jueves, 3 de marzo de 2016

Dolores Castro

poetisa mexicana nacida en Aguascalientes el 12 de abril de 1923; profesora, ensayista y también importante impulsora de proyectos culturales, como la fundación de radio UNAM,  la ENEP Acatlán y jefa de redacción en la revista “Poesía de América” donde conoce a  los poetas de “Orígenes”: José Lezama Lima, Cintio Vitier y Fina García Marruz.
     Su primer poemario es El corazón transfigurado publicado en 1949; La tierra está sonando en 1959; Cantares de vela al siguiente año; Soles en 1977;  le siguen No es el amor el vuelo en 1993, Tornasol de 1997; Oleajes y ¿Qué es lo vivido? Se publican en 2003; Íntimos huéspedes en 2004; Algo le duele al aire en 2011; Sombra doméstica en 2013 y Pozo de luz en ese mismo año.
       A lo largo de su vida ha recibido importantes reconocimientos como el Premio nacional de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz; Premio Nacional de Poesía Mazatlán en 1980; Premio III Nezahualcóyotl en 2004; Premio Iberoamericano De Poesía Ramón López Velarde 2013; Premio Nacional de Ciencias y Artes 2014 y algunos otros más, tal vez por ello se trata de la poetisa más importante de México.
     Formó parte de la antología Ocho poetas mexicanos, grupo al cual perteneció y enriqueció las letras mexicanas, sus otros integrantes son personalidades como: Alejandro Avilés, Roberto Cabral del Hoyo, Javier Peñalosa, Honorato Ignacio, Efrén Hernández, Octavio Novaro, Rosario Castellanos. Para ella la poesía es un himno a la vida, es una pregunta es el camino Cuando la vida se vislumbra gris Dolores Castro la pinta de belleza, de duda, de crítica; reconoce la curiosidad del niño, del joven, de la realidad, de la dolorosa realidad de nuestro país, tal vez por ello plantea Algo le duele al aire:
                        Algo le duele al aire,
                        del aroma al hedor.
                        Algo le duele,
 cuando arrastra, alborota
 del herido la carne,
                        la sangre derramada,
                        el polvo vuelto al polvo
 de los huesos.

Como sopla y aúlla,
 como canta,
                        pero algo le duele. [1]

     Pero también la poesía es iluminación, y por medio de ella se hace el hombre más sensible, ya que es el medio por el cual se muestra el mundo ante nosotros; asegura además que el aporte de la mujer a la poética es grande y defiende el hábito de la lectura como uno de los medios por los cuales se desarrolla la reflexión. Ella es una poeta femenina, pues como lo asegura: “Hay una poesía femenina, porque todavía existe una tradición donde la mujer se encuentra inmersa y desarrolla actividades típicamente  mendaz; existe un lenguaje femenino y uno masculino en la vida diaria”[2].

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