades de Estados Unidos como Berkeley, Harvard y Columbia, UCLA. En 2004 se retiró de la universidad de Columba como profesora emérita de francés.

     En 2018 recibe el premio nobel “alternativo” de literatura, Maryse fue llamada “la gran dama” de la literatura antillana, obtuvo el Premio nacional de Literatura sobre la Mujer y el Premio Anaïs-Ségalas de la Academia Francesa. En 1993, fue la primera mujer en recibir el Premio Putterbaugh, otorgado por los Estados Unidos a escritores francófonos.

     La influencia del movimiento de la negritud iniciado por escritores como Frantz Fanon, filósofo nacido en Martinica y Aimé Cesaire otro gran intelectual de Martinica, colonia francesa. Dicho movimiento es importante para su formación como escritora, por ello se entiende la postura de reclamo y rebelión en contra de todo aquello que la nación colonizadora trató de normalizar en sus posesiones extra territoriales.

     Aunque fue escritora desde muy joven, a los 10 años crea una obra de teatro de un solo acto sobre su madre, también hace reportajes para periódicos locales en la escuela secundaria y publica reseñas de libros para una revista estudiantil en la universidad, la Sorbonne Nouvelle en París. Su despertar de conciencia surge cuando lee La calle de las casas negras de Joseph Zobel, ante ese nuevo mundo ella queda impactada y dice: “La lectura de José Zobel, más que cualquier discurso teórico, me abrió los ojos. Comprendí que el medio al que pertenecía no tenía absolutamente nada que ofrecer y empecé a odiarlo. Me había blanqueado y encalado, una mala imitación de los niños franceses con los que me juntaba”.[1]

     Tenía cuarenta años y cuatro hijos cuando publica su libro Segoú, el mismo que le abre paso ya cerca de los cincuenta en el mundo de la literatura internacional en el cual fue conocida sobre todo por la defensa de la identidad negra antillana también su defensa y exposición sobre lo que acontece a la mujer sobresale en su trabajo literario, como ejemplo cito su novela ganadora del Gran Premio de Francia de literatura femenina en el año 1986 Yo, Tituba, la bruja negra de Salem en dicha novela la autora presenta como protagonista a la esclava acusada de ser bruja en los juicios de Salem, en dicha novele hace una recreación de ese personaje histórico representativo de la restricción que se vivía en un contexto de patriarcado, exacerbada religiosidad y la práctica de juicios inquisitoriales propios de la época en la que ocurre el juicio de las brujas de Salem hecho del siglo XVII. Pues bien, Marysé hace una representación de esa mujer, quien acepta que realizó en el bosque algunos actos de baile y canto, tal vez un poco inspirados por su religión.

      Tituba crece como personaje, la escritora amplia su entorno, su situación existencial, su historia de vida, lo único que no está atenuado es la frecuente violencia y maltrato, desde su captura y rapto del país natal en el Caribe, hasta su venta como esclava en la Norteamérica floreciente.

     Tituba es la voz que busca respuestas en todo lo que hace, es la mujer que se sabe moneda de cambio en un mundo dominado por el hombre, pero lo usa a su favor. Sus preguntas son cada vez más introspectivas, así, ella expresa: “¡Qué extraño es el amor al país! Lo llevamos en nosotros como nuestra sangre, como nuestros órganos. Y basta que estemos separados de nuestra tierra para que experimentemos un dolor que surge de lo más profundo de nosotros mismos sin disminuir jamás”[2]

     Su sentir en torno al gusto que deja el destierro forzado que vivió se vuelve una constante en su dialogo interno, esa vida de persona sometida a las exigencias de otros la hace buscar la compañía de un hombre, tal vez como única medicina para combatir la desesperanza, esa búsqueda se hace continua a pesar de las sabias palabras de su abuela que le aclara: “Los hombres no aman, poseen, avasallan” y se pregunta una y otra vez “¿Por qué las mujeres no pueden prescindir de los hombres?”[3]

     Dicha novela es sólo un ejemplo del estilo propio de Maryse Condé, quien desarrolla temas como la negritud, la identidad, el género, el amor tan buscado incluso en los contextos más deshumanizados, mostrándolo como único aliciente ante la desgracia, en una entrevista la escritora asegura: “Yo creo que la responsabilidad de una escritora mujer y negra es la de inculcar en el otro el respeto y el amor por la diferencia. Para mí esa es la belleza de mi trabajo y de mis orígenes”[4]

   A través de su literatura Maryse Condé acerca al lector a las voces y las vidas de la población afrodescendiente que sobrevive en un agreste entorno opresor, sus palabras averiguan detrás de la brutalidad y logra heredarnos las huellas de su valor en el mundo para desenmarañarlo y darle un espacio en las más sentidas narraciones de sobrevivencia.

     Cada una de sus novelas revelan la vida desde sus ojos, su andar por diversos continentes y las prácticas de cada sociedad, las acciones de los diferentes personajes son de un mundo real, pero saltan a las hojas como una necesidad de alojar su presencia y que los sedientos lectores los conozcan. Ella, en medio de su orfandad y con su vasta herencia cultural se dio a la tarea de plasmar para su público una gama vasta de historias sobre la vida de una afrodescendiente que toda su vida buscó más allá de los hechos y del color de la piel. El 2 de abril de 2024 la escritora fallece a los noventa años en Luberon, Francia.

    




[1] Hillel Italie, “Fallece a los 90 años Maryse Condé la “dama de las letras antillanas” The San Diego Union Tribune, abril 2, 2024.

[2] Maryse Condé, Yo, Tituba, la negra bruja de Salem, Editorial Impedimenta, 1986. p. 46

[3] Ibíd, p. 17.

[4] Joaquín León, Maryse Condé: Eterno regreso al origen” Gatopardo, 10 oct. 2018.

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