Elena
Delfina Garro Navarro fue una escritora mexicana pionera del realismo mágico, teatro del absurdo y el humor negro. Nacida en Puebla el 11 de diciembre de
1916 de padre español y madre mexicana. Desde muy joven ejerció en ámbitos artísticos como la danza, el teatro siendo alumna de la Escuela Nacional
Preparatoria, en esa época conoce en una fiesta a un poeta en ciernes y poco después
se casa con él. Viajan a España
en 1937 y forman parte del Congreso Internacional de Escritores para la Defensa
de la Cultura del cual resulta su libro testimonial Memorias de España 1937.
Su interés son las letras, así es que desarrolló su trabajo literario a
pesar de la sombra aplastante de su pareja.
Hablar
de Elena Garro es revisar la historia de una escritora muy talentosa condenada al
exilio por las decisiones que tomó en el ámbito político. Su matrimonio le presenta constantemente límites para seguir estudiando, eso implica para ella un reto y no permite ser controlada, inicia en 1941 un trabajo
como periodista a través del cual muestra entrevistas a importantes personalidades de la época, su vida familiar
la mantiene en conflicto, no hay forma de conectarse con su parte creativa y en
1947 intenta suicidarse. Una vez superada la crisis en 1958 publica la obra de
teatro llamada Un hogar sólido donde los personajes esperan la llegada de la querida hija Lidia que llevará noticias de cómo va el mundo.
Después de 22 años de violencia pasiva, infidelidades, competencia furiosa y odio, ese ambiente donde trataron de ignorar lo que especialistas llaman el amor vacío que cumple un compromiso pero que no se sostiene por nada más, en 1959 se divorcia de Octavio Paz. Luego de este suceso la escritora florece en el ámbito literario, en 1963 publica la formidable novela Los recuerdos del porvenir que da inicio al realismo mágico en Latinoamérica, ese estilo que se caracteriza por incluir lo irreal como algo cotidiano como ejemplo, en el libro se destaca el siguiente comentario:
“—¡Huele a quemado!
—¿Ah? Desde que los zapatistas me quemaron la casa se me queman los frijoles…
—respondía ella, sin
levantarse de su sillita baja”[1]
Esto es apenas una probada de lo que
podrás encontrar, la historia se sitúa en la guerra cristera de
México, dicho escenario le permitió un entorno propicio para hablar de violencia
doméstica, poder y represión ejercida en contra del pueblo. Luego de su
novela siguen La dama boba, obra de teatro; Nuestras vidas son los
ríos, colección de cuentos. En 1964 el cuento La culpa es de los tlaxcaltecas; la antología de relatos La semana de colores y en 1967 las obras de
teatro Los perros, El Árbol y Felipe Ángeles, esta última centrada
en el militar revolucionario, dividida en tres actos que presentan las últimas
24 horas del juicio sumario contra Felipe Ángeles, traicionado, hecho
prisionero y fusilado debido a su oposición a Carranza.
Sobre el movimiento del 68 se dice que Elena
dio al servicio secreto del partido en el poder los nombres de los lideres
estudiantiles, ella lo negó siempre, aunque hay registros que confirman el hecho, es
sometida a una investigación y al juicio de los intelectuales, la
situación la rebasa entonces sale del país y comienza el autoexilio en compañía
de su hija, éste va desde 1968 hasta 1993 aproximadamente. Estudiosos de su obra comentan que esos
años representan el segundo periodo en su obra, en este intervalo destaca el
libro Andamos huyendo Lola de 1980, antología de cuentos donde se
observan elementos autobiográficos, la insistencia en la huida, el miedo, los personajes marginales y una constante angustia que persiste y enferma a los
protagonistas, dicho libro desarrolla una literatura de estilo fantástico.
Su llegada a México fue en la década de los noventa, ella y su hija se instalaron en Cuernavaca y comenzó el desconocimiento y exclusión del grupo intelectual mexicano, convirtiéndola en lo que Elena Garro reconoce como la no persona: “Ha caído sobre mí una lluvia de años estériles, inútiles y atroces. Aquí sigo anclada en la miseria, el anonimato y la desesperación. No hay trabajo. Nadie me publica. Me persigue la cauda de calumnias. Un gobierno pasa, otro viene y nada cambia”.[2]
El resentimiento por su exesposo la siguió
con rabiosa persistencia, nunca lo sacó de su vida y no dudó en reconocerlo y expresarlo: “Yo vivo contra él, estudié contra
él, hablé contra él, tuve amantes contra él, escribí contra él y defendí indios
contra él. Escribí de política contra él, en fin, todo, todo, todo lo que soy
es contra él (…) en la vida no tienes más que un enemigo y con eso basta. Y mi
enemigo es Paz”. [3]
Este choque entre exparejas conformadas por artistas no es algo
nuevo, a lo largo de la historia literaria encontramos diferentes formas nocivas, incluso en los peores casos las venganzas llegaron al suicidio
y al filicidio para romper en vida a quien alguna vez amaron. Sus andares y
obra nos permiten reflexionar sobre la importancia de reconocer el talento, la
individualidad y la valía personal que no debe estar determinada por nadie más, así como el aprender del pasado, desencadenarse y seguir
volando. Elena Garro fallece el 22 de agosto de 1998, apenas tres meses después
de la muerte de Octavio Paz. En el año 2003 fue publicada una obra de teatro póstuma
llamada Sócrates y los gatos cuyos personajes son Verónica y Lely, madre
e hija perseguidas por las calumnias de un líder estudiantil de nombre Sócrates.
¿Te suena conocido el tema?
[1]
[2]Lucía Melgar y Gabriela Mora, Elena
Garro. Lectura múltiple de una personalidad compleja. Puebla: Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, 2002, p. 297.
[3]
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