La obra de la escritora Amparo Dávila, es
corta pero muy rica en atmósferas enigmáticas, como en su libro Tiempo destrozado donde se ubica el tema del matrimonio en varios cuentos; aunque su escritura muestra
características de la literatura fantástica el discurso se despliega dentro de un ambiente
cotidiano, se acerca a los escenarios donde según nuestro rol determinado, la
mujer busca el significado de la vida: el hogar, la maternidad, el matrimonio, etc.
En su cuento llamado El huésped, se plantea una vínculo
de pareja acabado por la falta de comunicación,
la mujer se ve inmiscuida en una lucha cuando su esposo lleva a casa un ser extraño, ese ente comienza a
quitarles la calma a quienes habitan la casa, que en menor tiempo la hace el
hombre. Después de un ataque hacia los
niños, las protagonistas deciden eliminar al sujeto siniestro. La voz de la
mujer refleja el desencanto cuando reflexiona: “Llevábamos entonces cerca de
tres años de matrimonio, teníamos dos hijos y yo no era feliz. Representaba
para mi marido algo así como un mueble” (19). [1]
Esa situación es un constante en la literatura de las
escritoras, así como en la vida de las mujeres casadas, es un hecho vivencial llevado a la obra. La figura masculina ejerce un
poder mayor, no se puede dejar de
mencionar temas como la sexualidad y la
violencia dentro del maridaje, que aún en la actualidad lo experimenta el 45%
de las mujeres en México.
Las costumbres que guiaron a la formación de
diferencias entre los géneros, han sido más apoyadas por
la cultura de lo que pudiéramos creer, es el hombre quien gobierna, por favor piensa en Eva siendo formada a partir de la costilla de Adán, ahí se encuentra el primer
elemento para justificar la desigualdad, para determinar espacios, para poner limites entre lo que hace un hombre y una mujer.
El seguimiento de una temática cercana a las prácticas femeninas, parece
coincidir más a menudo en la literatura de las escritoras de lo que se difunde; el tema de la unión
matrimonial ha sido tratado de forma extensa, quizás para
establecer el arquetipo cultural elaborado alrededor de ella, y trazar el boceto anticipado de una
circunstancia de vida que nos discriminará de modo sutil pero constante. El escritor hombre no se encuentra ante este
panorama de trato desigual establecido
desde las instituciones, por ello me atrevo a decir que los distintos contextos nos disponen para escribir desde una existencia única, con claras diferencias.
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