lunes, 30 de diciembre de 2024

Janet Frame


Janet Paterson Frame Clutha es una escritora neozelandesa nacida un 28 de agosto de 1924, escribió novela, poesía, cuento y narrativa infantil, su presencia llegó al mundo de las letras cuando lo inverosímil de su historia y las circunstancias de vida la acercaron al reconocimiento mundial del que ahora goza, sin embargo, sus inicios no fueron nada sencillos, su habilidad narrativa fue la luz que la libró de la locura, su obra muestra una lucidez que no viene de alguien con un padecimiento mental. Vivió una serie de acontecimientos complicados, una infancia con pobreza, su hermano con epilepsia, y posteriormente la muerte de dos de sus hermanas, ambas por ahogamiento, con una diferencia de diez años, todo esto en un país de reglas muy conservadoras para las mujeres forman  el contexto que hizo de Janet Frame una escritora sobresaliente, ella desarrolla una personalidad introvertida y tímida, pero su tenacidad y pasión la hacen destacar, su brillante desempeño en la escuela le otorga una beca para estudiar educación en la facultad de Dunedin, pero al paso de los meses descubre que desea escribir, cambio que suena inaceptable en una sociedad que, en esa época, designaba a la mujer para ciertos trabajos, sin embargo, ella escribe cada vez que le es posible y así es como publica su primer libro.[1]

     En la etapa universitaria comienza a sentir más ansiedad de lo que había tolerado años atrás, tiene un intento de suicidio, sufre de acoso por su métodos poco ortodoxos de enseñar y mientras hacia su servicio social en una escuela, un inspector entra a su clase, el mismo que la juzga de loca por ser tan creativa, ella se queda en shock, la presencia de aquel hombre es el detonante para que abandone el salón y con ello la formación docente, sin intención de volver a su casa se fue como interna voluntaria a la sala psiquiátrica del hospital local a Seacliff Lunatic Asylum en la ciudad de Dunedin. Durante los siguientes ocho años, Frame fue readmitida, en hospitales psiquiátricos, el segundo fue Sunnyside Hospital, donde se le diagnostica con esquizofrenia, su tratamiento consiste en una terapia electroconvulsiva o electroshock y el suministro de insulina, también le fue programada una lobotomía, todo con el fin de curarla.

La lobotomía no llegó a practicarse, ese día en el que estaba programada la operación se informó que Janet Frame era la ganadora del premio Hubert Church Memorial por su primer libro de cuentos publicado The Lagoon and Other Stories. Así se detuvo la operación, sólo sus publicaciones, y luego sus reconocimientos mostraron que su raciocinio estaba más allá de todo talento sometido a juicio.

     A pesar de la vida complicada nos dejó un trabajo maravilloso sobre la metaficción, es decir, la forma como el escritor se personifica dentro de su trama de ficción narrativa, ella lo hizo de forma constante, por ejemplo, sus libros autobiográficos: To the Is-Land; Rostros en el agua y Cuando canta el búho, las tres obras son representadas en la película An angel at my table de la cineasta neozelandesa Jane Campion.

      Acercarnos a su literatura también nos permite entender la forma como la escritora logra reinterpretar su propia historia, verla desde fuera de sí y plantear como se ve desde ahí, un ejemplo está presente en Rostros en el agua, donde hace una analogía sobre la lobotomía que se le pretendía hacer, comparándola con un proceso de colonización, sobre todo después de que se comprobó que el diagnóstico fue erróneo, nunca tuvo esquizofrenia.

    Una vez que sale del hospital vivió siete años en Europa, principalmente Londres, Ibiza y Andorra, se cambió el nombre a Nene Janet Paterson Clutha para honrar al jefe maorí Tamati Waka Nene. La autora reconoce que “la escritura la rescató” y le permitió ser testigo de la rudeza del entorno en el cual se refugió y lo describe, presenta personajes inhumanos, resecos, atados a la forma de vida que conocen sin cuestionarse jamás que hay fuera de las mismas ideas, con las cuales no se busca sanar, se trabaja para controlar y minimizar los daños en torno a la salud mental que pocas veces es comprendida, al respecto Janet Frame escribe: “¿Cómo vamos a encontrar el camino cuando dormimos y soñamos, y como vamos a protegernos de la peligrosa realidad que nos ofrecen?[2]

    Una vez que libró las dificultades su trabajo habló por ella, a lo largo de su vida le fueron entregados innumerables premios y reconocimientos, en 1983 la reina Isabel la nombra comandanta de la Orden del Imperio Británico por sus servicios a la literatura, en 1990 se convierte en miembro de la Orden de Nueva Zelanda, el más alto honor en su país, así como miembro extranjero en la Academia Estadounidense de Artes y Letras. Su trabajo y su vida son objeto de estudios y tesis profesionales, seguro un motivo es que pese a su espinoso camino logró emanciparse del juicio de una sociedad jerárquica de mediados de siglo XX, y revertir la visión que se tuvo de ella al lograr visibilidad por su propuesta acerca de lo marginal y olvidado como parte primordial de su auto reconocimiento, sin romantizar la enfermedad mental. La crítica académica se acerca a ella desde diversos enfoques, el materialismo histórico, el realismo social, hasta en contextos feministas, ella sólo necesitaba escribir, y a través de las palabras ser conocida. La escritora fallece en enero de 2004, en Dunedin, Nueva Zelanda, la ciudad que la condecoró como una de los integrantes más destacados de la comunidad.






[1]Desde Nueva Zelanda: Janet Frame, genio literario y locura”, Eve Gil, La Jornada Semanal, 25 oct 2020, https://semanal.jornada.com.mx/2020/10/25/desde-nueva-zelanda-janet-frame-genio-literario-y-locura-6873.html

[2] Janet Frame, Rostros en el agua, Andorra, Trotalibros Editorial, 2022, p. 94.



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