viernes, 29 de agosto de 2025

Poetas suicidas: Karoline Von Günderrode

 



Poeta e intelectual de nombre Karoline Friederike Louise Maximiliane Von Günderrode nacida en Karlsruhe, Alemania un 11 de febrero de 1780, hija de nobles, pero con un destino difícil, sus padres mueren y ella y sus hermanos sobrevivientes quedan a cargo de preceptores, sin el calor de un hogar y los abrazos familiares, desde los 17 años vivió en la fundación Cronstetten-Hynsperg, una residencia evangélica de señoritas pobres casaderas de Frankfurt como pensionista, estudió filosofía, historia, literatura y mitología, como otros escritores de la época, en la fundación conoce a Bettina Brentano y la amistad florece, mantienen una constante correspondencia de la cual se publica un libro, mismo Karoline ya no verá.

     Forma parte del romanticismo alemán nacido en 1800, se reproduce en todos los artistas de la época, esa excesiva melancolía que los lleva al ímpetu y tormento, en ocasiones con excesos, en otras con un fuerte apego a la depresión, el punto central es un nocivo deseo de romantizar la muerte a temprana edad, dejar este mundo por decisión propia pese a todas las cargas ideológicas, sociales, religiosas y culturales, se ve el acto del suicidio como algo atractivo, se suma a esta tendencia el libro Las penas del joven Werther, de Johann Wolfgang von Goethe, que marca toda una tendencia nunca antes vista. En 1775, la ciudad de Leipzig prohibió la publicación de Las penas del joven Werther, ya que el libro era "una incitación al suicidio" el fenómeno se fue expandiendo por diversas ciudades alemanas, a la par crece la fama de la novela, los jóvenes se visten como el protagonista, se hacen afiches del personaje, se vuelve una moda, desafortunadamente también aumentan los suicidios.[1] Y se comienza a categorizar como suicidio por amor, mismo que se llevó a muchos jóvenes que vivían con lo que se llamó, una enfermedad anímica, al parecer contagiosa a partir de un libro, este fenómeno se dio en varios países de Europa, y fue el tipo de suicidio de la escritora Karoline Von, quien escribió algunos versos confesionales, como en los siguientes:

“Todo vacío, todo mudo está,

ya nada me contenta;

ni aroman los perfumes

ni los aires refrescan;

¡mi corazón está tan melancólico!”[2]

     De sus dos relaciones amorosas ninguna floreció, Era un otoño de 1806, tenía veintiséis años, enamorada de un profesor casado, que prometió dejar a la esposa pero eso nunca paso, por el contrario, rompen su relación y Karoline decide retirarse de este mundo, antes de ello escribió su último poema, dedicado a su último amante: "Amor en todas partes" en donde un verso lapidario declara: “perdido está aquel sin fortuna en el amor,”[3], así, estimulada por un contexto que mira como héroes a los jóvenes que deciden limitar su tiempo en esta vida, muere al enterrar un estilete de mango de plata, (una daga picuda y larga) en su corazón, al día siguiente, en las orillas del río Rin se descubrió su cadáver flotando en el agua, con un vestido rojo y una toalla llena de piedras.

     El acto del suicidio considerado un pecado en la religión católica la excluye, su entierro no fue en tierra santa. Como epitafio para su tumba, había dejado elegido unos versos hindúes que conoció gracias al poeta Herder, estos son:

Tú, tierra, madre mía, y tú, soplo, mi nodriza.

Sagrado fuego, amigo mío, y tú, oh hermano torrente.

Y mi padre, el éter, a todos con veneración

doy gracias; ahí he vivido con vosotros.

Y ahora parto al otro mundo, con gusto os dejo.

Adiós, hermano y amigo, padre y madre, adiós.[4]

 

     La muerte de Karoline von Günderrode ¿pudo verse influenciada por el contexto social? Se sabe que la popularidad de la novela de Goethe fue capaz de impulsar los eventos, porque en muchas de las muertes de jóvenes dejaban un comentario, un párrafo, una frase, algo que hacía alusión a Werther, la ola de suicidios del siglo XVIII y hasta principios del XIX suelen atribuirse al llamado “efecto Werther” que se desencadena en Alemania, Italia, Austria y Dinamarca, también tiene el nombre de “efecto copycat”, y es más probable que se produzca cuando el modelo es una persona famosa, por el efecto imitativo de la conducta suicida; historiadores afirman, por ejemplo, que después del suicidio de Marilyn Monroe se incrementaron de forma considerable, hecho que se atribuye a la influencia representada en la publicidad, su efecto social, y los momentos difíciles de muchos jóvenes provocan la decisión; pues bien, Pascual Riesco Chueca (2006) de la Universidad de Sevilla aclara: “El suicidio romántico no es sino la respuesta extrema a un amor no correspondido. Flor de la vida intensa, martirologio y apoteosis es una nueva ubicación de la función estética, que elige el fragmento como tropo primordial.”[5] Una breve vida, antes que tolerar más dolor.






[3] Karoline von Günderrode, “Amor en todas partes”, https://www.epdlp.com/texto.php?id2=19043.  

[5] Pascual Riesco Chueca, “En los bordes del abismo: muerte trágica en el clasicismo y romanticismo alemán,” Universidad de Sevilla, 2006, p.3.


lunes, 11 de agosto de 2025

Poetas suicidas: Sylvia Plath

 



Poetisa y ensayista estadounidense nacida en Boston el 27 de noviembre de 1932, estudió en la universidad para mujeres Smith College y posteriormente en Newnham College de Cambridge gracias a una beca, su poesía destaca por el estilo confesional que desarrolló. Sus principales obras son: El coloso, La campana de cristal y Ariel. Se sabe que toda su vida lucho con la depresión, diagnosticada tras un intento de suicidio a los 20 años en 1953, incluso se cree que sufrió trastorno bipolar, por ello se sometió a tratamientos TEC (terapia electroconvulsiva) mejor conocida como electroshock, la experiencia la traumatizó tanto que le generó miedos irracionales y volvió a intentar quitarse la vida, pero los tratamientos siguieron otro tiempo más.

     Sylvia Plath no sólo se distinguía por eso, ella escribía, pintaba, tocaba el piano y sacaba las mejores notas en la escuela, en todas sus actividades era perfeccionista. En 1956 conoce al poeta Ted Hughes y surgió una conexión total, tanto que apenas con dos meses de conocerse deciden casarse, los unía todo, la pasión por la escritura, la intensidad de sus sentimientos, y las ganas de seguir su profesión. Después del casamiento se instalaron en Estados Unidos unos años, Plath impartió clases en su alma máter, aunque después se mudan a Inglaterra.

     Si bien su relación fue intensa, colaborativa en lo profesional y en lo personal, se enfrentaron al desafío de la enfermedad de Plath y a las constantes infidelidades de Hughes; esa breve estabilidad que había conseguido la poeta se diluyó rápidamente, volviendo la depresión notoria en la escritura dolorosa y bella a la vez. En 1960 nace Frieda, al año siguiente sufre un aborto, según una carta a su terapeuta la Dra. Ruth Barnhouse en la cual le cuenta que Ted le había dado una paliza dos días antes de ello; no sólo le envió una carta a su terapeuta, sino una serie de ellas que fueron publicadas en 2017, en ellas se expone el maltrato que sufrió por parte del esposo, aún con los problemas en 1962 nace Nicholas, El mismo año del nacimiento de su segundo hijo, luego de ello realizan una cena para su colega David Wevill, el poeta canadiense y su esposa Assia Wevill. Como un adolescente excitado, Ted fijo su atención en Assia, dos semanas más tarde ya eran amantes, y a unos meses de conocerse se fueron de vacaciones juntos.

     Enterada de lo sucedido deciden darse una nueva oportunidad, pero bajo los términos del esposo que incluían su derecho a seguir con aventuras. Sylvia decide separarse, se muda junto con sus hijos al 23 Fitzroy Road, donde vivió W.B. Yeats, el gran poeta inglés, lo cual le entusiasma, pero sólo un poco, después de ese primer respiro se enfrentó a la vida de madre soltera con dos pequeños, sin empleo, con el dolor de la ruptura y la constante depresión trae de nuevo la obsesiva idea de quitarse la vida. Así sucede, la madrugada del 11 de febrero de 1963 se quita la vida con gas, esa noche dejó un desayuno de leche y galletas en la entrada de la habitación de sus hijos, sello la puerta para que no penetrara el gas y después, fue a la cocina, volvió a sellar esa puerta, abrió la llave del horno y metió su cabeza dentro. [1] Esa mañana una enfermera que iba a ayudarla con los niños llegó puntual a la cita y toco la puerta, en la ventana se encontraban llorando los pequeños Frieda y Nicholas quienes al despertar no encontraron a su mamá, en una mesa dejó una nota con la indicación de llamar al doctor Horder y el manuscrito de Ariel, que más tarde sería publicado y recibiría en 1982 el único premio Pulitzer póstumo que se ha dado. 

     El doctor Gonzalo H. Amador Rivera (2015) escribe en su ensayo una pregunta central: “¿Las enfermedades son entidades ontológicas por sí mismas en ausencia de una entidad diferente, es decir un cuerpo?”[2]  a partir de ella el autor presenta dos opciones, una de ellas toma en cuenta situaciones orgánicas capaces de provocar una necesidad urgente por dejar de vivir, la segunda opción a su pregunta es la influencia del contexto histórico, biológico y cultural, pues al tratarse de un trastorno mental se deben considerar diversas condiciones en la persona suicida, condiciones internas y externas a ella, ¿Qué influencias hicieron que Sylvia Plath se quitara la vida? Es muy seguro que las dos aportaron a su decisión.

     El trabajo de dicha poetisa abre un análisis sobre temas poco tocados en ese momento, escribía sobre las mujeres antes de las protestas feministas de los años setenta, puntualizaba sobre la sexualidad, el cuerpo, los roles en la sociedad y las expectativas impuestas por la cultura, en contraposición al desarrollo que ella misma no pudo desarrollar, de hecho, creó personajes de los estereotipos femeninos, entre ellos: la bruja, la mujer fecunda, la mujer estéril, la seductora, la otra mujer, aquella que acabo con la falsa certeza sobre el amor de Ted.

      Su capacidad creativa tenía una visión más amplia de la vida y sin embargo, con apenas 30 años de edad se fue. El tema de la muerte se mantiene como fijación en su obra, muestra de ello es el poema “Lady Lazarus”[3]

Lady Lazarus

(Fragmento)

Morir

Es un arte, como cualquier otra cosa.

Yo lo hago excepcionalmente bien.

Lo hago para sentirme hasta las heces.

Lo ejecuto para sentirlo real.

Podemos decir que poseo el don.

Es bastante fácil hacerlo en una celda.

Muy fácil hacerlo y no perder las formas.

Es el mismo

Retorno teatral a pleno día

Al mismo lugar, mismo rostro, grito brutal

Y divertido:

“Milagro!”

Que me liquida.

Luego una carga a fondo

Para ojear mis cicatrices, y otra

Para escucharme el corazón –

De verdad sigue latiendo.









[1] Carmen Lucía Jijón, “Reflexiones psicoanalíticas sobre la vida, poesía y muerte de Sylvia Plath”, Universitas 14. Enero/Junio. Pp. 73-97.

[2] Dr. Gonzalo H. Amador Rivera, “Suicidio: Consideraciones históricas”, Misceláneas, 22 sep. 2015.

[3] Sylvia Plath, Poesía completa, Visor Libros, Madrid, 2024. P. 87.


martes, 29 de julio de 2025

Poetas suicidas: Alfonsina Storni

 


Nacida en Suiza el 29 de mayo de 1892, Alfonsina Storni Martignoni en Sala Capriasca, la Suiza italiana de padres romanos quienes deciden emigrar a Argentina siendo ella muy pequeña. En su juventud estudia para magisterio rural en la Escuela Normal Mixta de Maestros Rurales de Coronda y al termino comienza su trabajo en una escuela elemental de Rosario, a la par va publicando sus poemas en las revistas locales y nacionales, su escritura no se detiene.

     Con veinte años y un hijo en brazos, fruto de una relación extramarital, en el año de 1912 parte a Buenos Aires, en busca de mejores oportunidades; ahí trabaja como cajera, después como corresponsal psicológica y escribe su primer libro, pagado por su cuenta, La inquietud del rosal, en 1916, esa acción le va abriendo muchas puertas a su carrera de poeta.

     Sus reconocimientos en vida fueron: en 1917 recibe un premio anual del Consejo Nacional de Mujeres, publicó El dulce daño en 1918. En 1919 publicó Irremediablemente y, en 1920, Languidez, por el cual recibió el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura, sin embargo, nada cambia, ella continúa viviendo carencias y limitaciones, hasta que un grupo de amigos aportan a su bienestar y con el impulso del ministro Samaga le designan como profesora de lectura y declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas, posteriormente da una cátedra en el conservatorio de Música y Declamación.

     Ahora bien, acercarnos al fenómeno del suicidio entre las poetas nos permite revisar algunos modelos teóricos, el primero de ellos es el de Durkheim en su libro El suicidio, escrito a finales del siglo XX[1], con muchas ediciones en varios idiomas ya que se trata de un libro de referencia obligada sobre el tema para sociólogos y psicólogos, fue pionero al presentar la posibilidad de considerar las causas sociológicas como aporte a la decisión, acentuando el interés en las causas psicológicas que hacen posible el hecho, además, en su libro perfila tres tipos de suicidas: el altruista, cuya determinación está impulsada por valores sociales, ejemplo un kamikaze; el egoísta, que no lo hace por ninguna causa externa, no está comprometido con ninguna causa en común, tal vez aplique como ejemplo alguna estrella de rock y el tercer tipo es el suicida anómico, quien se ve orillado a tomar esa decisión por una crisis sin posibilidades de superar, el tipo anómico presenta un estado mental en el cual la persona, se desconecta de toda norma social, valores o expectativas ¿Cuál de estos perfiles se parece a la motivación tomada por Alfonsina?

     En 1934 publica “Mundo de siete pozos” y en 1938 su obra “Mascarilla y trébol”, sus últimos años fueron cada vez más problemáticos, diagnosticada con cáncer de mama, sufre una intervención que le mutila y la deja deprimida, su vida no mejoraba y se suman las noticias sobre el suicidio de dos de sus más entrañables amigos, Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones, grandes escritores contemporáneos, todo ello la conduce a quitarse la vida a los 46 años un 25 de octubre de 1938 al arrojase al mar del Plata. [2]

     En la estación de trenes “La Constitución” deja tres cartas, una para Alejandro, su hijo, otra con su último poema, dirigido al diario La Nación y una más para la policía deslindando de responsabilidades a todos. Años después sus cercanos hablaron de esa crisis existencial que fue presentando la poetisa, la depresión y la melancolía eran frecuentes visitas, sus últimos versos son del poema siguiente:

         Voy a dormir


Dientes de flores, cofia de rocío,

manos de hierbas, tú, nodriza fina,

tenme prestas las sábanas terrosas

y el edredón de musgos escardados.

 

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

Ponme una lámpara a la cabecera;

una constelación; la que te guste;

todas son buenas; bájala un poquito.

 

Déjame sola: oyes romper los brotes...

te acuna un pie celeste desde arriba

y un pájaro te traza unos compases

 

para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:

si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido…

        Actualmente se le reconoce como una icónica poetisa del modernismo, dentro y fuera de su país; su hijo Alejandro Alfonso Storni es docente de idiomas, ha publicado un libro sobre el trabajo inédito de su madre que lleva por nombre Cinco cartas y una golondrina; sus nietos participan en homenajes nacionales a su bisabuela, su trabajo la hace digna representante de la literatura argentina, cuya voz comenzó a visibilizar la difícil tarea de ir en contra de los estereotipos femeninos, como artista de las letras, como madre soltera e intelectual, siendo también una de las voces de la época que en 1919 apoyaban el reclamo sobre el derecho al voto femenino, posible en Argentina hasta 1947. Alfonsina Storni deja detrás de sí los cimientos de su trabajo incansable, renovado y sobresaliente a pesar de las dificultades.







[1] Émile Durkheim, El suicidio, México, Colofón, 2013.

[2] “Alfonsina Storni, poetisa iberoamericana del modernismo”, https://www.cultura.gob.ar/alfonsina-storni-poeta-iberoamericana-modernista-8455/   



domingo, 29 de junio de 2025

Tsitsi Dangarembga

 


Escritora y cineasta nacida en Zimbabue, el 4 de febrero de 1959, es un referente de feminismo y de realismo al mostrar en toda su obra algunas realidades de la cultura africana y otras de la visión del colonizador. Los primeros años de escuela estuvo en Inglaterra, luego vuelve a su país donde concluye la etapa preparatoria, más tarde regresa a estudiar Medicina, en la Universidad de Cambridge, una vez ahí la soledad, la presión y la nostalgia le hacen dejar la carrera y volver a su país natal en donde estudia psicología en la Universidad de Zimbabue, luego de trabajar dos años como redactora en una agencia de marketing comienza a escribir obras de teatro y más tarde prosa.

     Su incursión en la literatura inicia con la publicación en 1985 de un cuento llamado The Letters en un medio de Suiza, pero fue hasta 1988 cuando es publicada su primera novela titulada Condiciones nerviosas, en donde presenta una historia familiar desde el punto de vista de una joven mujer, en sus páginas se detalla la asimilación que produce la imposición cultural y los efectos a la salud mental. Dicha novela ganó el Premio de Escritores de la Commonwealth y muy pronto fue reconocida como una de las doce escritoras más importantes del continente africano. Una de las frases que la definen es “Escribir es un acto de valentía”.

    Continuó sus estudios en Berlín, en la Deutsche Film-und Fernsehakademie donde obtuvo una formación como directora de cine, desde la cámara su propuesta sigue siendo dar voz a las historias de la mujer, con lo cual suma a su búsqueda de una mayor conciencia social y política, su activismo también es reconocido y destacado al recibir el premio de la paz en 2021 entregado en la Feria del Libro de Frankfurt.

     Su novela Condiciones nerviosas fue el primer libro en tratar de forma directa los problemas alimenticios dentro de la literatura africana y en el continente, la trama cuenta la mudanza de la protagonista, de nombre Tambu que vivía en el campo, a una zona más urbanizada donde va a estudiar gracias al apoyo de su tío. La historia está ambientada en Rodesia, nombre anterior a la independencia de Zimbabue, durante la segunda guerra de Chimurenga (liberación) en los años sesenta, sin embargo, este alzamiento no forma parte del relato, pues la escritora mantiene el interés en la situación de la mujer bajo un sistema patriarcal tradicional y además colonial.

     El título de la novela tiene una influencia en lo dicho por Jean Paul Sartre en el prólogo de la obra de Frantz Fanon Los condenados de la tierra en el cual habla de los trastornos nerviosos a las que se ven expuestos los habitantes del continente africano debido a la colonización y todas las prácticas deshumanizantes que se llevaron a cabo. El enfoque que se da en la novela narra la presión que el colonialismo y el patriarcado ejercen en la mujer, a pesar de tratarse de un grupo de nativos de elite con quienes se desarrolla la historia, otro de los elementos que retrata la obra es el uso de la lengua inglesa en los ámbitos educativos, donde los grupos étnicos principales, los shona y los ndebele, mantienen la alienación a la imposición del colonizador, logrando que muchos dejaran de hablar sus lenguas originarias, estos aspectos permiten que la novela sea considera un clásico de la literatura africana escrita por mujeres.

    También es visible la presencia de la religión cristiana en los centros educativos, recordándonos el proceso de conquista espiritual que se ejerció en nuestra América Latina. Los diálogos que están presentes entre Tambu, la protagonista y Nyasha su prima abordan la situación de la mujer y la forma educativa colonial que pretendía convertirlas en personas sin decisión propia, sumisas, justo como las necesita el estado y la familia, las peleas que tiene Nyasha con su padre, Babamukuru, quien representa al colono que asume el rol y obtiene beneficios por ello, giran en torno a la rebeldía de su hija, pues él busca que ella sea una “buena mujer”, entendiendo esto como una mujer adoctrinada que le asegure un buen candidato para el matrimonio, Nyasha en cambio, lee todo lo que puede, critica y entiende que su realidad esta formada por una maquinaria colonial que deforma las culturas locales y complica la identidad.

     Otros de los libros de Tsitsi son: The book or not; Black and woman; This mournable body, todos ellos mantienen su compromiso con los temas en torno a la mujer y su situación en los sistemas opresores, sean colonialismo, patriarcado o ambos.

     Ese contexto de ambivalencia entre el pasado y las imposiciones del colonizador es algo con lo que se sigue trabajando, Zimbabue obtuvo su independencia en 1980, y cada uno de los escritores del país insisten en sacar de las estructuras sociales, culturales y políticas la presencia de lo que significó la invasión, si bien Tsitsi Dangarembga pudo retratar en su novela más conocida, Condiciones nerviosas con más de treinta años de haber sido publicada y con una vigencia importante, algunas experiencias y formas en las que fueron sometidos, sin embargo, en una entrevista reciente la escritora comenta que desea para África y cada uno de sus habitantes que tomen responsabilidad personal sobre lo que hacen, dejando fuera lo que otros se atrevieron a hacer con su país y con su ser, ahora toca mirar para delante y lograr un nuevo comienzo. Actualmente Tsitsi vive en su país, aunque por ahora está participando en un programa de residencias internacionales en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) como artista invitada, además continúa dirigiendo el Institute of Creative Arts for Progress in África Trust, fundado por ella y ubicado en Zimbabue, desde donde se difunden los trabajos artísticos del continente.






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miércoles, 28 de mayo de 2025

Han Kang

 




Escritora surcoreana nacida el 27 de noviembre de 1970 en el seno de una familia de formación literaria, desde su padre novelista, hasta sus hermanos escritores fueron el primer estímulo para acercarse a las letras, después de ellos, fue su alto grado de sensibilidad, el cual se incrementó de niña al descubrir unas fotos de la masacre del levantamiento de Gwangju efectuada en mayo de 1980, donde los estudiantes pedían el fin de la ley marcial impuesta por el presidente, pero que terminó en la muerte de cerca de dos mil personas, cifra no oficial, esas fotos influyeron en su forma de ver la realidad, y por supuesto, en su escritura.

     Terminó los estudios superiores en la universidad de Yonsei, después de ello trabajó un tiempo como reportera y luego como profesora de escritura creativa en el Instituto de Artes de Seúl hasta 2018. Si bien su primera novela es publicada en su país durante el año 2007, su presencia en la literatura a nivel internacional fue hasta 2016 con la traducción al inglés de esa obra. La vegetariana tuvo un recibimiento excepcional, siendo la primera novela de origen surcoreano en obtener el Premio Booker International y también al ser seleccionada como uno de los mejores libros recién publicados.

     Después del premio, la novela se traduce a más de veinte idiomas entre ellos: japones, vietnam, español, polaco, chino, sueco, francés, holandés, etc. Lo cierto es que este primer trabajo literario es el resultado de una fijación que Han Kang tuvo con una frase del autor Yi Sang, destacado poeta, que dice: “Creo que los humanos deberíamos ser plantas” a partir de esa premisa comienza su búsqueda de sentido en la referencia que le inquietó, así que escribe un cuento llamado: “El fruto de mi mujer” pero no quedó satisfecha con el resultado y retomó ese imaginario en torno a las plantas hasta darle forma a su novela más reconocida, con tres relatos que en un principio fueron cuentos, como: Mongolian mark, Árbol en llamas,  pero que se fusionaron para conformar su novela La vegetariana.

     Han Kang recibe el premio nobel de literatura en 2024, para sorpresa de muchos, porque su presencia no estaba en la lista de los finalistas mencionados como favoritos, y fue ella, una mujer menuda, introvertida, sin maquillaje y de mediana edad la merecedora del máximo premio literario. El mundo que presenta en sus novelas va más allá de una ficción lejana a la realidad, en La vegetariana nos muestra una profunda y reiterada violencia simbólica normalizada hacia las mujeres de su cultura, Corea del Sur es un país capitalista, muy ocupado en la innovación de tecnología, sin embargo, en sus relaciones mantiene los roles tradicionales.

     Eun Kyung Kang y Patricia Chica Morales (2024)[1] reconocen en su ensayo que: “En sus obras, los personajes femeninos realizan un proceso de reconocimiento de la sociedad en la que se enmarcan y después cambian su actitud y comportamiento. Es común la denuncia de la violencia y opresión del sistema patriarcal” (p.2)    

    Retomando su novela La vegetariana, en ella se visualizan los roles aceptados dentro del sistema, donde la familia tradicional representa el centro de la vida de Yeonghye, la protagonista, mujer casada y oscurecida ama de casa con rutinas establecidas, callada e indiferente ante la vida, hasta que a partir de un sueño decide dejar de comer carne. El que podría ser un simple cambio de alimentación en occidente, se transforma en el inicio de un derrumbe familiar y personal, pues repercute en todo su entorno, y cada uno de sus familiares lucha por hacerla cambiar de idea, sobre todo por el temor al desprestigio social que representa esa decisión.

    Su determinación va alejando a todos, su esposo, sus padres, los hermanos, sólo tiene el apoyo de su hermana, tal vez como símbolo de ese respaldo entre mujeres. El cambio la lleva a una serie de situaciones en donde su sexualidad y su cuerpo vuelven a ser sometidos a la violencia del hombre, que, aunque sea sutil, no deja de ser violencia. Ya en este punto de la novela Yeonghye parece no tener conciencia de lo que hace, la desaprobación y el rechazo social van aportando para que su salud mental se vaya deteriorando y no consigue descubrirse en ese mundo es donde siempre ha sido objeto de alguien, nunca esencia de ella misma.

     En general las novelas de Han Kang muestran esa parte que se mantiene oculta en el oropel de un país desarrollado, los esquemas que no cambian, los entornos de poder que los validan; otras de sus novelas son: La clase de griego, Actos humanos, Imposible decir adiós, también en ellas está presente el silencio impuesto por los condicionamientos sociales y siempre se aborda la condición humana que va en busca de algo que no sea el molde asignado.

     No sólo desarrolla personajes femeninos, su creación también describe a los hombres, que ostentan el poder, pero que no dejan sus traumas y se sienten fuertes con el uso de la violencia que hace más visible la fragilidad del ser humano. Así de diversa y determinada es su escritura, sin dejar de narrar ese diario y continuo existir que nos presenta algunas bellezas, pese a la opresión del gobierno y del peso de la tradición.  

     Después de conocer su escritura resulta claro el reconocimiento que ha tenido su trabajo, ya que a través de él revela la voz de la realidad femenina en Corea del Sur, que si bien, se reconoce como un país muy próspero por su alto desarrollo tecnológico e industrial, se ignoran temas como perspectiva de género y respeto a las libertades individuales, pues se pone en primer lugar el tradicional modo en que está cimentada su cultura.





[1] Eun Kyung Kang y Patricia Chica Morales, “Mujer, familia y sociedad en la vegetariana de Han Kang” Universidad de Málaga, 2024, p.2.


Poetas suicidas: Ana Cristina Cesar

  Escritora y traductora brasileña nacida en Río de Janeiro un 2 de junio de 1952, estudió filosofía, y más tarde letras en la Universidad C...