sábado, 8 de enero de 2022

Yoko Ogawa

 

En la actualidad los obstáculos a los que se enfrenta la mujer japonesa se confirman en sus rutinas, dentro del seno familiar y en todas las relaciones sociales, como ejemplo, ella necesita demostrar más que cualquier hombre para adquirir lo mismo y su éxito exige muchas pérdidas, a las cuales los hombres no tienen que hacer frente. Si una mujer no cumple las características que la sociedad entiende como femeninas, su respeto se ve amenazado, así como su valor y autoestima. La vinculación de la mujer con la sumisión o la maternidad obstaculiza a quienes se oponen a depender de un hombre o a quienes no desean ser madres o quieren abortar, de hecho, las mujeres que han logrado una carrera profesional provienen de familias de nivel sociocultural alto.

     Por ello, abordar temáticas de la literatura japonesa es dejar expuesta la desigualdad, en la aportación hecha por la narrativa femenina se revela esta situación en cuestiones de género. La historia de Japón está influenciada por el sintoísmo, el budismo y el confucianismo que condicionó el pensamiento y las costumbres, ubicando a la mujer en un plano inferior al hombre al preservar una imagen impura de ella, siendo esto un freno pues hacen frente a múltiples problemas, no sólo para superar las barreras laborales que siguen prevaleciendo, sino para luchar contra todos los estereotipos que se han creado en torno a sus cuerpos, caracteres e incluso en la forma de llevar sus vidas.[1] Lo antes dicho, nos permite acercarnos a esta escritora, conocer un poco sobre su postura transgresora dentro de dicha cultura. 

     Yoko Ogawa nace el 30 de marzo de 1962 en la prefectura de Okayama, se gradúa en la Facultad de Literatura de la Universidad de Waseda en 1988, cuenta con una amplia trayectoria durante la cual ha sido reconocida por varios de sus trabajos, con su primera publicación, Desintegración de la mariposa ganó el Premio novato de Literatura en 1988; El embarazo de mi hermana obtuvo el Premio Akutagawa en 1990; La fórmula preferida del profesor el Premio Yomiuri de literatura en 2004; Premio Tanizaki por La niña que iba en hipopótamo a la escuela en 2006; Premio Shirley Jackson por La piscina en 2008; Independent Foreign Fiction Prize por Revenge: Eleven Dark Tales en 2014 y cuya traducción al español aún no se realiza, de hecho eso es algo que se observa en cierta literatura japonesa femenina con temáticas que denuncian su cultura, las traducciones al español no son tan frecuentes a pesar de que pueden fácilmente encontrar un mercado potencial en Latinoamérica y los libros traducidos suelen ser de elevado costo.

     El trabajo literario de Yoko Ogawa revela un tono crítico en la voz de sus protagonistas, rebeldes, atípicas y modernas que representan las ideas, situaciones y el objetivo de muchas mujeres japonesas, por lo regular en contextos relacionados con su feminidad como la maternidad, las relaciones de pareja, así como las aspiraciones y verdaderas inquietudes relacionadas con la identidad. Su obra mantiene elementos ficticios muy importantes por medio de los cuales derriba modelos y cuestiona los roles asignados, en contraparte con la independencia de la mujer y lo que esto genera, dando evidencia del desamparo en el contexto donde viven.

     Es tal la ofensa al romper las formas establecidas que las relaciones de familia se quebrantan sin duda, antes que aceptar algo fuera de lo señalado, un ejemplo, en su libro La fórmula preferida del profesor la autora escribe: “Aunque a ambas nos unía el hecho de ser madres solteras, o precisamente por eso, no hubo modo de apaciguar el enfado de mi madre. Era una indignación transida por gritos de dolor y de pena. Su emoción era tan violenta que yo era prácticamente incapaz de saber cómo me sentía realmente. Pasada la vigésimo segunda semana de embarazo, me marché de casa. A partir de entonces, perdí todo contacto con ella.”[2]

        Dentro de la industria del entretenimiento en las historietas o manga se puede ver esa sociedad industrializada donde la cultura patriarcal impera y determina un modelo de belleza idealizado y al mismo tiempo vacío, listo para su consumo, tan popular en las nuevas generaciones que, sin tener pleno conocimiento de la representación tan cosificada de la mujer, la aceptan. La doctora en estudios de género Aurora Méndez Martínez afirma: “El arte es un instrumento imprescindible para conocer la cultura de una sociedad”[1] por medio de él es posible ver a profundidad las problemáticas del contexto, los roles de género, el grado de sexualización, las formas pasivas de la violencia, aunque a veces no son nada tibias, sin embargo, el trabajo de Ogawa muestra aspectos femeninos diferentes pues sus protagonistas son dueñas de un pensamiento crítico, analítico y emocional lejano a lo que se impone. Si estás interesada en la cultura japonesa y quieres aprender sobre la realidad de la mujer en ese país comienza acercándote a la literatura de Yoko Ogawa para que tu perspectiva sea más amplia al respecto. En las notas al pie encontrarás el link de uno de los libros de la autora, espero lo disfrutes.



[1] Aurora Méndez Martínez, “Una perspectiva de género sobre la sociedad japonesa a través del arte: Aida Makoto” Ambigua, Revista de Investigaciones sobre Género y Estudios Culturales, n.º 4, 2017, pp. 58-87. Universidad Complutense de Madrid.


[1] Rocío García, La mujer de Yoko Ogawa, “Asiadémica”, Revista Universitaria de estudios sobre Asia Oriental # 08, año 2016.  

[3] Aurora Méndez Martínez, “Una perspectiva de género sobre la sociedad japonesa a través del arte: Aida Makoto” Ambigua, Revista de Investigaciones sobre Género y Estudios Culturales, n.º 4, 2017, pp. 58-87. Universidad Complutense de Madrid.


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