Escritora
mexicana que nace en Matamoros, Tamaulipas en el año de 1964. Estudio sociología en la UNAM, ENEP-Acatlán, la maestría
en historia en la Universidad de Houston, así como el doctorado. Su labor docente la ha realizado en la UNAM, la UAEM, San Diego
State University, la Universidad de Pauw, Indiana y el ITEMS. Radica en Estados
Unidos desde finales de la década de los ochenta, por tal motivo es una
escritora de frontera, reconocida en el mundo literario, su obra se traduce al inglés, portugués,
alemán, italiano y coreano.
A lo largo de su carrera ha sido merecedora
de un buen número de premios, entre los que destacan El premio Sor Juana Inés de
la Cruz en 2001 y 2009, Finalista del Premio Iberoamericano Rómulo Gallegos en
2003, Premio International Anna Seghers 2005, Premio Roger Caillois en 2013.
Sobre la misión de la literatura argumenta,
que debe ser una recreación del mundo en el espacio ficcional. Ve como un reto
la producción de una obra narrativa, transgresora de las expectativas del
mercado literario, es una escritora femenina y feminista porque plantea en su
obra la esencia de la mujer que se descubre, que rompe las reglas, que arriesga.
En su novela Nadie me verá llorar, publicada
en 1999 brinda un acercamiento a un aspecto distinto de la historia de la
locura femenina en México, durante el Porfiriato, y el enorme sanatorio “La
Castañeda”, en él muestra de manera clara las reglas que el patriarcado impone
a las mujeres a principios del siglo XX, época en la cual sino practicabas
valores como la abnegación, el sacrificio y la fidelidad estabas condena al
encierro, sólo la locura justificaba tal atrevimiento.
En
su novela La cresta de Ilión publicada
en 2002, aborda otro tema femenino, la búsqueda de sentido, una doctora, la
escritora Amparo Dávila como personaje y la locura como destino final son los
actores en esta destacada obra, donde se presenta otra vez el tema de la
locura. En el año 2009 vuelve a ganar el Premio Sor Juana Inés de la Cruz con
la obra La muerte me da, desde la
cual recrea un thriller centrado en la violencia y la sexualidad, adornado con
algo de la poesía de Alejandra Pizarnik; otra novela en donde se revela la
esencia femenina es El mal de la Taiga
de 2012, pues en ella los cuentos infantiles son recreados en un contexto boscoso y un ambiente policíaco,
con ese constante “extrañamiento” que menciona Claudia Guillén[1] valioso
en sus novelas.
Lo admirable de Cristina Rivera Garza es que entrelaza situaciones
reales y ficticias de forma impresionante, ya que su obra muestra una experimentada
construcción del espacio literario, un delicado tejido, un compromiso con la
memoria y un constante cruce de discursos narrativos.
Ella
afirma que el feminismo no tiene nada que ver con estereotipos que insisten en condicionar
a la mujer trasgresora, por el contrario, ella presenta en su trabajo a ese
tipo de mujer como el personaje central y vuelve su voz una parte esencial del discurso narrativo feminista.
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