lunes, 1 de julio de 2024

Margaret Atwood

 



La trayectoria de esta magnifica escritora es descomunal. Nace en Ottawa, Canadá el 18 de noviembre de 1939, es novelista y poeta, escribe también literatura infantil y ensayos. Se conoce su trabajo literario a partir de los años sesenta, su primera novela publicada sale al mercado en 1969 se llama La mujer comestible, ¿vaya título no crees? esta obra resalta la situación de la mujer que vive siguiendo estereotipos, busca lo mismo que sus amigas: estudiar una carrera para luego no ejercerla, tener un trabajo y asumir que no hay más que hacer, casarse para luego ser infiel, y reprimir lo que realmente quiere, doble angustia en el personaje cuando se muestra su falta de identidad al no saber qué es lo que realmente quiere, la historia se encamina a una inclinada pendiente. Esta novela es considerada proto feminista, sin embargo, no es así ya que lo proto feminista pertenece a los siglos anteriores al Siglo XX[1], sin duda se trata de una novela con una mujer como protagonista y la historia es muy femenina, no feminista porque la trama gira en torno a las decisiones del personaje principal cuya vida refiere maltrato, pero si representa a: “La mujer (que) parecía una figurilla de porcelana, antigua y elegante”[2]. Pasmada ante las situaciones de la vida, a punto de perder la razón.

     Otras de sus principales novelas son: Alias Grace (1996); El cuento de la criada (1985); El asesino ciego (2000); Los testamentos (2019), que representa la parte conclusiva de la novela llamada El cuento de la criada. En cada una de ellas se reconoce una visión crítica muy femenina, expone cual ha sido nuestro trato de forma explícita, además forma parte de un subgénero literario emergente llamado CLI- FI[3],  el escritor Dan Bloom es quien acuña el término en 2007 por su nombre en inglés climate fiction o ficción climática, estilo que centra su atención en incluir algún aspecto de la crisis climática que nos afecta a nivel mundial, ella comenta en una entrevista su interés en escribir sobre el tema con el fin de concientizar a los lectores sobre lo que está pasando, también reconoce su activismo en este ámbito y llama a sumar esfuerzos para lograr cambios al respecto.

     Una novela de obligada mención, sobre todo porque salta del papel a la pantalla y se convierte en una de las series de ciencia ficción más exitosas desde su primera temporada en 2017, me refiero a El cuento de la criada que plantea una historia en un futuro distópico en donde, debido a los estragos de la civilización,  la fertilidad femenina disminuye y el grupo en el poder, apegado a la religión, todos ellos hombres de bien consideran buena idea hacer esclavas sexuales a ese porcentaje de mujeres que todavía es fértil, pues esta premisa  es la que plantea Margaret Atwood en su novela, la misma que se mantiene a través de cinco temporadas y la sexta en producción, en ellas la escritora se encarga del guion.

     Su estilo muestra una clara estética posmoderna, está presenta la ficción especulativa, es decir que no es del todo ficción porque en algún momento algunas de sus historias pueden volverse realidad. La fluidez con la que narra hace fácil adentrarte a las temáticas casi siempre distópicas, alucinantes e irracionales en un alto nivel porque los mundos que crea en su literatura presentan un ser humano del todo deshumanizado y marcando extremas diferencias en el trato hacia la mujer.   

      La escritora admite sus dificultades al principio de su búsqueda de estilo ya que, su país nacido en el siglo XIX, pues fue en 1867 cuando se le reconoce como nación independiente a pesar de tener en su territorio a grupos ingleses, franceses, aparte de los inmigrantes y la fuerte presencia de indígenas, por lo cual era muy complicado hablar de una identidad, por las dos principales tradiciones literarias, francesa e inglesa, esto sólo fue al principio de su quehacer literario, ya que fue alumna de Northrop Frye, reconocido teórico y crítico literario canadiense, quien trabajo para desentrañar este revoltijo de culturas. Una de sus más importantes posturas teóricas sostiene que la literatura, el desarrollo cultural y la identidad están unidos, esto sienta las bases de una identidad literaria canadiense, después de todo, la mezcla étnica dentro de una nación está presente en muchos otros países.

       Su proyección como escritora es admirable en todos los sentidos, a sus 86 años sigue escribiendo, dando conferencias, trabajando en el guion de su obra y más, Atwood quien a lo largo de su obra ha buscado plasmar con imágenes los escenarios únicos de un mundo en decadencia que quisiéramos muy lejano, pero maliciosamente posible, ese futuro en donde vuelven las ciudades amuralladas, los estados totalitarios con esos paisajes de la ficción histórica que ella desarrolla de manera genial. Espero que esta presentación te acerque a su lectura donde te aseguro encontrarás una infinidad de tramas, mundos desgarradores y sobre todo excepcionales.






martes, 28 de mayo de 2024

Banana Yoshimoto

 

Mahoko Yoshimoto es una novelista japonesa que nace un 24 de julio de 1964, también es hija de un reconocido filósofo de los años sesenta Takaaki Yoshimoto y hermana de una mangaka. mejor conocida como Banana Yoshimoto, seudónimo que utiliza desde su primera y exitosa novela Kitchen publicada en 1988 mientras terminaba su licenciatura en literatura cursada en la Universidad de Nihon y trabajaba en un club de golf, en sus ratos libres terminó de escribirla con apenas 23 años. Esta primera novela ganó el premio Newcomer Writers Prize y el Izumi Kyoka en 1989, así como el prestigioso premio italiano llamado Scanno. Su estilo se ubica dentro de género shōjo que es: “un género japonés de ficción en literatura, anime y otros medios que tiene como público objetivo a mujeres jóvenes”[1]

     Su presencia en las letras japonesas se enmarca dentro de la llamada era Heisei, la actual era empezó en 1989, año en el que Akihito sucedió a su padre, el emperador Hirohito, quien reinó durante el periodo Showa y al que hoy se conoce como emperador Showa[2], durante este periodo de tiempo Japón sufrió desde atentados, crisis económica, hasta terremotos que dejaron terribles daños, todos los cambios que fue sufriendo Japón en esta era repercuten directamente en la difusión de la literatura escrita por mujeres, como se sabe, la cultura japonesa impone muchas normas restrictivas hacia la mujer, pero en esta era Heisei la apertura fue determinante en la aceptación de la literatura femenina.

   La visibilidad femenina fue contundente a partir de la era Heise, con doce libros traducidos al español es notable como mantienen el persistente interés en la mujer como el centro de su narrativa, donde se describe en pequeñas dosis algo de los atavíos de las mujeres en Japón, el país milenario de los cerezos en flor. Yoshimoto atiende a la creación de personajes femeninos, jóvenes, que aprenden a vivir, y esos diálogos abundantes, parecidos a un retrato de la juventud en esa voz que narra su andar por la vida, donde las ausencias y el silencio son parte de su existir. La escritora impregna de jovialidad a la literatura de su país, cálida, fresca, atendiendo el detalle en los pequeños actos de lo cotidiano. Su acercamiento a la comida es a la vez un reconocimiento de sus tradiciones, pues en la cultura japonesa desde épocas milenarias la comida es un elemento frecuente, en torno a ella la escritora reivindica el espacio de la creación, que culturalmente es un lugar de charla, convivencia y vigor, donde la mujer es la autora de cada delicia culinaria que su cultura le enseña.

Yoshimoto se ha convertido en una de las voces más prestigiosas de la literatura japonesa, en Kitchen nos deja ver su lugar seguro, la cocina como lugar de refugio donde aliviar la perdida, arrullada por el sonido del refrigerador, así narrado en su novela. Aunque en ella nos presenta una realidad severa, pues una pérdida nunca es algo sencillo de aceptar, otros elementos sobresalen en su primera obra, Mikage Sakurai la protagonista enfrenta la vida sola, desprotegida nos cuenta en primera persona, de forma incluso intimista su vida después de la muerte de su abuela, el último familiar que le quedaba vivo, en adelante la orfandad la lleva a aceptar la protección de un vecino, pero en cada una de las relaciones es constante la dificultad para comunicar los sentimientos.[3]

     Parece haber en su protagonista una persistente búsqueda de sentido, tal vez por ello, la comida es un buen comienzo para estrechar las relaciones y con mucha claridad lo dice: “Creo que la cocina es el lugar del mundo que más me gusta. En la cocina, no importa de quién sea, o en cualquier sitio donde se haga comida, no sufro.”[4] Esta relación de la escritora con la comida se vuelca en la novela de forma poética, uno de los datos que más me sorprendió fue que: “La literatura de Yoshimoto ha sido catalogada como iyashi, es decir, que tiene una dimensión sanadora, que al final hace sentir bien.”[5]

     En Italia se hizo un libro en honor a su primera obra donde se recrean los platillos que son mencionados en el libro Kitchen, La traducción al inglés de esta novela fue en 1993 y llegó a Estados Unidos puesta en boga por algún publicista inteligente que le llamó “Bananamania”.



 



[1]  Sánchez Cardona, Andrea, Representación de relaciones afectivas en el género japonés de ficción shōjo: Liz y el pájaro azul, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes, 2020.

[2] “El fin (literal) de una era: Japón proclamará una nueva época imperial”, James Griffiths, EXPANSIÓN, 29 marzo 2019

https://expansion.mx/mundo/2019/03/29/el-fin-literal-de-una-era-japon-proclamara-una-nueva-epoca-imperial

 

[3] Banana Yoshimoto: “Los japoneses han ido perdiendo la fe en sí mismos”, El país, Rosa Rivas, 20 mar. 2015, https://elpais.com/cultura/2014/10/21/actualidad/1413914342_527175.html

[4] Banana Yoshimoto, Kitchen, España, Tusquets, 2013, p. 7.

[5] Kappa Bunko, literature japonesa, Banana Yoshimoto, 2014. https://kappabunko.com/2014/07/24/yoshimoto-banana/

 


domingo, 5 de mayo de 2024

Maryse Condé

 



Escritora francesa nacida en la isla del mar caribe llamada Guadalupe todavía colonia de Francia el 11 de febrero de 1934 en Pointe a Pitre, desciende de una familia con buena posición económica, por ello al cumplir los dieciséis años es enviada al continente para continuar sus estudios, después de concluidos deja Francia y pasa  más de diez años en diversos países de África, detrás de esa identidad que demandaba obtener, la misma que no consigue en Guadalupe y tampoco en su paso por el Paris de los años cincuenta.

      Ingresa a la Sorbona de París donde estudia literatura clásica después de concluidos sus estudios viaja a África occidental donde trabaja en Guinea, Ghana, Senegal, Costa de Marfil, etc., durante más de una década, luego de lo cual vuelve a Francia para concluir su doctorado en literatura comparada en la Sorbona. Tampoco su paso por el continente africano le complementa, pues debido a su preparación fue vista como aliada de los colonizadores. Algunas de sus novelas son: Un Saison à Rihata (1981); Segú (1984-1985); Yo, Tituba: Bruja Negra de Salem (1986); Corazón que ríe, corazón que llora (2019); El Evangelio del nuevo mundo (2023).

     Viaja a Estados Unidos ya casada con el traductor Richard Philcox, continua su carrera como catedrática impartiendo clases en varias universidades de Estados Unidos como Berkeley, Harvard y Columbia, UCLA. En 2004 se retiró de la universidad de Columba como profesora emérita de francés.

     En 2018 recibe el premio nobel “alternativo” de literatura, Maryse fue llamada “la gran dama” de la literatura antillana, obtuvo el Premio nacional de Literatura sobre la Mujer y el Premio Anaïs-Ségalas de la Academia Francesa. En 1993, fue la primera mujer en recibir el Premio Putterbaugh, otorgado por los Estados Unidos a escritores francófonos.

     La influencia del movimiento de la negritud iniciado por escritores como Frantz Fanon, filósofo nacido en Martinica y Aimé Cesaire otro gran intelectual de Martinica, colonia francesa. Dicho movimiento es importante para su formación como escritora, por ello se entiende la postura de reclamo y rebelión en contra de todo aquello que la nación colonizadora trató de normalizar en sus posesiones extra territoriales.

     Aunque fue escritora desde muy joven, a los 10 años crea una obra de teatro de un solo acto sobre su madre, también hace reportajes para periódicos locales en la escuela secundaria y publica reseñas de libros para una revista estudiantil en la universidad, la Sorbonne Nouvelle en París. Su despertar de conciencia surge cuando lee La calle de las casas negras de Joseph Zobel, ante ese nuevo mundo ella queda impactada y dice: “La lectura de José Zobel, más que cualquier discurso teórico, me abrió los ojos. Comprendí que el medio al que pertenecía no tenía absolutamente nada que ofrecer y empecé a odiarlo. Me había blanqueado y encalado, una mala imitación de los niños franceses con los que me juntaba”.[1]

     Tenía cuarenta años y cuatro hijos cuando publica su libro Segoú, el mismo que le abre paso ya cerca de los cincuenta en el mundo de la literatura internacional en el cual fue conocida sobre todo por la defensa de la identidad negra antillana también su defensa y exposición sobre lo que acontece a la mujer sobresale en su trabajo literario, como ejemplo cito su novela ganadora del Gran Premio de Francia de literatura femenina en el año 1986 Yo, Tituba, la bruja negra de Salem en dicha novela la autora presenta como protagonista a la esclava acusada de ser bruja en los juicios de Salem, en dicha novele hace una recreación de ese personaje histórico representativo de la restricción que se vivía en un contexto de patriarcado, exacerbada religiosidad y la práctica de juicios inquisitoriales propios de la época en la que ocurre el juicio de las brujas de Salem hecho del siglo XVII. Pues bien, Marysé hace una representación de esa mujer, quien acepta que realizó en el bosque algunos actos de baile y canto, tal vez un poco inspirados por su religión.

      Tituba crece como personaje, la escritora amplia su entorno, su situación existencial, su historia de vida, lo único que no está atenuado es la frecuente violencia y maltrato, desde su captura y rapto del país natal en el Caribe, hasta su venta como esclava en la Norteamérica floreciente.

     Tituba es la voz que busca respuestas en todo lo que hace, es la mujer que se sabe moneda de cambio en un mundo dominado por el hombre, pero lo usa a su favor. Sus preguntas son cada vez más introspectivas, así, ella expresa: “¡Qué extraño es el amor al país! Lo llevamos en nosotros como nuestra sangre, como nuestros órganos. Y basta que estemos separados de nuestra tierra para que experimentemos un dolor que surge de lo más profundo de nosotros mismos sin disminuir jamás”[2]

     Su sentir en torno al gusto que deja el destierro forzado que vivió se vuelve una constante en su dialogo interno, esa vida de persona sometida a las exigencias de otros la hace buscar la compañía de un hombre, tal vez como única medicina para combatir la desesperanza, esa búsqueda se hace continua a pesar de las sabias palabras de su abuela que le aclara: “Los hombres no aman, poseen, avasallan” y se pregunta una y otra vez “¿Por qué las mujeres no pueden prescindir de los hombres?”[3]

     Dicha novela es sólo un ejemplo del estilo propio de Maryse Condé, quien desarrolla temas como la negritud, la identidad, el género, el amor tan buscado incluso en los contextos más deshumanizados, mostrándolo como único aliciente ante la desgracia, en una entrevista la escritora asegura: “Yo creo que la responsabilidad de una escritora mujer y negra es la de inculcar en el otro el respeto y el amor por la diferencia. Para mí esa es la belleza de mi trabajo y de mis orígenes”[4]

   A través de su literatura Maryse Condé acerca al lector a las voces y las vidas de la población afrodescendiente que sobrevive en un agreste entorno opresor, sus palabras averiguan detrás de la brutalidad y logra heredarnos las huellas de su valor en el mundo para desenmarañarlo y darle un espacio en las más sentidas narraciones de sobrevivencia.

     Cada una de sus novelas revelan la vida desde sus ojos, su andar por diversos continentes y las prácticas de cada sociedad, las acciones de los diferentes personajes son de un mundo real, pero saltan a las hojas como una necesidad de alojar su presencia y que los sedientos lectores los conozcan. Ella, en medio de su orfandad y con su vasta herencia cultural se dio a la tarea de plasmar para su público una gama vasta de historias sobre la vida de una afrodescendiente que toda su vida buscó más allá de los hechos y del color de la piel. El 2 de abril de 2024 la escritora fallece a los noventa años en Luberon, Francia.

    




[1] Hillel Italie, “Fallece a los 90 años Maryse Condé la “dama de las letras antillanas” The San Diego Union Tribune, abril 2, 2024.

[2] Maryse Condé, Yo, Tituba, la negra bruja de Salem, Editorial Impedimenta, 1986. p. 46

[3] Ibíd, p. 17.

[4] Joaquín León, Maryse Condé: Eterno regreso al origen” Gatopardo, 10 oct. 2018.

sábado, 25 de junio de 2022

Dorothy Parker

 

Escritora y crítica estadounidense, importante intelectual de los años veinte, nace en el estado de Nueva Jersey el 22 de agosto de 1893, con el nombre de Dorothy Rothschild judía de nacimiento, neoyorkina por elección, aguda en su análisis de una sociedad invadida por los estereotipos impuestos que ella expone con brillante agudeza en su escritura, su trabajo va de 1922 a 1958. Una vez que se casa con Edwin Pond Parker II, un atractivo corredor de bolsa de quien obtiene el apellido, se convierte en Dorothy Parker, aunque se divorcian al poco tiempo toda su vida conservó ese nombre.

     Es fundadora de la mesa redonda de Algonquin, llamado así porque sus reuniones se llevaban a cabo en el Hotel del mismo nombre, estas frecuentes tertulias convocaban a un grupo de intelectuales (el columnista Franklin Pierce Adams, el humorista y actor Robert Benchley, probablemente el mejor amigo de Parker; el columnista deportivo Heywood Broun, el dramaturgo Marc Connelly, la periodista feminista Ruth Hale, el dramaturgo y director George S. Kaufman, el productor de Broadway Brock Pemberton, el editor del The New Yorker Harold Ross, el escritor y dramaturgo Robert E. Sherwood, el publicista John Peter Toohey y el crítico y periodista Alexander Woollcott. Otros miembros se movían más libremente y participaban de un modo más ocasional: las actrices Tallulah Bankhead, Blyth Daly, Eva Le Gallienne, Margalo Gillmore, Estelle Winwood y Peggy Wood, los dramaturgos Noël Coward, Edna Ferber, Donald Ogden Stewart, Beatrice Kaufman; las escritoras Jane de Grant, Margaret Leech y Alice Duer Miller, la ilustradora de revistas Neysa McMein, los humoristas Harpo Marx y Frank Sullivan y el compositor Deems Taylor) en dichas reuniones se abordaban temáticas diversas, pero de importancia vital para el entorno cultural de la época.

   Sus primeros trabajos se publican en Vanity Fair, donde se encarga de una columna sobre crítica teatral, los rasgos de su escritura se distinguen por una postura sarcástica e ingeniosa, mismas razones que le hacen salir de ese empleo, claro, en una revista femenina de los años veinte eran otros temas los que se esperaban de una mujer,  y no los que ella desarrollaba y le daban la cualidad de transgresora decidida a tratar temas como el alcoholismo, el aborto, la infidelidad, y un tema todavía más espinoso, la política. Más tarde se integra a la platilla del New Yorker referente de toda una época de grandes plumas, ahí escribe desde 1926 y hasta 1955, en ella se vuelve un referente de sarcasmo y critica puntual sobre los vicios sociales, sin embargo, su más importante faceta fue como cuentista, logrando una extensa producción formada de siete volúmenes entre los relatos que sobresalen están: “La gran rubia”; reconocido con el galardón O Heny como el cuento más sobresaliente de 1929; otros ejemplos son: “Estuviste perfectamente bien”; “Nivel de vida” o “El permiso maravilloso” cuya narrativa evidencia las posturas sociales llenas de vicios y prejuicios en donde la manipulación, las mentiras y los aspectos tristes y cómicos del sueño americano son retratados, como gran observadora de su entorno deja en claro los cambios que trae consigo la Segunda Guerra Mundial en su país.

    Es también destacable su participación en la lucha por los derechos civiles, el impulso al reconocimiento de las diferencias, mismos que la alejan de Hollywood en donde tuvo alguna participación como guionista. Su compromiso político también la lleva a la Guerra Civil Española. Pero por supuesto, ¿Cuándo ha sido bien vista la crítica en torno a las realidades sociales, a las apariencias de clase, al racismo enraizado de una sociedad poco sensible? Todavía no hay un ejemplo de ello, seguro que por tal motivo después de dicho enfrentamiento bélico su obra pasó al olvido, sus últimos años fue la protegida de la millonaria Gloria Vanderbilt, que la apoyo económicamente hasta el último momento.

     Dorothy Parker muere el 7 de junio de 1967, su partida apenas si sorprendió, murió sola, en una habitación de hotel junto a su perro y una botella de alcohol, alguna amiga organizó su sepelio, que resultó ser todo lo que ella no hubiera querido, donde gente del ambiente cultural hizo su presencia para cumplir con una postura falsa, digna de uno de sus cuentos, cumpliendo con la falsa tarea de cubrir las apariencias. Fue incinerada, sus bienes fueron donados al movimiento de Martin Luther King y la NAACP (Asociación Nacional para el Desarrollo de las Personas de Raza Negra) y como una mala anécdota, la supuesta amiga no se hizo cargo de la urna, por veinte años nadie reclamó sus cenizas, finalmente la NAACP compra una tumba para sepultarla en Baltimore, en cuya lapida se escribe el epitafio que ella misma había pedido, “Perdonen por el polvo”.

    Es a finales de la década de los setenta cuando se comienza a reconocer el aporte tan importante que hizo a la literatura por su visión audaz y realista de una sociedad centrada en las simulaciones, llena de vicios y aferrada a los prejuicios raciales. Su obra en español ha sido poco difundida, parte de ella se encuentra en las antologías Narrativa completa; Colgando de un hilo y Poemas perdidos. ¿Buscas una lectura irreverente, acida, que cuestiona las llamadas buenas costumbres y los roles de género? Encontrarás todo ello en su trabajo literario.

 


Fuentes consultadas

https://elpais.com/diario/2003/03/15/babelia/1047689414_850215.html. 

https://lecturassumergidas.com/2016/01/29/dorothy-parker-una-rebelde-dama-neoyorquina/

https://elpais.com/elpais/2016/03/17/eps/1458236661_057362.html


jueves, 28 de abril de 2022

Wallada

 

“Yo ¡por Dios! merezco la grandeza” es una frase que eterniza Wallada bint al-Mustakfi, poeta y princesa Al andalus (actual Córdoba), nacida en el año 994 en el seno de la familia del undécimo califa Muhámmad III y Amin’an, una esclava cristiana. Desde pequeña mostró interés por el aprendizaje y pasión por las letras, es uno de los pocos casos de poetisa en un contexto cultural dominado por los hombres. Su educación fue amplia a pesar de las intrigas del palacio y apoyada por su posición social. Su padre muere cuando ella cumple los 17 años, sin descendencia masculina es Wallada quien hereda y sale de la realeza, el status de su madre determina esta situación. Entonces se mantiene soltera e independiente de toda tutela masculina, dicha forma de vida le trajo duras críticas ya que en ese momento histórico no era bien visto que una mujer se relacionara con hombres que no fueran de su círculo familiar, normas culturales establecidas a las que se suma el control del esposo, vivir de otra forma era un agravio a la virtud.

     Con el dinero de la herencia compra un Palacio y monta un salón literario en el cual se hacen tertulias, se conversa de letras y poesía, ofrece instrucción a las hijas de familia e incluso a las hijas de esclavas, muestra un continuo apoyo a la mujer, a pesar de las críticas. En dicho espacio literario acuden importantes intelectuales de la época con ellos debatía con total libertad, seguro por eso su fama de mujer culta y sabia, pero ante ciertos sectores fue escandalosa su conducta. 

     Pero volvamos a la frase con la cual comencé a hablarles sobre ella: “Yo ¡por Dios! merezco la grandeza” es parte de uno de sus poemas de resentimiento en contra de un amante escritor que le es infiel con una esclava, y del cual escribe entorno al amor que sentía, pero también sobre el desamor y el despecho, esta tremenda frase es una orgullosa reacción ante el hombre que la engaña. Sobre él, cuenta la leyenda que buscó por años el perdón de Wallada sin lograr acercarse nuevamente a ella. Sin embargo, esta frase también se ajusta a las razones por las cuales fue digna de grandeza, a pesar de ser hija de una esclava, a pesar de ser soltera, a pesar de romper en cada tramo del camino el molde establecido y aplicar ideas revolucionarias, por estas y más razones alcanzó la grandeza. La mayor parte de su obra es inédita, en las fuentes árabes sólo se conservan ocho poemas cortos, que son claramente sátiras en torno al amor, el desamor y lo que sigue, que debe ser el odio. Los últimos años de su vida vivió bajo la protección del poeta Ibn Hazm, su eterno enamorado quien la cuidó hasta el final. Fallece con más de 80 años el 26 de marzo, la poetisa que bordaba en la ropa que vestía sus propios versos:

Yo ¡Por Dios! merezco la grandeza

Y sigo orgullosa mi camino.[1]

 Muere el mismo día de la caída de Córdoba en manos de los almorávides, linaje contrario al de su padre. En el año 2000 fue publicada por primera vez su biografía llamada La última luna. 

 


Han Kang

  Escritora surcoreana nacida el 27 de noviembre de 1970 en el seno de una familia de formación literaria, desde su padre novelista, hasta s...