viernes, 27 de agosto de 2021

Clarissa Pinkola Estés

 


¿Es la palabra un medio de alivio?

Cuando me encontré con este libro de Clarissa no pude evadir el cuestionamiento, porque básicamente su trabajo es una recopilación de estudios sobre la vida interior de la mujer. Empecemos a conocerla. Clarissa Pinkola Estés nace un 27 de enero de 1947 en el estado de Indiana, E.U, ella es nativo americana y mexicana-española, creció en una comunidad de inmigrantes y refugiados cerca de los grandes lagos, siendo su primera formación totalmente oral. Es una escritora, poetisa, doctora analista junguiana de post-trauma y reconocida como Keeper of the Lore (Guardián de la Tradición), cantadora, esto quiere decir protectora de los antiguos cuentos de la tradición oral como reconocimiento a su trabajo de recopilación.

      Para ella el cuento es un medio primordial capaz de cuestionar la identidad, los personajes en las fábulas pueden representar arquetipos psicológicos y es posible reconocer en ellos acciones que ayuden en el proceso de construcción interna. Creó una colección de quince volúmenes de obras de audio originales y una serie de actuaciones en vivo de doce partes titulada: Theatre of the Imagination retransmitido por la National Public Radio y Pacifica Networks a nivel nacional en Estados Unidos y Canadá, ahora disponible en audiolibros. publicó en 1996 una historia llamada El jardinero fiel, una historia sabia sobre lo que nunca puede morir, donde nos aclara la importancia de los cuentos en su vida:

En mi familia, los ancianos conservaban una tradición que denominaban «hacer cuentos». Se trataba de un momento del día -a menudo durante una comida rica en aromas de cebollas, pan recién hecho y picantes morcillas de arroz- en el que los mayores animaban a los jóvenes a tejer narraciones, poemas y otras composiciones. Los ancianos se reían mirándose entre sí mientras comían. «Vamos a ver si habéis adquirido algún conocimiento que merezca la pena. Venga, venga, contadnos un cuento desde el principio. Queremos ver cómo ejercitáis el músculo de los cuentos.»[1]

     Su gran obra traducida a 37 idiomas lleva por título Mujeres que corren con los lobos cuyo proceso de creación le llevó veinte años; en él se desarrolla por medio de dieciséis capítulos una guía sobre la existencia de la mujer en diferentes etapas, por medio de sus páginas desentraña la identidad, la intuición, el amor, las heridas y da sentido al significado de la mujer salvaje, la que representa “Una fuerza inimitable e inefable que encierra un enorme caudal de ideas, imágenes y particularidades”[2], conocerla da nuevos aprendizajes sobre los ciclos femeninos, esos que funcionan para:

Purificar los propios pensamientos y renovar regularmente los propios valores; eliminar las trivialidades que ocupan la psique, barrer el propio yo; limpiar con regularidad los propios pensamientos y estados emocionales, encender un fuego duradero debajo de la vida creativa y guisar sistemáticamente ideas significa sobre todo guisar con originalidad mucha vida sin precedentes para poder alimentar la relación entre la mujer y su naturaleza salvaje[3]

 Obtuvo diversos premios y reconocimientos: El ABBY (American Bookseller Book of the year); el premio Gradiva, de la "National Association for the Advancement of Psychoanalysis"; el premio Las Primeras de la MANA, la National Latina Foundation de Washington, D.C.; la Medalla del Presidente en el apartado de justicia social por parte del Union Institute; el reconocimiento Keeper of the Lore (Guardián de la Tradición), del festival anual Joseph Campbell.

     Ha dedicado su vida a la enseñanza y a la práctica de su conocimiento, además de ser una incansable activista social cuyo camino inició desde los talleres de escritura en cárceles de mujeres, el apoyo a los sobrevivientes de la guerra de Vietnam, el vital apoyo para mujeres que perdieron a sus hijos, a mujeres rescatadas durante desastres naturales o de crímenes familiares. Igualmente se involucró en la atención a familiares y sobrevivientes de la masacre de Columbine de 1999 a 2003, además trabajó con personas que sufrieron las consecuencias del 11 de septiembre de 2001 y cierra su amplia actividad con la fundación y dirigencia de la C.P. Estés Guadalupe Foundation.

     Su mira esta puesta en los temas esenciales, capaces de ofrecer un análisis con los más diminutos detalles y así aumentar el aporte. Tal es el caso de esta enorme selección de mitos, cuentos de hadas, reflexiones en torno a cada parte de la identidad femenina, de ahí mi pregunta sobre la palabra como medio de alivio, porque en su trabajo el cuento es medicinal, los mitos terapéuticos y su insistencia para que encuentres tu fuerza interior es un auxilio.  Dicho por ella, toda mujer tiene una vida interna con una poderosa fuerza, buenos instintos, capacidades creativas, apasionada, así que Mujeres que corren con los lobos es un compendio de amparo al rescate de tu salud y brío, no importa la edad que tengas, te hará poner en duda tus decisiones y conectarás tu atención en esos detalles de tu existencia que tal vez, por no despertar inquietudes que te conflictúen, has dejado bien guardadas, bajo llave.

     La obra de la doctora Clarissa es reconocida mundialmente por su aportación en reformadoras investigaciones sobre la naturaleza de la psique a través de la utilización de los mitos, cuentos de hadas, poesía en tratamientos psicoanalíticos y sobre todo a su singular y poderosísima voz que nace de la vida inmersa desde la infancia en antiguas y valiosas tradiciones orales. Toda la trayectoria de la escritora responde a mi pregunta, si, la palabra puede ser una medicina cuando es empleada para rehabilitar.







[1] Clarissa Pinkola Estés, El jardinero fiel: una historia sabia sobre lo que nunca puede morir, EU, Harper 1996. p. 6.

[2] Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos, Ediciones B, Barcelona, 2007.p. 38.

[3] Ibíd. p. 108.



jueves, 19 de agosto de 2021

Svetlana Aleksándrovna Aleksiévich


Del nuevo siglo ya llevamos recorrido casi veintiún años, dejamos atrás el envío de cartas, telegramas, giros en el servicio postal, la comunicación cambio. Siendo aún joven el siglo se vio encantado por las relaciones a través de las redes sociales, los memes, los videos, lo que ofertan las plataformas para ver series, películas, además de una enorme cantidad de documentales, todo eso nos recuerda una y otra vez que ahora todo lo visual predomina, se deja de lado la escritura, la lectura parece obsoleta, todo el ritual que representaba tomar un libro colocarle un separador conforme lo ibas conociendo, subrayar una frase que sobrepasa el sentimiento del autor y te emocionaba, no es ya una práctica común.

     Sin embargo, el trabajo de Svetlana Aleksiévich tiene una forma de narrativa que conserva las practicas del siglo pasado, la conversación, la investigación, el análisis de los hechos, la búsqueda de los protagonistas. No es la única escritora que emplea esta forma de hacer literatura, eso esta claro, pero si es una mujer que ha sobrellevado la censura de su obra que incomodó la reputación del socialismo en la URSS, ahora Rusia, país agobiado por varias guerras.

     Esta introducción sobre algunos visibles cambios en el siglo son el primer acercamiento a la creadora que nace en el siglo XIX, cuyas vivencias desde muy pequeña están relacionadas con la guerra, entre los juegos, los libros en las bibliotecas y las anécdotas de su abuela conoció lo que portaba la guerra: muerte. Ese primer acercamiento marcó su trabajo, ejemplo de una literatura que mira de cerca al ser humano, busca por medio de la charla desentrañar los hechos que le inquietan y los lleva a un análisis más allá del acontecimiento, pues presenta personajes con sentimientos y vivencias adornados por un tratamiento narrativo que transforma el lenguaje en un espacio empático, filosófico, dispuesto a explicar la desolación con toda la finalidad de no dejarlos en el silencio de las casas, asilos o granjas; su trabajo escarba lo enterrado, le da forma para que se entienda su razón sin ser olvidado.

          Svetlana nace en Bielorrusia el 31 de mayo de 1948, hija de profesores rurales, desde pequeña su refugio fueron los libros. Al crecer estudió periodismo en la Universidad de Minsk, Ucrania, donde tuvo una muy activa participación con diversas publicaciones que van desde poesía hasta cuento, pero lo que ella buscaba estaba muy adentro de su patria, así es como inicia su recorrido por la unión soviética.

          Seguramente su estilo es una de las razones por las cuales fue ganadora del premio nobel otorgado en 2015, ya que cada uno de sus libros retrata los dramas a su alrededor, comenzaré mencionando su libro más conocido Voces de Chernóbil publicado en 1997, del cual se basó la exitosa mini serie “Chernobyl” producida por HBO.

     Su trabajo como escritora se conoce como periodismo literario, donde se combina la investigación de un suceso histórico con las técnicas narrativas. En dicho estilo la escritora es especialista. Menciono otro sobresaliente trabajo que nace de su contacto con los repatriados de Afganistán, los que vuelven de la guerra, sin dejarla atrás, con ellos se sienta, escucha sus experiencias y nace el libro, Los muchachos de zinc, voces soviéticas de la guerra de Afganistán, publicado en 1989. En una parte de este libro Svetlana confiesa: “Yo rastreo el sentimiento, no el suceso. Cómo se desarrollan nuestros sentimientos, no los hechos. Probablemente lo que yo estoy haciendo se parece a la labor de un historiador, soy una historiadora de lo etéreo […] Eso es a lo que yo me dedico desesperadamente (libro tras libro): a disminuir la historia hasta que toma una dimensión humana.”[1]    

       Acá se reúnen los sobrevivientes olvidados por el estado, madres, esposas, veteranos incapacitados, con sus argumentos da forma a un libro repleto de aflicción, donde la soledad, la pérdida y la enfermedad son el centro de las vidas de aquellos seres a quienes la autora rescata del olvido diciendo:

En los últimos años ha desaparecido del mapa del mundo, de la Historia, el imperio comunista que los envió allí para matar y para morir. Ya no existe. Primero a la guerra la empezaron a llamar tímidamente “error político” y luego la llamaron “crimen”. Ahora todos quieren olvidar Afganistán. Olvidar a estas madres, olvidar a los muchachos… El olvido es una forma de mentira. Las madres se han quedado solas frente a las tumbas de sus hijos. Ni siquiera cuentan con el consuelo de que la muerte de sus hijos no fue inútil.[2]

    Otro determinante trabajo, a partir del recorrido por su nación es un acercamiento a las mujeres que participaron en la segunda guerra mundial, La guerra no tiene rostro de mujer cuya publicación sale a la luz en 1985, cuarenta años después de concluida la contienda; la escritora atiende en este libro las palabras de las sobrevivientes: instructoras sanitarias, francotiradoras, tiradoras de ametralladora, comandantas de cañón antiaéreo, zapadoras, enfermeras, conductoras, técnicas sanitarias, etc., nos deja conocer su voz, su reclamo, su anécdota que no tenía como prioridad ganar, sino liberar esa postura testimonial que vio como la humanidad se perdía en cada ataque y con cada muerte, al describir como las ganas de vivir se quedaron entre los ladrillos rotos llenos de hollín, esas voces, cuya reacción ante la oportunidad de seguir con vida, las cubrió con la indiferencia.

     Comienza su investigación con un enorme trabajo periodístico de interrogatorios, revisión y búsqueda en granjas, asilos y casas solitarias, encuentra a las sobrevivientes que participaron en dicho evento. Lo más visible es la determinación por lograr que se escuchen los testimonios de las mujeres, por ello comenta: “Todo lo que sabemos de la guerra, lo sabemos por la «voz masculina». Todos somos prisioneros de las percepciones y sensaciones «masculinas». De las palabras «masculinas». Las mujeres mientras tanto guardan silencio.”[3]            

      La polifónica recopilación que logra la escritora es una suma que pocas veces se logró reunir, son ellas y nada más ellas las que relatan la nausea que provoca ver un naufragio de cuerpos sin vida, son quienes al conocerla sintieron la necesidad de ya no guardar silencio, liberando así, entre llantos, plegarias y nostalgia todo aquello que el mundo debería entender. La escritora escuchó las anécdotas, fue tejiendo la reflexión y el pesar que permanecía dormido pero que ahora conocemos, esa experiencia de la mujer en la guerra, que para algunas comenzó con el entrenamiento, para otras con las incursiones donde veían caer a sus iguales, y en algunas más todavía se resguarda en sus casas, en su ser.

     La guerra no tiene rostro de mujer, eso es concluyente, ante tal afirmación el libro es un ejemplo del tipo de divulgación que necesita madurarse con tiempo al comenzar la exploración exhaustiva, luego las charlas, atención conectada a lo que se expresa, sintiendo de cerca la vibración y la agonía que produce cada recuerdo. Su propuesta narrativa no podría construirse con el tipo de comunicación que se ha instalado en este siglo, es un estilo madurado por su formación y gusto particular de escribir, así que busca su trabajo, escucha en él la voz femenina que oculta estuvo, o esta, o a diario se va liberando gracias a quienes la desentrañan, en este grandioso ejemplo es Svetlana quien demanda por medio de sus libros el reconocimiento de esa parte herida de su nación, pese a la censura que un Estado socialista ejerció.

 

 


 

 

 

 

 



[1] Alekciévich, Svetlana, Los muchachos de zinc, voces soviéticas de la guerra de AfganistánBarcelona, Debate, 2016, pág. 29. 

[2] Ibíd, pag. 309.

[3] Alekciévich, Svetlana, La guerra no tiene rostro de mujerBarcelona, Debate, 2015, pág. 06. 

 


sábado, 22 de abril de 2017

Anaïs Nin


Escritora nacida en Neville, Francia, el 21 de febrero del año de 1903, bajo el nombre de Angela Anaïs Juana Antolina Rosa Edelmira Nin Culmell, de madre cubana y padre cubano español crece en un ambiente sociocultural diverso, vive el Cuba, Paris, New York, Los Ángeles,  ella es la representante de la literatura erótica femenina del siglo XX. Su escritura es un rompimiento con todo lo que en ese momento somete y margina a la mujer.
      Comienza a escribir sus diarios a la edad de trece años, donde acumula experiencias que la llevan a reflexionar en torno al patriarcado, la situación de la mujer, su soledad la forman como una escritora que transgrede los límites impuestos. Amante de Henry Miller y su esposa June, amiga de Antonin Artaud, Salvador Dalí, Gore Vidal y muchos más dejan claro su asistencia a los círculos intelectuales de París.
      Su primera publicación fue un ensayo sobre DH Lawrence; después escribe su novela La casa del incesto, pero la temática le impide llegar a la publicación, por lo cual decide pagar ella las ediciones de sus libros de esa forma tanto el público como la crítica comienzan a conocer su trabajo literario. Otras de sus publicaciones son: el libro  Delta de Venus que presenta una fuerte influencia del libro Hindú Kamasutra.
      A partir de los años sesenta publica sus Diarios Amorosos, siete libros donde se exponen diferentes etapas de su vida, los libros tuvieron una buena recepción, con ellos crece su presencia literaria; en sus diarios se devela su postura narcisista, su práctica bisexual, su goce frenético del sexo, su infidelidad y  su pasión, su extrema complacencia pero también su dolor. Los diarios son su obra más importante ya que muestra un estudio psicológico y etnológico de la situación durante la guerra en París y después nos deja ver el ambiente de post guerra en New York.
     Uno de los temas obsesivos en su obra es el incesto, que surge de la relación con su padre quien por su ausencia le inspira una fuerte atracción, más allá de lo normal, tal vez como consecuencia del abandono una carencia la lleva a la búsqueda del reencuentro con su progenitor, por fin su postura patológica se queda en el diván de un psicoanalista cuyo nombre es Otto Rank, discípulo de Sigmund Freud.
     La constante exaltación del amor, del cuidado en la relación y la profundidad del sentimiento desencadenado del orgasmo, el tabú de la sexualidad femenina y el segundo tabú: el incesto hacen de ella una pieza clave para la literatura feminista. En la década de los ochenta se publican Los diarios tempranos, reunidos en cuatro volúmenes, donde la duda y la certeza se exponen.
       Su vida se desarrolla durante más tiempo en EU, forma parte de la Academia de las Artes y las Letras de dicho país, es una escritora de literatura erótica, llena de seducción, experiencias pasionales, instintiva. Para Anais Nïs el amor era un centro que no pierde la vida por muerte natural, todo lo que marchita al amor no viene con él, por lo cual promueve la gracia del afortunado suceso que es el amor y con la misma pasión analiza su ser y nos revela: “Siempre hubo en mí, al menos, dos mujeres una mujer desesperada y perpleja que siente que se está ahogando y otra que salta a la acción, como si fuera un escenario, disimulando sus verdaderas emociones porque ellas son la debilidad, la impotencia, la desesperación y presenta al mundo sólo una sonrisa, ímpetu, curiosidad, entusiasmo, interés”[1]
     Muere en los Ángeles California un 14 de enero de 1977, tras de sí deja una obra feminista, llena de paradigmas, apasionada, critica, congruente con su ser.

















[1] Anais Nin Diarios, Barcelona, Plaza y Janés, 1987.
















martes, 15 de noviembre de 2016

Sandra Cisneros


Escritora nacida en Chicago un 20 diciembre de 1954, por sus venas corre una herencia latina, su niñez fue un tanto nómada entre dos culturas, la norteamericana y la mexicana, lo cual ya la ubica en el círculo de las escritores chicanos. Estudia la licenciatura en la Universidad de Loyola, Iowa, donde más adelante llevaría a cabo estudios de posgrado.
     Determina su identidad a partir de dos raíces culturales, dos idiomas, dos maneras diferentes de vivir, por ello es notorio en su narrativa la autobiografía, donde se cuenta el enfrentamiento de esas realidades que experimenta, debe ser el motivo por el cual su obra se llena de simbólicos elementos: el barrio, la religión, la comida, el misticismo de la magia y los curanderos, las penas, la feminidad chicana y lo lazos de solidaridad, así como la incorporación a un capitalismo donde se promueve la búsqueda utópica de un ideal norteamericano que no está al alcance de los jóvenes chicanos, esa población nacida en estados unidos, de herencia latinoamericana, en esa contexto donde: “Un chicano bilingüe es considerado culturalmente inferior si hablaba español ”[1] no castellano, por lo cual un grupo de artistas mantienen resistencia ante esta imposición en los años 60 y se origina la literatura chicana.
     Sandra Cisneros surge a partir de la década de los ochenta; en 1983 publica su primera novela llamada La casa de Mango Street, justo cuando el ambiente literario se llena de voces femeninas, entonces resalta la de ella por su defensa constante a la hispanidad; se trata de una apasionada narradora, a veces defensora, cronista, opositora de esa sociedad que la ve como chicana, defensiva  defiende sus argumentos con una postura feminista ante criticas en México o EU. Todo esto influye para que, años más tarde, Sandra Cisneros sea considerada parte del canon literario norteamericano.
     ya que realiza una acertada opinión de la cultura en la cual crece; además, su narrativa presenta diversas influencias, en un principio la chicana, luego la prehispánica, ya que incorpora elementos de ciertas culturas mexicanas, y su estilo poético esta lleno de símbolos, tan sólo les daré como ejemplo el poema “Sacas la mexicana en mi” donde se emplea un sin fin de rasgos culturales de nuestro país, su trabajo en general tiene buena recepción, se han hecho traducciones a once idiomas y ha sido merecedora de varios premios.
     Su estilo es fragmetario, lleno de confesiones y puntos de vista, de anécdotas y situaciones para algunos cotidianas la hacen ella. Su obra ha sido analizada en un buen número de tesis, desde distintas disciplinas: antropología, sociología, literatura, etc., ya que su rica exposición de elementos culturales la hacen una escritora compleja, cuyas temáticas tienen como centro a la mujer, los investigadores Antonio Daniel Juan Rubio e Isabel María García Conesa aseguran: “en sus obras se ven reflejadas las demandas e ideales de muchas mujeres de la frontera en los años 90.”[2]
     Recibe en E.U la Medalla Nacional de las Artes en 2016, le es entregado por Barak Obama quien reconoce su enorme labor por: “enriquecer la narrativa de nuestro país, donde sus ideas exploran temas de raza, género, de idioma y así profundiza nuestro conocimiento de la identidad americana”. [3]






[1] Tino Villanueva, "Chicanos", México, FCE, 1985, p.,
[2] Antonio Daniel Juan Rubio e Isabel María García Conesa, “Sandra Cisneros: La creación artística fronteriza” http://www.e-revistes.uji.es/index.php/dossiers/article/view/1226/1245.

domingo, 9 de octubre de 2016

Teresa Wilms Montt



 
Escritora chilena llamada María Teresa de la Mercedes Wilms Montt, nace el 8 de septiembre de 1893 en Viña del Mar, en el seno de una familia adinerada y con vínculos políticos y comerciales. Teresa se mostró rebelde desde muy pequeña, fue educada para agradar y con ello conseguir un buen partido. Aprende varios idiomas, canta, toca el piano y escribe. En el año de 1910 conoce al joven que sería su marido, a pesar de la oposición de ambas familias pues ella tenia 17 años y él 25, y así comienza una relación fallida.
     Los primeros años de su casamiento viaja por diversos lugares y comienza a desarrollar su trabajo literario, entre 1911 y 1914 escribe sus Diarios íntimos. Con el seudónimo de “Tebac” publica y se reconoce feminista. Los celos del marido fueron enfermizos, ya que no quería que ella se dedicara a la escritura,  y la escritora recibe apoyo de otro hombre. Ya con dos hijas deciden separarse, sin forma de independizarse vuelve a la casa paterna, el juicio en su contra por adulterio la separa de sus hijas, el tribunal familiar decide internarla en el “Convento de la Preciosa Sangre” en 1916, lugar donde intenta suicidarse y logra escapar del encierro gracias a Vicente Huidobro, quien la ayuda a llegar a Buenos Aires.
     En 1917 publica sus dos primeros libros Inquietudes sentimentales, libro de poesía que es bien recibido por la critica, y meses después sale al mercado Los tres cantos. Ya para entonces Con una prisa de vivir en 1918 viaja a Madrid, allá divulga En la quietud del mármol  con el seudónimo de Teresa de la Cruz y con el persistente tema de la muerte, luego el siguiente poemario se llama Anuarí, dedicado a un joven argentino que se suicida por ella.[1] Son esos años de cafés y largas noches bohemias, de largas charlas con Valle Inclán, Gómez de la Serna, Edwards Bello, Domingo Silva;  o recitales en donde también estaban Azorín y Pio Baroja.
     En 1919, de regreso a Buenos Aires publica Cuentos para hombres que todavía son niños. pero es el viejo continente el que le llama y se instala en Madrid, para entonces, Teresa era ignorada por la critica, se le reprime, se le juzga, se le margina porque representa una ruptura con el rol público de la mujer, tal y como lo dice Ruth González-Vergara en la biografía de Teresa titulada Un canto de libertad, la cual se publica a mediados de los noventa. La historia de Teresa Wilms Montt se entiende mejor a la distancia y bajo el análisis de las ideas feminista, pues en esa época se pone a las mujeres un ceñido traje diseñado por el patriarcado, quien desde la era victoriana, luego darwiniana y hasta la época modernista lo mantiene por medio de todo tipo de medidas restrictivas, por ejemplo se declaran una serie de enfermedades femeninas que ayudan en el control de la creciente búsqueda de independencia de un buen número de mujeres transgresoras que enfrentan los estereotipos. la continua relación de la locura y lo femenino le permite al patriarcado recluirlas, pues la ciencia médica relaciona el aparato reproductor con el sistema nervioso, y de este modo surgen enfermedades como la histeria, vapores femeninos, sobrecarga de emociones, útero errante o mal de amores, este último era el padecimiento que tenía Wilms Montt, sufrimiento patológico femenino caracterizado por la falta de disciplina moral. Este entorno represor es el que se vive en esos difíciles días para las mujeres.[2]    
      En 1920 su vida cambia con las visitas que puede hacerle a sus hijas cada semana, pues las niñas pasan un tiempo en París, hasta que son trasladadas de nuevo a Chile, dicho suceso deja a Teresa en una profunda depresión, por lo cual cae enferma, excede el consumo de Veronal y dos días después fallece un 24 de diciembre de 1921, con apenas 28 años de vida. Jamás vuelve a Chile. 
Te comparto un fragmento de ella misma, tal y como se reconoce: 
Soy Teresa Wilms Montt… y aunque nací cien años antes que tú, mi vida no fue tan distinta a la tuya. Yo también tuve el privilegio de ser mujer. Es difícil ser mujer en este mundo. Tú lo sabes mejor que nadie. Viví intensamente cada respiro y cada instante de mi vida. Destilé mujer. Trataron de reprimirme, pero no pudieron conmigo.
Cuando me dieron la espalda, yo di la cara.
Cuando me dejaron sola, di compañía.
Cuando quisieron matarme, di vida.
Cuando quisieron encerrarme, busqué libertad.
Cuando me amaban sin amor, yo di más amor.
Cuando trataron de callarme, grité.
Cuando me golpearon, contesté.
Fui crucificada, muerta y sepultada por mi familia y la sociedad.
Nací cien años antes que tú y sin embargo te veo igual a mí.
Soy Teresa Wilms Montt, y no soy apta para señoritas".[3]









[1] De la biografía de Teresa Wilms Montt       http://teresawilmsm.blogspot.mx/p/biografia.html.
[2] Poema de Teresa Wilms Montt,  http://mondobelo.com/musas-intrepidos/teresa-wilms-montt.html
[3] Ana Traverso,  Anomalía y enfermedad en escritoras de inicios del siglo XX, Estudios Filológicos 54,  mingaonline.uach.cl., pp. 157-175, 2014.  

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Anna Ajmátova



Poetisa que nace un 23 de junio de 1889, en el seno de una familia tártara cercana a Odessa, Ucrania, en la todavía rusa zarista. Se le da el nombre de Anna Andréyevna Gorenko, cuando comienza a publicar usa el seudónimo literario con el cual se le conoce, Anna Ajmátova  ya que adopta el apellido de la bisabuela, princesa tártara, de ilustre y noble familia, ella escribe en una sociedad donde el valor de la poesía florece, se le da mayor difusión durante el inicio del modernismo en Rusia, cuando los poetas franceses tienen una importante influencia en el desarrollo de la poesía, con figuras como Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Mallarmé. del simbolismo francés.

      Mientras  Rusia vive la “Edad de Plata” que comprende los años de 1890 a 1910, cuando los creadores rusos destacan a nivel mundial, Stravinski, Prokofiev, Rajmaninov, Nijinski, Kandinsky, Chagall, Goncharovo, Malevich, Einsenstein. Luego de la fuerte influencia simbólica surge el acmeísmo, desde 1911 un grupo de escritores acmeístas asisten al Taller de los Poetas, lugar donde se discute y se trabaja, uno de los creadores es Nikolai Gumiliov, esposo de Anna Ajmátova. Un principio de la agrupación dice: “Escribir en palabras claras sobre asuntos reales”, regla que Ajmátova aplica en su obra, así es como se transforma en la musa de la “Edad de la Plata”. En 1915 el grupo se dispersa.[1] Con la llegada de la revolución de 1917, se implementa en Rusia la utopía socialista, y de la noche a la mañana todos son sospechosos, o presos o desaparecidos. Su esposo Nikolai Gumiliov es encarcelado y fusilado en 1921. Su hijo es arrestado y trasladado a Siberia en dos ocasiones.

     Su poesía se divide en tres periodos, el primero es cuando se asume como acmeísta y va de 1912 a 1922; luego el periodo en el cual el régimen estalinista acalla su voz de 1922 a 1935, año en que da a conocer la poesía Réquiem, para luego quedarse en el silencio hasta 1940. El tercer periodo de su obra va de 1940 a 1965 donde escribe poemas épicos en contra del avance nazi en Europa. Se convierte en la poetisa que vivió dos siglos, dos revoluciones, dos guerras, además su trabajo se ha vuelto fundacional de la época moderna rusa del siglo XX, con obras como “Poema sin héroe”.

     Es posible que toda aquella experiencia acumulada a lo largo de veinte años de vivir persecución, marginación y censura, se expone en su obra, así es como se cuenta la desaparición de seres queridos, el suicidio de amigos, el sufrimiento del pueblo ruso, con un lirismo lacónico; en su construcción poética expone la brutal esencia del socialismo, la realidad de la mujer, la presencia del dolor, la sumisión de un pueblo, pero también la oposición, la memoria de quienes esperaron el retorno de sus familiares. Anna Ajmátova muere de un infarto el 5 de marzo de 1966, en Domodedovo, Rusia, fue hasta el gobierno de Mijaíl Gorbachov[2] cuando se edita por primera vez en su país Réquiem. Su obra es de tal influencia que se convierte en “Anna de todas las Rusias”.[3]













[2] Ester Rabasco Macías, Descodificación y traducción de “Réquiem” y “Poema sin héroe” de Anna  Ajmátova, tesis doctoral. Universitat de Lleida, 2014.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Emily Dickinson


Emily Elizabeth Dickinson es una poetisa norteamericana que nace un 10 de diciembre de 1830 en el norte de Massachusetts, una de las primeras colonias europeas, por lo tanto su formación estuvo marcada por el puritanismo, más aún siendo su padre pastor y defensor de las más cuadradas ideas calvinistas del siglo XIX.
     Esa presión social ejerce sobre ella una conducta determinante que la aleja del medio social y hace que la metáfora en torno a la muerte se transforme en la temática más recurrente en su obra, único medio por el cual cree que se presenta la paz. Sin duda se trata de una poetisa que muestra rasgos innovadores, el tono que la caracteriza es melancólico, ya que interpreta de forma constante el tedio existencial, la soledad, la lejana libertad que la separa del agobio familiar y social.
     A pesar de lo que opina David Shapiro[1] en su libro Estilos neuróticos donde describe como los impulsos, la personalidad y el entorno de un artista influyen en el desarrollo de un estilo,  donde la transformación de ese persistente modo de crear es una defensa ante el colérico mundo; con respecto a los procesos mentales de Emily, Shapiro la ubica en el estilo paraniode, porque su atención esta centrada en lo próximo, lo interno.
     Lo cierto es que ella no pretendía la fama que por lo regular anhela el escritor, ella buscó en ese ambiente doméstico creado para la mujer, el espacio idóneo para el desarrollo de su temperamento artístico que no era bien visto en las féminas,  tal vez por ello logra una iluminada presencia en la literatura.
    Para Harold Bloom[2] la extrañeza de Dickinson es un rasgo común en los grandes poetas visionarios como Blake y Milton, porque en su poesía esta presente la búsqueda interior, el constante “yo”, también es posible el reconocimiento de ciertos elementos lingüísticos, por el uso de palabras como encantado y sagrado[3], así como el frecuente uso del pronombre ellos, que para algunos autores es característica fundamental de su paranoia. Lo cierto es que ella es de enorme influencia en la poesía moderna norteamericana femenina, pues transgrede el esquema patriarcal del pensamiento lírico de esa época y pone ante nuestros sentidos ese laberinto  interno que muchos años después nos presenta en la narrativa  kafkiana.  Su obra es el refugio desde el cual desobedece  a su realidad, además, se reconoce un papel fundamental y único en la poética por su misteriosa y visionaria manera en la cual empleo el lenguaje.
     Abrumada por los límites que se le imponen en ese ambiente social represor que la rodeo, se refugia en si misma, decide vivir los últimos años en su habitación, no hay una causa única de su aislamiento creciente, se fueron sumando los motivos para que Emily Dickinson cerrara la puerta para resguardarse en brazos de ella misma, arropada por el silencio. Los últimos tres años de su vida no abandona su habitación, permanece rendida en una silla después de la muerte de su sobrino menor. Emily Dickinson parte de este mundo aquejada por el mal de Bright el 15 de mayo de 1886, En vida solo publico seis de sus trabajos, cuando el total de su obra rebasa las mil setecientas composiciones poéticas, les agrado una de las más introspectivas. 


No es necesario ser una estancia para estar encantado,
no hay que ser una casa
 el cerebro tiene corredores que sobrepasan
 el espacio material.

Es mucho mas seguro para un encuentro a media noche,
el fantasma exterior
 que su interior enfrentándose
 al más frío huésped.

Es mucho más seguro correr por una abadía
 persiguiendo las losas
que, desarmado encontrarse con uno mismo
 en un lugar deshabitado.

Uno, escondido tras de sí,
debiera asustarnos mucho más.
 El asesino en nuestra cas oculto
 daría menos terror.
 El cuerpo toma un revolver,
emperna la puerta
olvidando un espectro más aterrador
 y más cercano.[1]



[1] Traducción del Dr. Antonio Fernández Ferrer. 



[1] David Shapiro, Estilos neuróticos, México, Océano, 2008.  
[2] Harold Bloom, El canon occidental, Barcelona, Anagrama, 2002.
[3]  Antonio Fernández Ferrer, La poesía visionaria de Emily Dickinson: La fascinación de su corpus poético, http://www.ugr.es/~afferrer/fascinac.pdf.


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